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Ángela de Miguel, Aurora López, Beatriz Escudero, Dunia Etura, María del Carmen González, María Victoria Soto y Rocío Pérez, ayer durante la mesa redonda en el Calderón. Gabriel Villamil

«Un antes y un después»

Siete mujeres analizan en el Teatro Calderón lo que ha avanzado Valladolid en materia de género desde la última manifestación del Día Internacional de la Mujer

RUBÉN V. JUSTO

Valladolid

Jueves, 7 de marzo 2019, 10:25

La sala Miguel Delibes del Teatro Calderón estaba ayer repleta de mujeres, también había algún hombre. Un reflejo a pequeña escala de lo que fue la última huelga del Día Internacional de La Mujer. En ella, mujeres de todas las edades clamaban por el fin de la desigualdad entre sexos. Un antes y un después. Así recuerdan el 8-M de 2018 las siete mujeres presentes en la mesa redonda que organizó Team Valladolid en la sala Miguel Delibes del Calderón. El objetivo que persiguió la reunión fue hacer balance de lo hecho en materia de género desde entonces.

Las siete ponentes recordaron la manifestación de hace 364 días como un punto de inflexión que marcó «un antes y un después». «Supuso una revolución», expresaba la directora de Red Comercial, Marketing y Social en BilliB, Aurora López. «Perdimos el miedo», inspiraba la consejera delegada de Pharmadus Botanicals, Beatriz Escudero. Durante sus intervenciones, todas rememoraron ese día en el que las calles del centro de la ciudad eran como una olla a presión apunto de explotar. El 8 de marzo de 2018 reunió a miles de mujeres que querían despedirse para siempre de la brecha salarial, mitigar la desigualdad de oportunidades, apartar de su vida las vejaciones y humillaciones, renegar del maltrato y fumigar los asesinatos. De nuevo, 364 días más tarde, ese es el objetivo.

Entonces, Valladolid –y el resto del país– aún recordaba el trágico desenlace de Diana Quer. Pero el asesinato de la madrileña no fue el último porque en 2018 fueron asesinadas 47 mujeres, quince durante el transcurso de este año.

El número de víctimas mortales por violencia de género del 2018 ha sido el menor desde que se tienen registros. Rocío Pérez, responsable del Programa Lanzaderas de Empleo de la Fundación Santa María La Real, interpreta que, «pese a que se están haciendo muchas cosas bien, este dato es una casualidad y aún no se ha dado con la tecla». Una tecla que cuando se pulse elimine esos titulares en prensa que enuncian «Asesinada por violencia de género en...» Castilla y León.

Burgos y Astorga (León) protagonizaron dos de los 47 asesinatos. Y aunque no figura en la Ficha Estadística de Víctimas Mortales por Violencia de Género que elabora el Gobierno, la violencia también atizó de lleno a Valladolid. En septiembre, Eli recibió una brutal paliza que acabó con su vida a las puertas del centro comercial de Vallsur. Los ciudadanos lloraron su pérdida.

También lloraron la pérdida de Laura Luelmo, la profesora zamorana que fue violada y asesinada en El Campillo (Huelva). Miles de personas compartieron en redes sociales de todo tipo una foto de la víctima con una lágrima que descendía por su mejilla. No fue el único momento, ni la única forma, en la que los vallisoletanos manifestaron su desacuerdo. El 23 de junio, 3.000 personas se plantaron ante los juzgados para reprobar la libertad con fianza a los miembros de La Manada.

«Es difícil acabar con la brecha salarial si no hay ingenieras»

Ángela de Miguel. R. Jiménez

«Mismo trabajo y mismo salario». Una de las históricas consignas, que también se gritaran durante este 8-M. La presidenta de la Confederación Vallisoletana de Empresas (CVE), Ángela de Miguel, analiza que la brecha salarial no se debe directamente a cuestiones de discriminación. El principal problema, opina, «sucede cuando nace un hijo». «Otra de las cuestiones que me preocupa es lo que ocurre en las aulas». O lo que no ocurre: en las clases de los grados universitarios de ciencias y tecnologías no hay mujeres. Su presencia supone el 10 al 20% del total de matriculas, según datos de la Escuela de Ingenieras Industriales de la Universidad de Valladolid. «Es difícil acabar con la brecha si no hay ingenieras. La situación se debe a una decisión individual, pero también de cultura, porque a veces carecen de los suficientes referentes femeninos», argumenta de Miguel.

«No creo que el 8-M haya nacido como un champiñón en medio del bosque. Sí de la dedicación de varias décadas de trabajo», enfatizaba la doctora en Periodismo y profesora del Área de Periodismo de la Universidad de Valladolid, Dunia Etura. Décadas que explosionaron con el Me too. Un movimiento que surge en 2017 tras una investigación del 'The New York Times' que desenmascara los bajos fondos de Hollywood, el Olimpo del cine. La publicación destapa los casos de acoso de varios actores y directores y se convierte en la bandera de la lucha feminista. A partir de entonces, miles de mujeres de todas partes del mundo abren el cajón de la desidia y comparten momentos de desigualdad a través de redes sociales como Twitter.

Aún así, muchas de esas historias de desaliento siguen ocultas tras la sombra. Porque, según apunta la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Malos Tratos de Valladolid (Adavasymt), los casos de agresiones han crecido un 10% respecto a 2017. La organización ayudó a 138 mujeres que les confesaron de forma anónima episodios de violencia de género. 26 nuevos casos desde el uno de enero y hasta el uno de marzo. 

Más denuncias

«Cada vez hay más mujeres que se atreven a denunciar, porque ven que ya no se encuentran estigmatizadas por el hecho de ser víctimas», opina el Colegio de Abogados de Valladolid. Así es, las 531 denuncias tramitadas en 2014 por violencia de género (531) han aumentado hasta las 722 de 2018. Un aumento que en términos porcentuales equivale al 36%.

No hay violencia sin víctima pero tampoco sin maltratador. El Copcyl atiende psicológicamente a los maltratadores. «La violencia generalmente se produce en luchas de poder dentro de la pareja», explica el psicólogo especializado en violencia de género, Javier Ares. El mismo argumenta «que cualquiera puede ser agresor», aunque precisa que es menos posible si «se dispone de una buena base educativa, de buenas habilidades de comunicación y de cierta empatía». El experto añade que la violencia de género siempre ha estado presente, pero que «la sensibilidad ha aumentado». Tal vez, una de las razones «es que las mujeres que ahora saben que sí van a ser escuchadas», argumenta.

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