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De los neumáticos a la boca, con sabor a regaliz y menta

PPLL

Domingo, 2 de octubre 2011, 03:05

La primera vez que el chicle -esa mezcla de gomas de resinas naturales o sintéticas, azúcares o edulcorantes- se coló en el diccionario corría el año 1899 y ya hacía unas décadas que Thomas Adams había patentado su invento, la goma de mascar, un producto industrial que tiene sus orígenes en la antigüedad, cuando los hombres del mesolítico mordían resina de abedul. Eso sí, la referencia histórica más fidedigna se sitúa en América, ya que los aztecas (en el norte de Guatemala y la provincia de Yucatán) mascaban látex del zapote, el fruto de un árbol de la zona. Siglos después, el general mexicano Antonio López de Santa Ana debió mostrar esta resina al empresario estadounidense Thomas Adams, quien primero intentó utilizarlo para sustituir al caucho en la fabricación de neumáticos. Eso no funcionó y al final lo terminamos mordiendo, al principio (1870), con sabor a regaliz, y desde 1885, con el clásico sabor a menta que le dio William J. White.

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