Dos orejas de pico y pala
Urdiales y Castaño consiguen arrancar un trofeo, mientras que Doyague acusa falta de rodaje
JOSÉ MARÍA DÍAZ
Domingo, 4 de septiembre 2011, 14:24
Resulta muy difícil colocarse ante un toro en una plaza como la de Palencia después de casi un año de ausencia de los ruedos. Y todavía resulta mucho más complicado cuando lo que se tiene delante es un ejemplar de Antonio Bañuelos, de más de 500 kilos y con una presentación de las de postal. Ante esto se tuvo que enfrentar ayer el palentino Carlos Doyague, con el agravante de que su primer enemigo no era precisamente un caramelo, sino un animal correoso, que le miraba y buscaba continuamente. Pese a todo, Doyague consiguió trazar algunas tandas de derechazos de mucho empaque y algunos naturales de sumo gusto. Pero la falta de rodaje salió a relucir en la suerte suprema y el palentino falló con la espada, con tan mala suerte que en uno de los trasteos para colocar al toro sufrió un puntazo en el muslo derecho, que le hizo dolerse durante toda la corrida, aunque pudo aguantar hasta el final del festejo antes de pasar por la enfermería.
Ante el sexto, mucho mejor toro, Doyague acusó el golpe recibido y comenzó la faena de muleta con demasiada prevención, aunque poco a poco se fue afianzando al comprobar que el animal tenía buenas cualidades. El toro pasaba, y Doyague pudo interpretar un toreo artístico con su mano derecha. Se defendía más el toro por la izquierda, con lo que no llegaba la transmisión. Volvió a matar mal.
Sus compañeros de terna lograron cortar una oreja en los dos que abrían plaza, después de sendas faenas de tesón, fuerza y valentía. Orejas de las que se trabajan a pico y pala. Especialmente la que paseó Javier Castaño después de finiquitar a su primer enemigo de una soberbia estocada. El diestro leonés, aunque afincado en Salamanca, dio una lección de oficio y valor enfrentándose a un animal peligroso y bronco, que acometía con intenciones aviesas, parándose a mitad del recorrido y mirando con saña los muslos del torero. Pero Castaño tuvo el aplomo suficiente para mantenerse en el sitio e ir empujando al de Bañuelos poco a poco con la muleta. Precioso un ayudado con la izquierda. Con su segundo, más de lo mismo. Comenzó estirándose por la derecha, pero el animal pronto fue recortando los embistes para mirar con descaro al matador, que tuvo que arrimarse y colocarle la muleta en la misma para sacarle los pases, algunos de mucha enjundia. Y aunque demostró oficio y ganas, mató mal y perdió la oreja que podría haber abierto la Puerta Grande.
Diego Urdiales también se esforzó con el primero de la tarde, un toro que tuvo algo más de chispa y que recibió dos puyazos. Gustó por chicuelinas. Basó la faena en la mano derecha, ya que por la izquierda se paraba y protestaba continuamente. Varias tandas de calidad y una gran estocada le permitieron tocar pelo.
Ante el cuarto, un animal imposible, no tuvo ninguna oportunidad y abrevió.