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El inquilino, que acumula ya dos desahucios, porta sus enseres en su bici, con la que acude a diario a una chatarrería de Argales.

Un inquilino afronta su tercera expulsión en tres años por impagos y malos olores en Valladolid

Los operarios de Limpieza acaban de retirar 2,7 toneladas de basura de su piso de la Cruz Verde

j. s.

Lunes, 19 de enero 2015, 17:45

Primero fueron los vecinos del número 27 del paseo de Farnesio (Delicias) los que tuvieron que soportar durante nueve larguísimos años (2003-2012) la presencia del inquilino más incómodo de la capital en su bloque. Después, cuando por fin lograron su desahucio, el problema se mudó al número 36 de la calle Arrabal (La Overuela). Allí vivieron el mismo infierno sus inquilinos hasta que el dueño del piso logró ejecutar su desalojo (2012-2014). Y ahora, desde hace casi un año, la historia se repite en el número 3 de la plaza de la Cruz Verde. El protagonista, Jaime M. B., se enfrenta allí a su tercer proceso de desahucio en los últimos tres años por impago y, en especial, por los malos olores que genera la acumulación de basuras en sus viviendas.

¿Un caso típico de síndrome de Diógenes las personas que lo padecen acumulan basuras de forma compulsiva? Pues, en principio, no. El inquilino se dedica a recoger desperdicios y chatarra, que acumula y trata en sus sucesivos hogares desde hace doce años para después venderlos al peso. Lo malo es que sus centros de operaciones han sido siempre pisos al uso situados en comunidades de vecinos, en los que convive con ocho gatos y en los que habitualmente tiene cortados los servicios de electricidad, gas y agua por el impago reiterado de las facturas.

Expediente abierto en mayo

Pues bien, el inquilino, pese a todo, ha logrado encadenar contratos legales de alquiler a raíz de sus sucesivos desalojos el último lo firmó a través de una inmobiliaria hasta llegar a su actual vivienda en el cuarto piso del número 3 de la Cruz Verde, un bloque mucho más amplio que los anteriores tiene ocho alturas al que se mudó oficialmente el 28 de febrero del año pasado, cuando el juzgado acababa de ejecutar su desalojo de La Overuela año y medio antes había sido desahuciado de Farnesio después de nueve años de batalla legal contra la comunidad.

Su llegada al inmueble no pasó desapercibida para sus nuevos vecinos y en apenas unos días comenzaron a acumularse las quejas ante el Ayuntamiento por los malos olores procedentes de su vivienda. El enésimo expediente municipal contra Jaime M. B. lo abrió la Concejalía de Medio Ambiente el 22 de mayo de 2014 y en los dos meses siguientes sus técnicos intentaron, sin éxito, notificárselo. Los inspectores de Salud Pública accedieron después a la vivienda y confirmaron la evidencia, es decir, que en su interior se acumulaban toneladas y toneladas, literalmente, de desperdicios orgánicos y, sobre todo, de chatarra. Así que el jueves, día 8, casi ocho meses después, los operarios del Servicio de Limpieza retiraron de la casa 2.700 kilos de basura.

«Solo se retiraron los desperdicios orgánicos (comida, papel...) y se dejaron allí un montón de bicicletas, maderas y un sinfín de objetos metálicos», confirmaron ayer fuentes municipales. Y aún así, chatarra aparte, fueron 2,7 toneladas las que salieron de la vivienda del cuarto piso.

Entre tanto, y desde el mes de septiembre, la hija de la dueña de la vivienda una mujer de avanzada edad que reside en Madrid inicio el tercer proceso de desahucio contra el inquilino, esta vez, exclusivamente por el impago del alquiler. El juicio se celebrará en las próximas semanas y para entonces deberá a la propietaria las mensualidades del contrato legal de arrendamiento, que firmó en marzo, desde junio.

Daños a costa de las víctimas

La comunidad, por su parte, declinó embarcarse en un procedimiento judicial contra el inquilino por los malos olores como sí hicieron en su día los residentes del número 27 del paseo de Farnesio. Pero es que su batalla legal, sin el apoyo entonces de los propietarios, les supuso más de ocho mil euros en gastos hasta que lograron expulsarle de su edificio el 24 de julio de 2012. Su marcha la celebraron los afectados con champán.

Del piso de Farnesio se retiraron al día siguiente más de tres toneladas de basuras. La casa en sí estaba completamente destrozada, al igual que las zonas comunes del inmueble, cuya reparación tuvieron que abonar de su bolsillo los propios vecinos.

El segundo desalojo del inquilino, el de La Overuela, fue diferente. Allí el dueño, con el apoyo de la comunidad, logró llevarlo a efecto por el impago del alquiler (1.750 euros) en un año y medio. El desahuciado, al menos, dejó la casa relativamente limpia se limitó a sacar la chatarra, aunque la posterior reforma le supuso al propietario 3.000 euros. El bloque de la calle Arrabal, eso sí, no sufrió demasiados daños materiales.

Centro de reciclaje

La situación se repite ahora en el número 3 de la Cruz Verde con la diferencia de que en su caso no se han producido hasta la fecha daños en la comunidad. «Los olores que salen de su casa son nauseabundos y en el ascensor no hay quien pare por el mal olor, ya que se pasa el día y la noche subiendo y bajando sacos y sacos de basura», explicaban ayer los vecinos antes de relatar cómo el jueves, en cuanto los operarios municipales abandonaron la vivienda, «volvió a subir con sacos de basura».

El inquilino utiliza su piso como centro de reciclaje y después realiza a diario hasta dos o tres viajes cargado de sacos en su antigua bicicleta de carreras hacia una chatarrería de la calle Vázquez de Menchaca, en el polígono de Argales, donde vende al peso los metales. «Cada uno se gana el pan como puede», justificó el día que limpiaron su piso a la fuerza. El abogado de la propietaria del piso confía en poder resolver su desalojo «lo antes posible».

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