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Escultura titulada 'Mujer', pero que se conoce como 'La Gorda', situada en la Calle Mayor. :: V. HERRERO
LOS CUATRO CANTONES

Esculturas

«La estatua de 'La Gorda', con ese nombre se ha quedado, no es arte moderno, ni maternidad, ni nada de nada»

SARI FERNÁNDEZ PERANDONES

Domingo, 3 de abril 2011, 03:23

Desde hace años, con la llegada de la democracia y por ende de las autonomías, uno de los cambios más llamativos a los que hemos asistido con el paso del tiempo, ha sido el aspecto urbano de las ciudades de España. La cirugía a la que se han sometido gran parte de ellas ha conseguido sacar lo mejor de cada cual, ya que la mayoría sufría de abandono y de desidia, cuando no, de una suciedad y una vejez que las carcomía. De modo que las más bellas aún siéndolo fueron puliendo su natural hermosura, y las que no lo eran tanto sacaron la cara que a veces ni se las conocía. Lógicamente, las necesidades de modernización vial que se han ido suscitando en los últimos veinte años han ayudado a repararlas de manera global y no sólo por criterios puramente estéticos. También se han aprovechado de estos cambios muchos pueblos de nuestra geografía, con lo que viajar por cualquier comunidad, villa o ciudad de nuestro país es una verdadera gozada. Son tres los factores que han conseguido olvidar el urbanismo gris y desordenado de nuestra casa de antaño. Por un lado, las nuevas necesidades han liberado todo lo que se ha podido a los centros de las ciudades, del antiguo caos circulatorio. La peatonalización de muchas de sus calles, a costa de las circunvalaciones, ha hecho posible pasearlas y contemplar lo que los ojos antes no alcanzaban a ver. Por otro, la restauración de los edificios que merecía la pena conservar, en la mayoría de los casos con éxito, nos han descubierto lo que antes, estando ahí, no existía para los ciudadanos, puesto que sencillamente tenían el aspecto de algo desvencijado y sucio. Vetusto en una palabra. Y eso no es precisamente grato. Estos dos cambios radicales y básicos han llevado a los municipios a un tercer factor de importancia para darle un sentido completo al conjunto, a esta operación de estética urbana: Había que ornamentar todo ello con detalles. Unos prácticos y otros artísticos. De tal manera que el nuevo concepto de mobiliario urbano generó papeleras, farolas, bancos, quitamiedos, kioskos, zonas-bus, etc&hellipque imprimen hoy orden y belleza a nuestra vida diaria. Y la verdad es que la mayoría de ellos son bonitos. En nuestra ciudad hay excepciones, como en todas me supongo. Porque en el Paseo del Salón, en la parte que era la Avenida de José Antonio, esa especie de pérgolas no las veo yo muy acertadas. Y gracias a Dios que retiraron aquella multitud de 'casetas de obra' terribles, y que nadie sabía que uso iban a darles. Al cristal y al hierro forjado; a la madera y al mármol, clásicos materiales con los que tradicionalmente se han creado hermosas obras, hoy se les ha sumado el acero, a veces en exceso y con diseños muy repetitivos lo cual será muy moderno, pero también muy frío y sin alma. Sin embargo, algunas novedades en relación con la decoración de nuestro tiempo, como es el tipo de iluminación a ras del suelo, a mi me parece delicada, romántica y con ese aire minimalista tan acorde con la estética actual. Un acierto.

Al arte en la calle le van las esculturas. Desde antiguo,ha sido toque de gusto en las ciudades europeas, y como arte, fruto de la inspiración del hombre, este ha recreado en piedra, bronce, granito o mármol, figuras que representaban distintas hazañas, proezas o virtudes, mitos y leyendas del género humano, por lo que la escultura ha sido siempre un arte presencial. En los parques, plazas y fuentes; en solitario o en grupo, el mundo clásico, Grecia y Roma, nos dejaron verdaderas obras maestras que inspiraron a artistas de toda Europa. No tanto así ocurrió con España, que ha sido menos adicta a este arte en las calles, y casi exclusivamente se ha hecho para conmemorar personajes y acciones militares. Pero desde la democracia, se pusieron de moda las esculturas en las ciudades, cuajándolas de representaciones en lugares comunes, y en otros más espontáneos. También en Palencia. El arte contemporáneo es impredecible, y cualquier cosa se debe interpretar desde nuestra libertad de ver y de pensar. Al lado, pues, de algunas figurativas, muchas de ellas son simplemente un símbolo que debe querer decir algo dentro del mundo personal de aquel que lo crea, y basta. Geometrías, bloques con agujeros, retorcimientos varios, materiales oxidados e informes, suelen verse con frecuencia aquí y en todas partes. Hay muchas también que representan tradiciones y escenas que son sencillas de reconocer. Esto ya va en gustos desde luego, pero es indudable que el arte está para transmitir sensaciones, comunicar conceptos, y levantar nostalgias. En nuestra ciudad, hay un buen número de todas ellas. El Cristo del Otero, vivió casi en solitario muchos años convirtiéndose en emblema de nuestra capital, y mucho después la dedicada a Berruguete en la Plaza Mayor, ambas del más genial escultor palentino, Victorio Macho. Pasado un tiempo y en el centro, el recuerdo a Jerónimo Arroyo, la niña de la Comba, tan atacada y robada varias veces, la Aguadora junto al Ayuntamiento, la 'Castañera'... Otras en el parque Dos Aguas dedicadas al mundo femenino: 'El tocado' y 'El pudor', muy bellas. Y muchas más en rotondas y plazas de los nuevos barrios. Cada uno de nosotros tendrá sus preferidas. A mi me gusta 'El abrazo', en la plaza de correos, los 'Tararús', en la iglesia de San Pablo, la dedicada a los maestros, en la Plaza de la Inmaculada, las de madera de árboles enfermos, en la Huerta de Guadián&hellipMe encanta La familia extraterrestre, original y extraña pero que desprende tantas cosas, de una escultora en este caso, sobre el puente de Nicolás Castellanos. Me hubiera gustado que la bella pareja de ancianos del paseo del Salón, hubiera tenido cerca también un adolescente y algún niño con ellos, y en fin, que cada uno pensaremos de manera distinta.

Rechazos legítimos

Ahora bien, sobre las obras escultóricas de esta nuestra ciudad, hay una cosa que no es de recibo. Es más bien un golpe bajo, pero que muy bajo. Se trata de 'La Gorda'. Con ese nombre se ha quedado eso que trataba de representar a la mujer palentina y que tantos rechazos legítimos recibió en su día. Pues vaya homenaje. Ni arte moderno, ni maternidad, ni nada de nada. Eso es para empezar, injusto y para terminar, un desaire. No veo yo esa pinta de deformación flácida e inexpresiva y de aburrimiento en ninguna de las mujeres palentinas. No señor. Pero ya para remate de la ofensa, nos colocan hace unos añitos una enorme escultura dedicada al Campesino Ibérico que ¡hay qué ver el adonis que nos plantaron en la rotonda de la avenida de Asturias! La casa de mi madre daba directamente al trasero del adán, al que debimos acostumbrarnos un tiempo, recatados como somos los castellanos, a su descocada presencia. Le tendría trastornado al artista el 'David' de Miguel Ángel, o quizás quisieron desagraviarnos a los palentinos evitando el mismo error, para acabar de fastidiarla. Pero bueno, 'La Gorda' no está mal para quedar, para sentarse un ratito a esperar una cita mientras disfrutas del ambiente, o para fumarse un pitillo al aire en estos tiempos en los que toca aguantarse tanto.

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