Knopfler encandila al público del certamen de la Guitarra de Córdoba

A pesar de que las seis cuerdas de la guitarra de Mark Knopfler no suenen tan rockeras como lo hacían en Dire Straits, el escocés encandiló el domingo en Córdoba a 12.000 personas que se rindieron a lo evidente: Knopfler es mucho más que el ex líder de Dire Straits.

Y es que, aunque parezca mentira, Mark Knopfler ya tiene seis discos en solitario desde que en 1996 presentó 'Golden Heart', un disco mucho más tranquilo e intimista de los de su antigua banda y que sirvió de punto de partida para sus viajes al blues, al rock y al folk que ha mantenido en el resto de álbumes, también en su último trabajo 'Get Lucky', que presentó en la ciudad califal.

Puntual y con ganas, a pesar de la lesión de espalda que padece y que le obligó a tocar sentado, Knopfler comenzó el fin de fiesta de la XXX edición del Festival de la Guitarra de Córdoba con 'Border Reiver', el primer tema de su último trabajo con aromas de folclore irlandés y que sonó al ritmo de la gran cantidad de abanicos usados por los cordobeses, literalmente asados de calor.

Knopfler , de 60 años, estuvo acompañado por sus grandes amigos y excepcionales músicos Guy Fletcher (teclados), Danny Cummings (batería), Richard Bennett (guitarra), Glenn Worf (bajo), Matt Rollings (teclados) John McCusker (violín) y Mike McGoldrick (flauta), que, con su buen hacer, acompañaron a la perfección al guitarrista que, a pesar de ser zurdo, toca como un diestro.

Con 'What It Is', de su segundo disco en solitario y que recuerda al estilo de Dire Straits, los ánimos del público se empezaron a caldear, aunque la calma volvió con la genial 'Sailing to Philadelphia', de impecable interpretación y donde Knopfler se pudo lucir a gusto.

'Coyote' y 'Hill Farmer's Blues' sirvieron de aperitivo al primer plato fuerte de la noche, la romántica 'Romeo & Juliet' de Dire Straits, que Knopfler interpretó con su dobro y que hizo las delicias del público, que terminó con los típicos «oe, oe», que la banda, en un guiño a sus seguidores, instrumentalizó en clave de swing, preludio de lo que venía después. La eterna 'Sultans of swing', con más 31 años de vida, sonó con la misma intensidad que en los primeros conciertos de Dire Straits, aunque Knopfler se encargó de retocarla un poco a sus nuevos gustos.

Pero lo que no cambia es ese punteo, que sigue clavando, y que arrancó los primeros «torero, torero» de un público, ya entregado hasta el final de la velada.

Para el bis, temas tranquilos como la eterna 'Brothers in arms', 'So far away' y 'Pipper to the end', con las que el público se marchó con la sensación de que el escocés, toque lo que toque, sigue siendo un grande de las seis cuerdas.