

Secciones
Servicios
Destacamos
El curso de las aguas del vallisoletano río Esgueva surcan mezcladas con las del romano Tevere… ¡Todos los ríos llevan a Roma! Y en la ... barca del pescador Pedro arriba Aquilino Bocos Merino, nacido en Canillas de Esgueva el 17 de mayo de 1938 y cardenal desde el 28 de mayo de 2018. Pese a tener más de 80 años, por lo que ya no puede votar en el próximo cónclave de elección del nuevo Papa, lo cierto es que sí participará en las reuniones preliminares y en la preparación del proceso. Orgullo de la congregación y de la tierra, comentan los religiosos claretianos, la orden a la que pertenece, pero también los presbíteros diocesanos de Valladolid.
La muerte del Papa Francisco el pasado lunes ha llevado a la Iglesia Católica al periodo de Sede Vacante, un tiempo en que la administración de los asuntos eclesiásticos queda en manos del Colegio Cardenalicio. Y existen muchas conversaciones, mensajes y correos electrónicos con la misma llamada: presentarse en la Ciudad del Vaticano a la mayor brevedad: «Estaba escribiendo un artículo para una revista el lunes a primera hora y me aparecía una alerta en la tablet, me llegaba un correo del cardenal decano de Roma para citarme». Ha comenzado la transición del papado. Por eso monseñor Aquilino está haciendo su maleta. Reconoce que el móvil ha sonado unas cuantas veces y de repente entra la llamada de El Norte de Castilla. El periódico decano, como él mismo asiente, y de su tierra. Porque aunque alejado de sus «queridos vallisoletanos», como dice, desde hace muchos años, lo cierto es que mantiene la raíz y revela que muchas de sus buenas amistades son oriundas de aquí como irá desgranando en la conversación.
¿Qué lleva en la maleta un cardenal, padre? Mientras habla de lavadoras, tender y bien preparar su equipaje, este claretiano residente en Madrid detalla que tiene en su maleta «dos sotanas con solideo, una negra y una roja para los funerales, la cruz pectoral junto al clériman, mitra, bonete, trajes con camisas blanca y negra para según qué momentos… además otros signos episcopales, de mudas… ¡Y las medicinas que no se me pueden olvidar!» -Exclama entre risas. El rosario también va con él siempre indicando que el rezo del rosario le aporta mucha paz y serenidad que le ayuda a encontrar la fraternidad. Una maleta donde prima el color negro, con algo de blanco, pero donde sobresale el púrpura, el color que simboliza la sangre de Cristo y que los cardenales deben ser fieles al papa y defender la Iglesia hasta la última gota de su sangre, o sea hasta, si es preciso, el martirio. Es la gran promesa que hacen los cardenales al ser investidos como tal.
Este mismo miércoles 23 de abril coge un avión desde Madrid-Barajas Aeropuerto Adolfo Suárez para hacer el trayecto a Roma. Una ruta que ha hecho casi en innumerables ocasiones. ¿La última? El año pasado, en el mes de mayo: «Un día me llamó el Papa Francisco por teléfono y me dijo, ¿por qué no te vienes y hablamos un rato? Y, pasados unos días, allí que me presenté y charlamos». «Como siempre fue una conversación maravillosa, amigable. Francisco era un hombre muy cordial, muy amable con todos y una persona de muchos detalles». Este vallisoletano empieza así su estrecha relación con Mario Bergoglio, con quien coincidió «en innumerables ocasiones», en diversas convocatorias de sínodos, «él era obispo auxiliar de Buenos Aires y el enviado elegido para estas reuniones y yo era superior general de los Misioneros Claretianos (desde 1991 hasta 2003)».
Noticia relacionada
En aquella cita Aquilino Bocos Merino jugó un papel importante en la reflexión sobre la dimensión eclesial de la vida religiosa entendiéndolo él mismo como un «sínodo crucial» para la Iglesia donde se discutió sobre la necesidad de una vida religiosa que sea profundamente enraizada en la Iglesia, con una fuerte conciencia de la misión y de la pertenencia a la comunidad eclesial. Y en esta línea coincidió con el Papa recién fallecido. Desde esta convocatoria, otras cuantas. Y otros momentos donde conoció a una de las personas que han marcado la vida de este claretiano, la madre Teresa de Calcuta. Es más, en alguna ocasión recuerda que coincidieron los tres: Mario, Teresa y Aquilino, «con conversaciones que daban mucho de sí, muy intelectuales pero muy de hablar de las personas y dar gracias a Dios por tantos encuentros». Volví a coincidir con el Papa también siendo ya obispo de Buenos Aires. Un periodo, éste de Aquilino, en el que se muestra orgulloso de haber conocido a los papas Pablo VI, Juan Pablo II o el Padre Arrupe.
«Francisco era muy de encuentros, muy de tú a tú. Un hombre excepcionalmente humano. Vivía para aquel con el que se encontraba en su camino de la vida», señala este sacerdote para reconocerle «una capacidad intelectual muy alta. ¡Grandísima! De un discernimiento extraordinario y, sobre todo, lo sé por él mismo, una persona que nos inculcaba la oración y la santidad». «Toda su vida ha sido así, sin filtros y de la mano de las personas», asevera también el claretiano mientras atiende con mucha atención y dedicación la llamada de este periódico al hilo de lo que le gustaba al Sumo Pontífice: «Amar la conversación con el otro».
Una semblanza del Papa Francisco que le lleva a definirle como «integro, coherente, evangélico» y una persona «preocupada y pendiente de que la Iglesia viva evangélicamente y de que los hermanos vivamos como hijos de Dios». En este sentido, rememora, «una de las grandes preocupaciones de Bergoglio era poner paz en el mundo, en los grandes conflictos, pero también en las distancias cortas. El problema más acuciante que tenemos en la sociedad actual -dice Aquilino del Papa- es que la gente no piensa y no piensa la relación de Dios con los hombres». «Era un Pontífice muy clarividente, de querer encaminar a un mundo tan confuso y de relaciones tan crispadas», precisa este monseñor vallisoletano.
Exaltando estos valores del encuentro entre las personas como «fundamental para el Papa Francisco», pero que él lo comparte absolutamente de la misma manera que otras reflexiones alrededor de «la proximidad, la presencia, la Iglesia de salida, el hospital de campaña…». Un encuentro entre las personas que el propio Aquilino Bocos Merino también pone de actualidad y se enorgullece de mantener el contacto en tierras vallisoletanas como con Luis Argüello, arzobispo de Valladolid, Aurelio García Macías, obispo de Rotdon, o José San José Prisco, decano y catedrático de la Facultad de Derecho Canónico de Salamanca. Tres nombres muy de actualidad, además, esta misma Semana Santa porque bajo el auspicio del prelado vallisoletano, monseñor García Macías fue el Pregonero de la Semana Santa de Valladolid el pasado 4 de abril y San José Prisco fue el predicador del Sermón de las Siete Palabras el 18 de abril en la Plaza Mayor.
Tres nombres vallisoletanos muy ligados también a la actualidad vaticana por los lazos que unían a los tres con el Santo Padre por las responsabilidades de Argüello como presidente de la Conferencia Episcopal Española, con García porque es subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano y porque Prisco es miembro de la Comisión Canonística del Sínodo de Obispos e incluso en el año 2023 fue nombrado por el Papa Francisco experto para el Sínodo sobre la Sinodalidad. Es más, en esta afable conversación, a pocas horas de embarcarse para asistir al funeral del Papa Francisco, revela con emoción que este año estuvo apunto de asistir al Sermón de las Siete Palabras de la cofradía homónima pero un cambio de agenda de último momento se lo impidió: «Había ya preguntado para poder ir», reconoce el cardenal.
Estas tres personalidades y pero suma más «estimados y buenos amigos»: el obispo emérito de Santander, Manuel Sánchez Monge, con quien Aquilino mantiene una estrecha relación y muy partícipe en la actualidad de la vida eclesial de la Diócesis, así como el arzobispo emérito de Valladolid, Ricardo Blázquez, con quien mantiene amistad y a quien vino a felicitar en la celebración hace tres años de su 80 cumpleaños. Junto a ellos cita a otro gran vallisoletano, el gran riosecano, monseñor Carlos Amigo, al que recuerda con especial cariño y emoción hasta el punto de que «siempre llevo en mi corazón la primera misa que dio en Medina de Rioseco y yo, ya joven, estudiando, le ayude de monaguillo».
Así, Aquilino Bocos Merino, el cardenal vallisoletano, haciendo un repaso por su vida vallisoletana vuelve a poner el protagonismo en el Papa Francisco, «que decía que en la vida siempre hay que ofrecer luz y paz». «Recemos por él porque, aún con el pesar de la noticia, por la persona, su talla y su servicio, su muerte es de esperanza porque fue a morir el día de más alegría, el día de Pascua».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.