Sin terreno suficiente

Fue el pasado mes de mayo cuando la Consejería de Medio Ambiente ordenó el cese de la actividad, el desalojo de la explotación y medidas de restauración en la granja de Frimols, poniendo así fin a un proceso administrativo de dos años de duración. La resolución se argumenta en el hecho de que la empresa no solicitó en tiempo y forma la autorización de inicio de actividad y no ejecutó las medidas correctoras impuestas, es decir, no construyó la exigida depuradora de purines para evitar el vertido al río.

Desde la dirección de la granja aseguran que la nueva normativa exige disponer de entre 300 y 350 hectáreas de terreno donde depositar estos residuos animales para evitar la habilitación de un sistema de depuración y que ese es un espacio suficiente para recoger el purín en forma de abono sin que este desemboque directamente en el río. Dado que el espacio de la granja berciana era mucho menor, el suyo era un caso obligado de depuración. No tenían ni el terreno ni el dinero necesario para afrontar tal gasto, así que su única solución era el cierre, recordaron fuentes de la empresa, garantizando, eso sí, que cumplían con todos los parámetros sanitarios y de ganaderos exigibles.

«Entre Miedo Ambiente y la Confederación Hidrográfica han hecho que la cuantía necesaria se disparase a más de un millón de euros y no hay aval financiero», lamentó uno de los responsables.