La coleta de Doña Inés

Como en muchos de los pueblos que en estos días venimos visitando, por Abarca corre el Canal de Castilla cantando su canción de agua. Algunos dicen que es triste, pues cerca ve su final, pero no es cierto, pues no hay nada - por ahora- más eterno que el agua, ya que es el único elemento de la naturaleza que es inmortal, mil veces se entierra y otras tantas vuelve a resucitar. Y alrededor de estas aguas resucitan las agradables parvas del Canal, entrañables paseos que tímidamente andan despertando a la primavera. Junto a ellas, la colosal fabrica de harinas que fuera conocida como La Primera de Campos, y también su puente, la retención y la esclusa que le daba vida, que es la única rectangular de las muchas que se localizan en el largo recorrido del Canal de Castilla a su paso por la provincia de Palencia.

Y de Abarca que les voy a contar que no sepan: que es el pueblo con más órganos barrocos de España, que aquí la música sale de los campanarios, y si no me creen, dense una vuelta por allí y ya verán que es verdad. Todo el pueblo es un agradable rincón, especialmente el de plaza donde se localiza la casa mudéjar de los Osorio, señores que fueron de la villa y donde naciera doña Inés de Osorio, la que está enterrada en la catedral de Palencia y a la que los estudiantes de mi época tirábamos de la coleta para pedir que nos aprobasen sin estudiar, cosa que, como era lógico, no se cumplía.

Frente por frente a esta recuperada casona solariega, también disfrutaremos de la airosa y enladrillada torre mudéjar de la iglesia parroquial de San Sebastián, cuya excelente imagen se entroniza en su altar mayor.