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Se le caen las lágrimas en mitad de su testimonio. Habla de «pesadilla» y de «infierno» durante hace más o menos un año en su ... vivienda entre Delicias y Las Viudas. Hasta que todo explotó en la madrugada de este miércoles, cuando fue maniatado y amordazado en su vehículo como «señal de advertencia».
«Entraron de okupas en una vivienda en el bloque en el que vivo. Lo denuncié y desde entonces me están persiguiendo. Me han reventado el buzón y ya hemos tenido algún juicio. Además tengo una discapacidad», relata J. M. D. B., de 62 años, sobre el posible motivo de que un «grupo de siete personas» le abordara en la calle Celtas Cortos para introducirle y retenerle contra su voluntad. «De momento tengo identificadas a cinco personas, me faltan otras dos», continúa a la par que reconoce que aún no ha denunciado los hechos, aunque «sí que me he entrevistado con la Policía Nacional».
El relato de los hechos lo establece sobre las 22:00 horas del martes, en el día de San Pedro Regalado. Ya de noche, apunta, salió a tirar la basura y puso rumbo a su Kia Río de color oro para «coger unos papeles». «Vivo muy cerca de aquí», agrega este jueves junto al coche en el que permaneció alrededor de cuatro horas. «Me dijeron que entrara en el vehículo. Primero me sentaron en la parte del copiloto, pero me pasaron a la parte de atrás. Me decían que me iban a dar un escarmiento», prosigue J. M. D. B. mientras señala los asientos traseros del habitáculo.
Sobre el mismo se encuentra un colchón, que ocupa gran parte del maletero. «Es que tengo el coche 'camperizado'», describe en el mismo momento en el que agarra los cinturones de seguridad, ahora unidos por un nudo, con los que supuestamente fue atado.
Después de invitarle a que pasara a la parte trasera, añade la víctima, le tumbaron en ese improvisado colchón cubierto con una manta. «Me cogieron la mano y me la ataron a esta parte (señala el asidero del lado izquierdo), luego me rodearon con los cintos. Me decían que quitara las denuncias», rememora J. M. D. B.
Tras recibir esa «advertencia», la víctima se quedó quieta, sin moverse. «Estuve más de cuatro horas. No salía ni decía nada porque tenía miedo de que estuvieran en el exterior», apunta a la par que recrea lo vivido en el interior de su vehículo.
Hasta que la paciencia se acabó. Activó su móvil tras decir «'ok, Google, llama a emergencias'». Al hablar con el personal del 112, les explicó en qué situación se encontraba para en cuestión de minutos personarse a la altura del número 16 de la calle Celtas Cortos varias patrullas de la Policía Municipal. «Vino también una de incógnito», puntualiza.
Fueron los agentes los que certificaron, efectivamente, que J. M. D. B. estaba amordazado y maniatado. «Les conté lo que me había pasado. Estuvimos bastante tiempo, pero les entró un aviso de que se estaba produciendo un asalto en otro punto de la ciudad», concluye este hombre de 62 años que prefiere esconder su rostro y evitar su nombre por posibles represalias.
A la espera de que denuncie los hechos ante un posible delito de retención ilegal (agrega que irá este viernes a la comisaría de la calle Gerona), la investigación la recoge la Policía Nacional. Eso sí, confirman que no existe denuncia y que una vez que se produzca tendrán que «valorar la veracidad del testimonio».
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