La gran escapada
El coloso Peter Weir narra la epopeya de un grupo de presos que escapan de un gulag soviético en Siberia y llegan hasta la India
BORJA CRESPO
Viernes, 31 de diciembre 2010, 02:36
'Camino a la libertad' supone el regreso de uno de los cineastas más interesantes del momento en el marco del cine comercial. El australiano Peter Weir, nominado al Oscar una y otra vez sin rematar la faena, dejó un excelente sabor de boca a crítica y público con su anterior filme, 'Master and commander: Al otro lado del mundo', un 'tour de force' cinematográfico de aúpa. Ahora regresa al ruedo de la dirección, tras hacerse rogar un poco, con una historia de poner los pelos de punta basada en hechos, rodada entre Bulgaria, Marruecos y la India. Se centra en la dramática aventura de un grupo de soldados que logra huir de un gulag, un campo de concentración soviético de Siberia, tras ser capturados por el Ejército Rojo.
La acción transcurre en 1942. Ed Harris y Colin Farrell encabezan el reparto de un relato de supervivencia basado en la novela 'The long walk: The true story of a trek to freedom', escrita por Slavomir Rawicz. El propio Weir, con la ayuda de Keith R. Clarke, ha escrito el guión de una película intensa que comienza como una historia de prisiones, detalle que atrajo al director, para salir posteriormente al exterior manteniendo la tensión.
«Viajamos con nuestros personajes a lo largo de cuatro estaciones, 12 meses y unos 10.000 kilómetros, y vemos cómo su conducta y sus personalidades se ven afectadas por unas circunstancias tan duras», cuenta.
Derribar barreras
«En el gulag es imprescindible aprender a valerse por uno mismo, pero en este viaje los hombres tendrán que apoyarse unos en otros y derribar las barreras que cada uno ha erigido para protegerse, si pretenden salir con vida de esta experiencia».
En compañía de otros presos fugados, los protagonistas atraviesan la región ártica, el desierto de Gobi y el Himalaya, hasta establecerse finalmente en el Tíbet y la India. «El gulag era una sociedad jerárquica regida por el miedo y la intimidación», señala Farrell. «Los guardias vivían en condiciones pésimas, no mucho mejor que los prisioneros. El papeleo era una pesadilla». Los personajes, en su mayoría inocentes de los cargos por los que fueron condenados, sufrieron abusos físicos y mentales antes de llegar al gulag. Después pasaron a ser fugitivos, tuvieron que hacer frente a la naturaleza, tratando de evitar todo conflicto con cualquier persona que se cruzase en su camino.
La recompensa por sus cabezas equivalía al salario de un año de un típico habitante de un pueblo. A menudo, no se exigía más 'prueba' de la captura, para cobrar la recompensa, que una mano o un pie. Farrell fue el primero de los miembros del reparto en leer un borrador del guión. «Sentía una intensa fascinación por el mundo del interior de los gulags -cómo viven y conviven todos esos presos- y me atrajo aún más el ritmo metronómico del viaje», relata.
«Los personajes tienen que seguir avanzando para sobrevivir y la fugacidad me metió en la historia de manera muy meditativa». Harris, que ya había trabajado con Weir en 'El show de Truman', se entusiasmó con la idea de volver a trabajar con Weir, la persona adecuada para una historia cuyos personajes, explica, «ven sus pretensiones reducidas al mínimo. Viven completamente el momento: poner un pie delante de otro».
'Camino a la libertad' da vida a la cartelera, sube la media creativamente, recordando que existen grandes autores al servicio del cine mainstream. La alternativa a tanto estreno frívolo por estas fechas.