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La directora de la Universidad Permanente Millán Santos, dependiente de la Universidad de Valladolid, presentó ayer su dimisión. Susana Gil-Albarellos llevó ayer su renuncia ... al Rectorado y rechazó realizar cualquier declaración al respecto, ni siquiera quiso aclarar si las causas han sido personales o profesionales. Ante la insistencia y preguntada sobre una posible relación entre su marcha y los conflictos que rodean a esta oferta académica solo indicó que «no especialmente».
Otras fuentes académicas sí establecen una relación entre el descontento de esta profesora de literatura española, especialista en novelas de caballería, y su labor al frente de la institución y las dificultades de desarrollar proyectos en un marco, además de polémica sin resolver.
Como se recordará, fue el cambio en la modalidad abierta lo que provocó que, durante varios lunes, los alumnos, mayores, se concentraran en las puertas de la universidad para reclamar poder acudir a las clases cuando los profesores encargados de las mismas no tuvieran reparos. Los cambios en el acceso a la modalidad abierta de la Millán Santos limitaron a un 10% las matrículas de los mayores de 40 años que cursan algunas asignaturas sueltas de las carreras, sobre todo de Humanidades y Letras, junto a los alumnos de grado ordinarios. Las limitaciones provocaron toda una revuelta. Los afectados reclamaban lo que consideraban un derecho a la formación y a una modalidad que «daba prestigio a la UVA» y protagonizaron concentraciones, escritos y reivindicaciones además de reuniones con los máximos representantes de esta comunidad académica sin éxito en sus demandas.
Según describen los afectados, la situación sigue siendo decepcionante. La Millán Santos «no aceptó ninguna de nuestras propuestas, se redujo drásticamente el número de alumnos por clase, desaparecieron asignaturas que tenían aceptación por las estrictas nuevas normas y, aunque se ofertaron nuevas, se dio la paradoja de que unos cincuenta alumnos renunciaron a matricularse por no interesarles las opciones que les quedaban. Siempre ha habido asignaturas que no se cubren, pero todos los alumnos encontraban donde matricularse, hasta la imposición de la norma restrictiva», describen los afectados.
Las protestas se han mantenido tras la apertura del nuevo curso y también algún encuentro con la vicerrectora de Comunicación y Extensión universitaria, Carmen Vaquero. Por su mediación, indican, los afectados volvieron a reunirse con el decano de Filosofía y letras Javier Castán y la todavía directora de la Millán, Susana Gil-Albarello.
«No hubo el más mínimo acercamiento. No logramos que nos explicaran por qué se les niega a los profesores, que así lo quieran, ofertar su asignatura y decidir el número de plazas de mayores que quieren en sus aulas, pues tienen capacidad para saber lo que ocurre en sus clases, sin que nadie les imponga nada. Así ha sido durante casi 20 años sin que hubiera problema», insisten.
Este alumnado rechaza el argumento de la falta de espacio que da la Uva para tal restricción y asegura haber hecho un estudio de las clases y que, excepto dos, «en todas hay espacio de más, en abundancia».Y todo ello pese al apoyo del profesorado, insisten en que «se han cerrado en banda porque subyacen cuestiones personales, enfrentamientos entre departamentos y nosotros hemos recibido los daños colaterales. Es más hay profesores que nos admiten en sus clases aunque esté cubierto su cupo», destacan.
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