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Alberto Velasco atiende a una clienta en su furgoneta de venta ambulante, en su última día de mercado en Íscar. Cruz Catalina
Adiós a un clásico vendedor en Íscar

Adiós a un clásico vendedor en Íscar

El segoviano Alberto Velasco Muñoz deja su actividad después de 50 años dedicado al comercio ambulante de quesos y legumbres selectas

Cruz Catalina

Íscar

Lunes, 7 de enero 2019, 15:30

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Muchos de sus clientes habituales no quisieron perder la ocasión de despedirse de Alberto, de decirle adiós, de acompañarle en su último día de trabajo en Íscar y en otros muchos pueblos de la comarca pinariega. A caballo entre Valladolid y Segovia ha trabajado Alberto Velasco Muñoz con su puesto de venta ambulante. En su despedida, se ubicó en el recinto de la avenida de Juan Carlos Domínguez, donde tiene lugar el mercado semanal al aire libre iscariense. Hasta allí se acercaron los clientes, no ya solo para hacer acopio de legumbres selectas o queso para la semana o el mes, sino para despedirle y desearle lo mejor en el futuro, puesto que el pasado 31 de diciembre, con la despedida del año, Alberto cesó su actividad comercial como vendedor ambulante.

Menudo y soltero, con su habitual derroche de sencillez, simpatía y buen humor, Alberto besó y saludó a la mucha y fiel clientela que ha ido haciendo a lo largo de medio siglo de actividad en los otros mercados semanales al aire libre en los que ha sido siempre fijo: la villa de Coca los lunes, los barrios de San José y Los Huertos, y más tarde en la Plaza Mayor de Segovia los martes y jueves, Cantalejo los viernes, y junto al colegio Villalpando de la capital segoviana los sábados.

Alberto cesa la actividad porque, aunque de forma anticipada, se jubila, «no por falta de negocio, sino porque llega el momento de descansar después de medio siglo sin parar». De ellos, 36 años desde que cogiera el testigo de sus padres. «No hay nadie de la familia que pueda continuar con el negocio, pues estoy soltero, y por no tener, no tengo ni sobrinos», dijo. Yañadió que llevar el puesto «es mucho más esfuerzo de lo que a la gente le pueda parecer». «Además de estar toda la semana liado de mercado en mercado, a mí me gusta viajar hasta los lugares de origen, donde adquiero directamente a los productores los quesos y legumbres que luego vendo, pues es la forma de llevar a mis clientes lo mejor». Eso, asegura, le ha obligado a tener que viajar continuamente a La Pola de Gordón (León) para seleccionar los mejores quesos de vaca y oveja, y a diversas localidades de las provincias de Salamanca, Zamora, León y también de Segovia para seleccionar las mejores variedades de alubias, garbanzos y lentejas.

«Me gustaba viajar para adquirir en los pueblos de origen los productos que luego vendía»

Se ha movido de pueblo a pueblo en un pequeño camión, ahora dotado de sistema de refrigeración frigorífica. Pero antes recorrió la comarca pinariega con una furgoneta Citroën C15 y aquella inolvidable 2CV con la que empezó a acudir al mercado de Íscar hace cinco décadas, junto a sus padres, con apenas 12 años. Alberto cesará de hacer kilómetros dejando en la memoria de los habituales la imagen de una persona sencilla y agradable que siempre recibía a sus clientes con un saludo cordial y una cuñita de queso para los más pequeños que acompañaban en la compra.

Recuerdos del mercado

Echando la vista atrás, recuerda los diferentes emplazamientos en los que se ha instalado a lo largo de los últimos 50 años el mercado semanal iscariense: la Plaza Mayor cuando aún estaba sin urbanizar o la plaza Torrevieja, que todo el mundo conocía como la del mercado. «Allí nos trasladaron y comencé a venir ya con mayor frecuencia junto a mis padres, siendo un chaval recién salido de la escuela. Entablamos una cordial relación de amistad con los vecinas que allí vivían, las señoras Lorenza y su hermana Margarita, Isabel, Pilar y Felipa, de las que guardo muy buenos recuerdos. Aún mantengo la amistad con sus descendientes, pues siguen siendo fieles clientes». El repaso por los espacios de mercado continúa después en las calles Huertos y Primitivo Aguado, los aledaños de la plaza de toros («emplazamiento en el que apenas estuvimos un par de semanas»), la avenida del Estadio y ahora Juan Carlos Domínguez, donde finalmente el Ayuntamiento decidió fijarlo, con el actual recinto cerrado en lo que fuera el antiguo campo de fútbol San Miguel.

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