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José Luis Gómez Alonso, en su restaurante. Rodrigo Jiménez

«Me están asfixiando, no me dejan trabajar y perdí los nervios», asegura el dueño del restaurante de Valladolid que retuvo al policía

José Luis Gómez Alonso subraya que no amenazó a nadie y se considera perseguido

J. A.

Valladolid

Jueves, 24 de octubre 2019, 14:35

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«Me están asfixiando, no me dejan trabajar y perdí los nervios, cerré la puerta del local, pero yo no amenacé a nadie». José Luis Gómez Alonso, propietario del Restaurante San Martín, en la calle Camarín de San Martín de Valladolid, que ayer retuvo a un policía cuando se presentó con una denuncia para precintar su cocina, asegura que ni ha dormido en el calabozo -«no estuve ni una hora»- ni ha sido puesto a disposición judicial. «El policía no estuvo ni diez minutos dentro y yo estuve sentado en una silla», señala con respecto al encierro del agente.

«Ese policía lleva asfixiándome mucho tiempo, con malos modales y amenazas, ya no puedo más», subraya el hostelero, que se siente perseguido. Abrió el local el 30 de noviembre de 2018 y el 2 de enero lo tuvo que cerrar durante nueve meses por las denuncias de la comunidad de propietarios respecto a la extracción de humos, algo que ya ha arreglado conforme a la normativa, según recalca este empresario de 30 años. Todo en su establecimiento está en orden, argumenta, y aún así sigue teniendo problemas con el vecindario.

La de ayer era una denuncia por sobrepasar los decibelios, algo que rechaza. «He invertido 400.000 euros en los dos negocios que tengo y también con el otro -el Patio de Triana- tengo multas por valor de 5.000 euros por ruidos cuando las mediciones no sobrepasaban los límites», argumenta. A su juicio, alguien quiere hacerle «la vida imposible». Subraya que da trabajo a 17 personas de forma directa, a lo que hay que añadir el gasto en género para sus restaurantes, que supone más empleo para la ciudad. Factura, subraya, 1,5 millones de euros al año.

«Soy un emprendedor, quiero que esto salga a la luz, porque se están cometiendo muchas injusticias conmigo», dice, además de reprochar los complejos trámites administrativos que le están haciendo pasar en el Ayuntamiento «por solo querer trabajar». «He estado con ansiedad y con depresión por este tema», añade el restaurador, quien recuerda que la licencia de su local está vigente desde el año 1982.

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