La inesperada figura del toreo de La Maestranza
La calle, en La Rubia, alberga historias de aspirantes a matador y a la penúltima generación de una saga de boticarios
Víctor Vela
Lunes, 9 de junio 2014, 13:23
Rafael Castrillo El Chirri, natural de Santo Domingo de Silos, en Burgos. Se vino a Valladolid con un objetivo:triunfar en el mundo del toreo. La casualidad o tal vez el destino lo acercó hasta la calle de la Maestranza, que tiene su aquel taurino. «Tenía mucho arte», rememora José Bustamante. El problema es que «todo lo que tenía de arte lo tenía de miedo». Así que Rafael no hizo carrera con el capote y finalmente se dedicó a lo que de verdad estaba encaminado, al tratado de ganado. Yahí sí que era bueno. Con arte y sin miedo.«Ytratante de todo:de terneros, de borricos, de cerdos». Como complemento a esta actividad decidió abrir una carnicería en esta calle de La Rubia. «Lo suyo en verdad era el negocio y no tanto el despacho de carne», reconoce José Bustamante, Pepe, quien es ahora la persona que atiende esta carnicería. Natural de Villavaquerín e hijo de labriegos, se vino a Valladolid a trabajar con solo 14 años, nada más terminar la EGB. «Me llamó mi hermana, que se casó con el tratante, y me dijo que aquí había trabajo», dice.
Desde hace veinte años está al frente de la carnicería. Y desde su mostrador de filetes y chorizos la carne es criada y cebada en Villavaquerín ha visto cómo ha cambiado la calle de la Maestranza. «Cuando llegué estaba sin asfaltar. El parque Arturo León, a medio construir. Hay vecinos que se han hecho mayores, otros que ya se han ido...». Ylocales que han cerrado. Rocío González, su mujer (se conocen desde niños, cuando ambos coincidían en las fiestas del pueblo de él), hace el repaso.«Allí había una peluquería, ahí un asador, aquí un servicio técnico...». Tiendas que se han quedado sin actividad.
Aunque hay otros locales que reverdecen. Como el del bar Montañés. María Isabel Polo volvió a abrir sus puertas el pasado 22 de mayo.Lleva apenas tres semanas embarcada en esta aventura hostelera. «Mi marido está en el paro y yo trabajaba en otro bar de La Rubia. Cuando vimos la posibilidad decidimos coger el relevo aquí». El Montañés vive una nueva vida, una segunda juventud. María ha redecorado el bar. Lo ha pintado, ha cambiado el suelo, ha comprado vajilla, instalado nueva maquinaria... «Y estoy contenta». Unos carteles anuncian que la especialidad de la casa son unas patatas bravas de chuparse los dedos... y luego, cada día hay distintas propuestas de tapeo. Hoy, por ejemplo, huevos con jijas.
Y de los recién llegados, a veteranos como José Luis Rodríguez. Llegó a La Rubia hace 15 años, cuando cogió el testigo de una farmacia que lleva cuarenta años en la calle. Para José Luis supuso un cambio de vida brutal. Sobre todo porque llevaba 13 años continuados en la farmacia de La Unión de Campos.«Me hacía 166 kilómetros para ir a trabajar», rememora el penúltimo eslabón de una larga estirpe de boticarios. Las raíces del árbol genealógico están en Félix, su bisabuelo, natural de Benavente. Allí tenía una farmacia. Y como recuerdo de aquella vieja botica quedan unos tarros de porcelana, blancos, en el lomo grabado el nombre de las hierbas que hay en su interior. Por ejemplo, la raíz de ipepacuana, perfecta para evitar el vómito.
«Antes no había medicamentos, así que todo se preparaba con plantas, con flores, con polvos químicos. Yen cada uno de estos botes estaba un ingrediente. Luego se preparaban las dosis y se despachaban envueltas en paquetitos», evoca José Luis. Es bisnieto y nieto de farmaceúticos. Pero la tradición tiene futuro.Su mujer también atiende una farmacia (en La Flecha)y sus tres hijos han decidido encaminar su futuro por el mundo de las recetas. Los tres son farmacéuticos. Una saga en toda regla.
Yno es la única con presencia en la calle de La Maestranza. Urbano Ferreira es el enviado especial de una gran familia de productores de muebles de Paços de Ferreira, un pueblo al lado de Porto, en Portugal. El negocio cumple ahora 40 años de historia y Valladolid forma parte de su expansión por España. Primero abrieron una tienda en Toro (Zamora)y luego miraron hacia el Pisuerga. «Las tiendas de muebles son como los restaurantes. No importa mucho el lugar en el que te establezcas. Si ofreces un buen servicio, una buena calidad precio, se corre la voz, funciona el boca a oreja, y entonces la gente te viene a visitar». Mobiliario Portugués es el nombre de este negocio que ha hecho nido en La Rubia y que atiende las particularidades de cada cliente.«La ventaja es que se puede hacer todo al milímetro, como lo pida el comprador». Aquí en Castilla, reconoce, gusta mucho el mueble de madera que parece madera. «Está muy de moda el lacado, con una imagen más moderna, pero aquí se sigue demandando mucho la apariencia de madera», explica Urbano, con un cadencioso acento portugués que ha encontrado en La Maestranza, en La Rubia, un hueco para vivir.