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El número de vallisoletanos de más de 65 años ha pasado del 19,45% de 2012 al 24,98% de este año. Además, la última ... encuesta continua de hogares elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) revela que 4.849.900 personas viven solas en España. Los hogares compuestos por un solo miembro suponen ya el 26,1% del total, el segundo más frecuente por detrás de los compuestos por dos personas, que son el 30,4%. Y esta realidad social hace que se multipliquen las historias de personas mayores que precisan ayuda de los trabajadores sociales cuando dejan de valerse por sí mismos por motivos de salud.
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Una de estas historias es la del matrimonio sin hijos formado por Teresa Pérez, de 84 años, y su marido, Luis Pérez, de 91, que vivían solos en la zona de la Circular y les cambió la vida en junio, cuando una caída en el domicilio acabó con Luis ingresado en el Clínico. «Llevaba años diciéndoles que tenían que ir a una residencia, pero no querían», explica su sobrina, Sonia Marcos, que hacía todo lo que estaba en su mano para ayudar a sus tíos en el día a día, pero la situación se hizo «insostenible» con el ingreso. «No podían volver a casa. Mi tía tenía muchos problemas de movilidad y mi tío necesitaba estar en la cama para recuperarse. No tenían recursos económicos para pagar una persona que les asistiera y yo estaba desbordada.Así que acudí a las trabajadoras sociales del Clínico y me ayudaron a encontrar una residencia que pudieran pagar y que no volvieran a casa después del alta porque no podían seguir viviendo solos», explica Sonia en un testimonio que podía se suscrito por infinidad de personas.
«Es muy duro verte obligada a llevar a un familiar a una residencia cuando sabes que no quiere ir. Les he sacado su de zona de confort. Mi tía no había salido nunca de casa. Llevaban 20 años viviendo ahí. Yo estoy muy tocada», lamenta Sonia que, después del mal trago, vio como su tía acabó falleciendo el pasado 27 de septiembre en la residencia a la que la llevaron. «Tuvo un ictus o un derrame, la llevaron en una ambulancia al hospital, pero la pobre ni siquiera llegó», añade.
Ahora Luis vive solo en la residencia y Sonia, tras todo lo que ha pasado, solo tiene palabras de agradecimiento hacia las trabajadoras sociales del CEAS y del Clínico. No obstante, señala que para estos casos es fundamental ser previsor. «Yo he tenido que tomar las decisiones en el momento crítico. Me gustaría aconsejar a las personas que estén en una circunstancia similar a la que he tenido yo que no lo dejen para el último instante porque yo lo he pasado muy mal. Hay que recurrir a la administración cuanto antes cuando se ve que puede haber problemas de este tipo», recalca.
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