Más de un centenar de menores reciben tratamiento en Valladolid por su adicción al cannabis
Proyecto Hombre alerta de la normalización del consumo de alcohol y pide más medidas contra el botellón
«La sociedad ha normalizado cada vez más el consumo de alcohol entre los menores e, incluso, de ciertas drogas como el cannabis fruto de sus supuestos efectos terapéuticos», advierte la directora de Proyecto Hombre, María Paz de la Puente, quien recuerda que la edad de inicio, sobre todo, en el alcohol «continúa siendo tremendamente temprana» al situarse en torno a los 13 y 14 años. Los problemas, al menos en lo que se refiere a los casos en los que los consumidores, habitualmente de alcohol y cannabis, precisan de tratamiento, suelen llegar un poco más tarde, a partir de los 16 años, la edad media de los más de cien jóvenes que esta organización atendió el año pasado para tratar su dependencia a una combinación de sustancias (68,2%), al cannabis exclusivamente (28,8%) o al alcohol (2,3%). Por su programa 'Proyecto Joven' recibieron asistencia un total de 132 jóvenes, de los que 112 eran menores. El grueso de los adictos eran varones (105 de los 132).
La parte positiva de estas cifras, correspondiente al balance anual de la Fundación Aldaba-Proyecto Hombre, hay que buscarla en el alto porcentaje de éxito de sus programas tanto para menores como para adultos (230 drogopedendientes pasaron también por las manos de sus especialistas). «El 80% de las personas dejan el consumo al mes de comenzar el tratamiento y a los seis meses mejora notablemente su estabilidad emocional, psicológica y familiar», apunta la directora de programas de la fundación, Ana Macías.
Acabar con los escenarios
Pero para atajar el problema, a juicio de sendas expertas, que cumplen ya21 años de atención a toda suerte de drogodependencias –lejos quedan ya los años de la repudia social al toxicómano tradicional–, «hay que acudir a la prevención entre los menores» y, sobre todo, «abordar el problema de una manera global que incluya también a los padres y a las administraciones». La directora de Proyecto Hombre recuerda, en este sentido, que «el alcohol es la droga por excelencia y está en la base del consumo del resto de sustancias». De ahí que considere que «los escenarios del botellón, especialmente cuando allí se dan cita los menores, deben desaparecer para evitar exponerles a situaciones de riesgo evidentes como la violencia, las relaciones sexuales de riesgo y las intoxicaciones etílicas».
María Paz de la Puente propone medidas más duras contra la venta y el consumo de alcohol entre los menores y lamenta que «ningún menor debería ser ingresado por una intoxicación etílica cuando cabe recordar que legalmente tienen prohibido expresamente beber y comprar alcohol». De ahí que desde la fundación consideren que las intoxicaciones etílicas deberían considerarse, incluso, como una variante de delito «de desprotección del menor». Los hospitales de la capital, en este sentido, atienden cada año a un centenar de menores por un consumo abusivo de alcohol. Sus padres tienen a su disposición el programa Ícaro tanto en el Clínico como en el Río Hortega, una suerte de propuesta de intervención para evitar llegar al último eslabón, que serían los programas de Proyecto Hombre, aunque seis de cada diez lo rechazan, según los últimos datos facilitados por la Junta.
Las especialistas de Proyecto Hombre, en cualquier caso, aconsejan a los progenitores «dar el paso de pedir ayuda al primer signo de problemas de consumo abusivo en un menor».