Las mamografías del cribado detectan el cáncer tres años antes de que el nódulo sea palpable
Alrededor de 600 mujeres afrontan cada año un diagnóstico de tumor de mama en Valladolid: «El cribado es clave, reduce la mortalidad y permite optimizar el tratamiento», destaca el doctor Diego Soto de Prado
«Es la mejor herramienta para mejorar el pronóstico». Diego Soto de Prado Otero, jefe de la Unidad de Oncología del Hospital Clínico Universitario de ... Valladolid, destaca el papel del cribado mediante mamografías cada dos años en la supervivencia tras recibir un diagnóstico de cáncer de mama.
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Ese es un trance por el que pasan anualmente algo más de 600 mujeres (hay un 1% de casos en hombres) en la provincia de Valladolid. El Hospital Clínico Universitario oscila entre 280 y 330 pacientes atendidas al año en primera consulta de Oncología por este tumor y en el Río Hortega se diagnosticaron 319 cánceres de mama en 2024, de los que se operaron 299.
Son cifras de asistencia sanitaria algo más elevadas de la que refleja el Observatorio de la Asociación Española Contra el Cáncer, que cuantifica 156 nuevos diagnósticos anuales por cada 100.000 mujeres vallisoletanas. La media nacional es de 145 casos por cada 100.000 féminas, pero en Castilla y León aumenta empujada por el factor de riesgo que supone el paso de los años, oscilando entre los 151 diagnósticos para esa franja de población femenina de Segovia y los 169 de Zamora.
El cribado en Valladolid
29.790 mamografías en 2024
De las que 1.856 levantaron sospecha y dieron lugar a estudios adicionales con ecografía, resonancias o biopsias para confirmar o descartar el diagnóstico de cáncer de mama. El total de mujeres que pasaron por el mamógrafo de cribado el año pasado en Castilla y León fue de 143.463, con 9.199 imágenes sospechosas.
Este domingo 19 de octubre se conmemora el Día Internacional de Lucha contra el Cáncer de Mama, un problema de salud de primer orden porque es el más frecuente entre las mujeres, con la estimación de que una de cada ocho lo tendrá a lo largo de su vida, y todavía la primera causa de mortalidad por cáncer entre ellas. En 2024 fallecieron en España 6.518 personas a causa de un tumor de pecho. Esas cifras acotan un contexto que supone un desafío desde el punto de vista social y sanitario, pero que presenta una evolución esperanzadora cimentada en el aumento de la supervivencia gracias a los programas de cribado para la detección precoz y al afinamiento de tratamientos que, gracias al avance en la biología molecular y al conocimiento de los mecanismos de desarrollo de los tumores, que permiten una medicina de precisión, individualizada, con inmunoterapia.
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Así lo explica el doctor Soto de Prado, oncólogo especializado en tumores de mama y ginecológicos, que destaca que «a pesar de que la incidencia ha ido aumentado, la supervivencia ha evolucionado de forma muy positiva. En estadios precoces, la supervivencia a los 5 años es de aproximadamente el 98%». Y el diagnóstico temprano se produce gracias a los cribados, porque la mamografía detecta la lesión tumoral cuando esta es muy pequeña, hasta tres años antes de que hubiera crecido hasta formar un nódulo palpable que la mujer se hubiera notado al tocarse el pecho. El especialista del Clínico repasa cifras que dan idea de la elevada incidencia de este tumor. De las 5.734 primeras consultas que atendieron los oncólogos de este hospital entre enero de 2021 y octubre de 2025, fueron 1.484 las que tenían su origen en un cáncer de mama: una de cada cuatro.
El programa de cribado del cáncer de mama en Castilla y León empieza a los 45 años y se extiende hasta los 74, después de que el año pasado finalmente se ampliase a mujeres septuagenarias, porque se acababa a los 69 años. Por cada mil mujeres que se someten al cribado, se detectan entre cinco y siete tumores. Y la edad, coinciden los expertos, es uno de los factores de riesgo. «Tiene mucho sentido la ampliación, porque la mayor incidencia se da a partir de los 50 años y se suele prolongar hasta los 75. De hecho, gracias a esa ampliación del cribado se han detectado aquí, en el Clínico, unos 22 casos», apunta el jefe de la unidad de Oncología del hospital público ubicado en el centro de la ciudad y que da servicio a los barrios y localidades del área de salud Valladolid Este.
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El 40% de las mujeres que llegan a la unidad de radiología de mama procede del cribado y el 60% restante ha notado un bulto en el pecho
El área Valladolid Oeste tiene como referencia el Hospital Universitario Río Hortega, que centraliza las mamografías del cribado para todas las mujeres de la provincia. También en este centro, la doctora Carmen Martínez Lara, especialista en Radiología del Hospital Río Hortega y responsable la Unidad de Mama de este servicio en ese centro hospitalario, valoraba hace unos meses que los resultados avalaban esa ampliación de la edad del cribado, al haber aflorado 19 positivos en las mamografías realizadas en la segunda mitad de 2024 a mujeres de 70 a 74 años. «Es muy importante la concienciación de la población con esta ampliación de la edad en el cribado. La gente tiene la idea de que cuando se acababa el cribado [antes a los 69 años], el cáncer ya no aparece, pero no es así. Aumenta la incidencia con la edad», aseguraba Martínez Lara.
El programa de detección precoz de tumores en el pecho es una iniciativa afianzada en Castilla y León, con 143.463 mamografías efectuadas el año pasado, de las que 9.199 requirieron estudios adicionales de ecografía, resonancia o biopsia para confirmar o desestimar el diagnóstico oncológico ante una imagen que levantaba sospechas a los radiólogos. En el caso de Valladolid, 2024 se saldó con 29.790 mujeres participantes en el cribado y la llamada a 1.856 para ampliar el estudio médico. En la mayor parte de ellas se descartó el cáncer, pero aquellas que sí salieron con ese diagnóstico pudieron afrontar el tratamiento en un momento muy inicial en muchos casos. Eso permite cirugías más conservadoras y tratamientos menos agresivos en escenarios posteriores en los que se baraja la quimioterapia y la radioterapia.
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Diego Soto de Prado Otero insiste en la utilidad del cribado, pero destaca también el funcionamiento de la atención que se da a las mujeres que llegan a las consulta al margen del programa de detección precoz, por la vía históricamente considerada como más habitual, tras haberse notado un bulto en el pecho. Se les denomina pacientes sintomáticas. Las del cribado son asintómaticas, no han percibido nada que les alerte sobre un posible tumor.
«Son mujeres que acuden a su médico de Atención Primaria porque, generalmente, notan un bulto en la mama. Estas pacientes se derivan directamente al Servicio de Radiología y en aquellas con sospecha de cáncer de mama se realiza una biopsia y se citan en la Unidad de Mama para ser vistas en menos de 15 días», precisa el jefe de la Unidad de Oncología del Clínico, sobre el circuito de asistencia en este centro. No es un porcentaje menor el de las mujeres que acuden a consulta al palparse un nódulo. Al área de radiología mamaria llegan un 60% pacientes sintomáticas frente a un 40% de las que proceden del cribado.
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Factores de riesgo
Este tipo de tumores se asientan sobre un listado de factores de riesgo de diverso origen. Los hay modificables y no modificables. La mujer puede intentar actuar sobre los primeros: el sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo, con la grasa como fuente de estrógenos tras la menopausia; las dietas pobres en fruta y verdura; el consumo de alcohol; no haber tenido hijos o haberlo hecho superado los 30 años o la ausencia de lactancia materna son factores de riesgo.
Luego están los factores de riesgo que vienen de serie y no son modificables: la edad, con una incidencia que sube a medida que se cumplen años; el ser mujer (parece obvio, pero hay un 1% de pacientes varones); tener una primera regla temprana y una menopausia tardía o factores genéticos como mutaciones en genes asociados a este tumor (BRAC1, BRAC2...) son factores de riesgo no modificables, pero que deben ser tenidos en cuenta para incrementar el nivel de alerta y no saltarse revisiones.
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Todo ello enmarca este Día Internacional de Lucha contra el Cáncer de Mama, que en Valladolid coincide con las inscripciones para la marcha que la Asociación Española Contra el Cáncer convoca para el último domingo de octubre y que aspira a seguir siendo, con más de 50.000 participantes, la de mayor respaldo en España.
La importancia de la investigación y el acceso anticipado a terapias emergentes
El cáncer de mama es un tumor sobre el que hay una intensa actividad de investigación, innovaciones que han mejorado diagnósticos y tratamientos «con herramientas que hoy empleamos de forma rutinaria, como es la medicina de precisión y el uso de plataformas genómicas que evitan quimioterapias innecesarias en el 70% de los casos de bajo riesgo, minimizando efectos secundarios», expone Diego Soto de Prado. La Unidad de Oncología de este hospital participa en cinco ensayos clínicos sobre cáncer de mama para pacientes con tumores triple negativo o Her2, con alto riesgo de recaída y metástasis. El objetivo de estas iniciativas es aumentar la supervivencia en cánceres agresivos o mejorar la tolerancia a los tratamientos. Los ensayos aplican bajo un control exhaustivo fármacos que aspiran a convertirse en medicación estándar en unos años y a los que acceden así pacientes de manera adelantada. Soto de Prado recuerda el caso de una mujer joven con un cáncer de mama metastásico que participó en 2012 en un ensayo con Pertuzumab. Hoy es un fármaco de uso estandarizado, pero entonces aún no estaba comercializado. «Gracias a ese ensayo la paciente continúa en respuesta y desde hace un año he suspendido el tratamiento y está con controles y revisiones. Es un caso puntual y no se puede generalizar, pero me reafirmó en la necesidad de atraer terapias emergentes mediantes ensayos clínicos», subraya el oncólogo del Clínico vallisoletano.
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