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Una amistad que nació tras salvarle la vida hace catorce años
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Una amistad que nació tras salvarle la vida hace catorce añosLa vida cruzó sus caminos en el mejor momento. Sobre todo para Carlos Gutiérrez. Era un 17 de mayo de 2011 y tanto este trabajador ... en los juzgados y como Miguel Ángel del Valle, por aquel entonces policía municipal en Valladolid y ahora jubilado, no se conocían de nada. Pero hace justo catorce años todo cambió. Ahora, después de ese día que a ninguno de los dos se les olvidará, celebran la vida y la amistad. «Para mí es como si fuera mi hermano», apunta Carlos Gutiérrez.
Y lo hacen porque ese 17 de mayo de 2011, Miguel Ángel del Valle salvó la vida de Carlos Gutiérrez tras sufrir este un infarto en un establecimiento hostelero de la calle García Lesmes (Taberna San Pedro Regalado). Se le paró el corazón, el mismo que reanimó el expolicía municipal con sus manos en una rápida intervención que Miguel Ángel aún rememora y que Carlos relata, aunque no tenga esos recuerdos. «Caí, por lo que me dicen, como si hubiera recibido un disparo por la espalda», agrega.
A partir de ahí se inició una cadena de actuaciones en la que fue primordial el masaje cardíaco de Miguel Ángel. «Lo primero que tengo que hacer es agradecer la labor de los responsables del bar, Almudena y Jesús. Llamaron rápidamente a emergencias», subraya Carlos Gutiérrez, actualmente en el registro civil de la calle Torrecilla.
Miguel Ángel del Valle
Por aquel entonces era policía de barrio Miguel Ángel del Valle, que se encontraba por las inmediaciones. «Estaba por la iglesia de San Andrés, a unos 50 metros», puntualiza el exagente.
Así que este se apresuró a la carrera y se presentó en el establecimiento hostelero para despejar el local e iniciar los primeros auxilios. Era el primer contacto entre dos hombres que catorce años después son más que amigos. «Cuando llegué, Carlos ya tenía esos tonos amoratados», describe el expolicía sobre una jornada que tiene interiorizada. «Ese día empezó como todos para un policía de barrio. Caminaba por el centro y entró el aviso de emergencias», continúa.
Así que se puso manos a la obra hasta que llegó la ambulancia. «Estoy seguro de que esa primera maniobra fue crucial. Hizo lo que tenía que hacer en ese momento. Porque es muy importante ser constante y Miguel Ángel lo fue. Luego me trasladaron hasta el hospital y la cirujana que me intervino, a la que también la quiero agradecer su labor, me salvaron la vida», prosigue Carlos Gutiérrez, con 59 años en la actualidad, sobre lo que le han referido en este tiempo.
Profundiza más en la actuación el propio Miguel Ángel del Valle. «Me encontré a Carlos en el suelo, con síntomas de estar en parada cardiorrespiratoria. Pedí que despejaran la zona de mesas y sillas y pedí más ayuda mientras empezaba la reanimación. Se coordinó todo bastante bien porque esa calle es paso de tráfico de autobuses. Creo recordar que todavía no teníamos los desfibriladores en los vehículos como los tenemos actualmente. Llegó la ambulancia y creó que le pegó un chispazo. Y finalmente volvió el pulso, aunque seguía inconsciente», detalla el exagente, jubilado aproximadamente hace un año.
Carlos Gutiérrez
Que el corazón volviera a latir fue el primer paso de una larga recuperación. Y mientras la salud del enfermo mejoraba, nacía a la par una amistad que con el paso de los años no ha hecho más que afianzarse. «En esas fechas, cuando aún no nos conocíamos más allá de la intervención, me interesé por cómo se encontraba, cómo iba la recuperación», manifiesta el exagente.
Fueron los cimientos de una relación de amigos que evolucionó con el paso del tiempo. Las visitas en el hospital derivaron en llamadas para ver cómo iba la cosa hasta que llegó ese día en el que se preguntan que por qué no comemos tal día. «Cada año nos juntábamos por estas fechas para celebrar la vida», señalan los dos protagonistas de esta historia.
«Desde mi jubilación, además, tengo más tiempo. Me puedo acercar por su barrio y ya tomamos un café. Ahora nos vemos mucho más», relata el exagente antes de abordar las bondades de esta férrea amistad.
«Se mantiene de una forma muy sencilla. Pues porque hemos querido. Al principio tenía ese sentido de agradecimiento. Con él y con todas las personas. Y luego llega lo que es la fidelidad de la amistad. Al principio nos veíamos una vez al año, ahora mucho más. Somos personas bastante afines y eso lo hace más fácil, además tenemos ese acercamiento generacional al ser prácticamente de la misma edad. Esto es como todo. Durante la vida te encuentras nuevas amistades en el vecindario, en el trabajo... y también cuando alguien te salva la vida», apunta Carlos Gutiérrez, sabedor de que Miguel Ángel del Valle fue una especie de ángel de la guarda.
«La vida es una especie de ruleta de fortuna. Y a mí me sonrió. El infarto me dio en la vía pública, con gente que actuó de manera excepcional para pillarlo a tiempo. Si me llega a pasar en mi casa, al estar solo, todo hubiera acabado. He tenido compañeros cuyo desenlace fue peor y no han tenido la suerte que tuve yo», apostilla Carlos Gutiérrez tras un nuevo encuentro entre paciente y salvador.
Porque este pasado 10 de mayo, los dos volvieron a brindar por la vida. Regaron el encuentro con un poco de vino, porque el infarto no dejó secuelas a Carlos, y volvieron a tirar de anécdotas en el restaurante Paco Canaima, en la calle San José de Calasanz.
No fue un día más para ellos, porque entre otros aspectos, Carlos tuvo la oportunidad de conocer al nieto de Miguel Ángel. Cosas de amigos.
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