Castromonte intenta localizar los restos del padre Hoyos en la iglesia parroquial
Espera el permiso de la Junta para llevar a cabo una cata arqueológica en el templo
LAURA NEGRO
Lunes, 4 de enero 2016, 18:08
Ciento veinte años buscando sus restos sin ningún resultado. Excavaciones, investigaciones y múltiples análisis se han llevado a cabo durante más de un siglo, sin encontrar indicios fidedignos del paradero del cuerpo del beato Bernardo Francisco de Hoyos. Todo parecía indicar que estaba enterrado en algún lugar de la Iglesia de San Miguel, en Valladolid, pero tras infinidad de excavaciones, ninguna prueba clara. Ahora, los vecinos de Castromonte han abierto otra vía de investigación al dar a conocer que tienen suficientes indicios para creer que la osamenta del venerado Padre Hoyos puede estar enterrada en la Iglesia de la Purísima Concepción de su localidad. Según ellos, las pruebas son tan concluyentes que hace meses se lo hicieron saber al Arzobispado de Valladolid, que está estudiando los datos aportados y está estableciendo los protocolos de actuación oportunos. En principio, si todo va según lo previsto, el último fin de semana de enero, una vez que la Junta apruebe los permisos, se llevará a cabo una cata arqueológica.
Un cúmulo de casualidades ha dado origen a esta historia, que podría poner punto final a muchos años de investigaciones. La primera protagonista es María Luz C. E., una castromontina de 79 años de origen salmantino a la que cuando tenía tan solo 14 le hicieron una revelación que mucho tiempo después cambiaría su vida y la de su pueblo. «En 1950 yo estudiaba en el colegio de las Jesuitinas y un día fui a visitar a mi tía, la madre Aurora, que estaba acompañada de otras monjas procedentes de Sudamérica. Una de ellas, al enterarse de que yo era de Castromonte, me dijo que en ese pueblo, bajo el altar de la Purísima Concepción, estaba enterrado el Padre Hoyos», relata emocionada. La inocencia y juventud de María Luz, unidas al desconocimiento sobre la vida y obra del Padre Hoyos, hizo que mantuviera esta confesión guardada durante 65 años, aunque nunca la olvidó. «Siempre que entraba en la iglesia intentaba sentarme lejos de aquel altar, porque me daba miedo que allí hubiera un muerto», asegura.
María Luz guardó siempre aquel secreto hasta que en julio del pasado año escuchó de forma casual una conversación que mantenían su sobrino Ángel Santos y su vecino Luis Romo sobre la historia del pueblo. «Estábamos en medio de una interesante charla sobre dos tumbas antiguas que hay en la iglesia porque pretendíamos escribir un libro sobre la historia del pueblo cuando entró mi tía a traernos un café. Al escucharnos nos dijo, sin darle demasiada importancia, que quien estaba enterrado allí era el Padre Hoyos», explica Ángel. Esa inesperada confesión de María Luz fue el gran detonante para que los vecinos iniciaran su cruzada.
A medida que los castromontinos van conociendo más datos, la historia va tomando más forma. Tras la revelación de María Luz, Luis Romo, constructor de profesión, recordó como en el año 1995, mientras se acometían unas obras en el interior de la iglesia, apareció una losa bajo el altar de la Purísima Concepción en cuya inscripción él pudo leer un rótulo esculpido en el que ponía: Bernardo Francisco de Hoyos. En aquel momento, este nombre nada significó para Luis, por lo que tampoco le dio demasiada importancia. «La losa fue desafortunadamente destruida por un vecino que, sin mala intención, entendió que entorpecía en la colocación de la tarima del templo. Los restos fueron llevados una escombrera», lamenta Romo.
Los vecinos de la localidad, liderados por Ángel Santos y Luis Romo, siguieron investigando hasta que, tras unas conversaciones con una familia castromontina apellidada Hoyos, averiguaron que en esta familia, existía una tradición oral que ha ido pasando de padres a hijos, que asegura que los restos de Bernardo F. de Hoyos descansaban en la iglesia. «Nuestra vecina Máxima Martín Hoyos nos ha relatado que su madre le explicó que cuando el apellido Hoyos se extinguiera en la localidad se debía descubrir una losa sepulcral en la que aparecería inscrito el nombre de Bernardo de Hoyos. Y resulta que el apellido está a punto de perderse», explica José Ignacio Bueno, párroco de la localidad y quien también está muy involucrado en la investigación. «También nos contó que, según su familia, el cuerpo del Padre Hoyos fue traído desde el Monasterio de la Santa Espina, de noche y a escondidas, para que fuera enterrado de nuevo en Castromonte, entre el confesionario y el retablo de la Purísima Concepción, lugar que coincide con la lápida encontrada en 1995», continúa el sacerdote.
Según la versión de los vecinos, es muy probable que el Monasterio de La Santa Espina fuera el lugar donde a finales del siglo XVIII se trasladaran los restos del beato desde la Iglesia de San Miguel y que, ante la invasión francesa, por prudencia y prevención, se decidiera distribuir las reliquias del monasterio entre las parroquias cercanas para conservarlas y velar por su seguridad. «Posiblemente el Marqués de Trebolar, administrador del monasterio y que residía en Castromonte, intercediera para que los restos de Bernardo de Hoyos fueran traídos a nuestro pueblo», apostilla Ángel Santos.
Salvaguardar los restos
Los vecinos están tan convencidos de que en su iglesia yace el beato, que recientemente han inaugurado una capilla en su honor y han creado la Asociación Cultural Capilla Bernardo de Hoyos, que persigue velar por la salvaguarda del patrimonio religioso, histórico, artístico, etnográfico y cultural relacionado con el jesuita, así como la protección y salvaguarda de sus restos mortales, bajo la tutela del Arzobispado. «La postura que mantenemos desde la Asociación es respetar la voluntad histórica de 200 años cumplidos, desde que alguna mano caritativa lo llevara a Castromonte», asegura Luis Romo, quien ocupa el cargo de presidente. «Son demasiadas coincidencias. Estamos plenamente convencidos de que el Padre Hoyos está aquí enterrado», afirma tajante. «Nuestro mayor temor era que desde el Arzobispado quisieran llevarse los restos a Valladolid, pero en Castromonte queremos que si está aquí enterrado, aquí se quede», recalca. «Para la comarca sería algo muy importante. Nació en Torrelobatón, parte de su vida transcurrió en Villagarcía de Campos y si está enterrado en Castromonte, lo suyo es que se quede aquí y sirva para revitalizar esta zona», añadió José Ignacio Bueno, el párroco. «Estamos más tranquilos, porque el vicario de la Diócesis, Luis Argüello, en su homilía cuando inauguramos la capilla, aseguró que si los restos aparecen, se quedarán en nuestro pueblo», señaln.
El pasado mes de septiembre llevaron a cabo trabajos de excavación en la escombrera donde en 1995 se tiró la lápida que apareció en el templo y, además, han utilizado técnicas de detección de metales sobre el lugar donde se encontró la losa. «Sus aparatos detectaron la presencia de metal noble, zinc o plata en el perímetro de la tumba», aseguran.
Además, han contactado también con un equipo de arqueólogos, liderados por Julio del Olmo, que, de forma altruista, pondrán en marcha en los próximos días unos trabajos para la apertura de la fosa y exhumación de los restos. Luis Argüello señala que «estamos trabajando de forma conjunta con la comunidad parroquial de Castromonte y pendientes de establecer los protocolos oportunos. La Santa Sede tiene un protocolo establecido, que, en el caso de las personas pendientes de canonización, como es el caso del Padre Hoyos, es muy exigente. Tenemos que ser muy rigurosos. En los próximos días se decidirá una comisión de trabajo».
Los expertos han realizado un informe previo a los trabajos en el que plantean las distintas posibilidades en las que se pueden encontrar los restos. Una, que es la que se ha mantenido en la memoria, y que afirma que fue trasladado a Castromonte en su féretro original. Por tanto, los restos se encontrarían en su posición anatómica. Y dos, cabe la posibilidad de que en el momento de su traslado el esqueleto se haya recogido y depositado en una caja de reducción de restos, por tanto de un tamaño inferior a un féretro común y como consecuencia unos huesos amontonados sobre otros, relata el informe.
Una vez exhumados, se trasladarían al laboratorio de Antropología Forense, ubicado en Verín (Orense) para su análisis a cargo del antropólogo Fernando Serrulla. «Se podrán realizar trabajos de determinación del ADN, ya que no es posible realizar una comparación con otros restos atribuidos al beato o con sus descendientes», explica Luis Romo.
En el pueblo, estos días se viven con gran expectación. Han sido muchos meses de intensa búsqueda, recopilación de información, reuniones con el Arzobispado de Valladolid y la Junta de Castilla y León y gestión de los permisos correspondientes. Ya queda menos para averiguar si el impulsor del culto al Sagrado Corazón y autor del libro El tesoro escondido está enterrado o no en Castromonte.
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