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LAURA CAMACHO
Martes, 27 de julio 2010, 03:18
«Es una cornada de un torero en Madrid que es una satisfacción», asegura el diestro sevillano de 41 años. «Claro que es una cicatriz que te ves, pero la veo desde un punto de vista positivo (...) No es que estuviera robando un banco y me pegaran un navajazo. Estaba en el centro de la plaza, en Madrid, en Las Ventas, delante de un toro, haciendo lo que me gusta», revela en una entrevista Julio Aparicio. Y añade: «La vida me ha regalado seguir toreando, la veo -la cicatriz- y digo: ahí está, no la veo como algo desagradable sino como un recuerdo bonito».
Sereno e inquieto al mismo tiempo por pasar página y comenzar a escribir otras con el público y el toro, Aparicio vive esta semana rodeado de su cuadrilla y su hermana Pilar en su finca de Cáceres, donde vuelve a vestirse de luces para torear en su tentadero.
Tras lidiar dos toros, Aparicio se muestra seguro: «Me encuentro físicamente bien y anímicamente muy bien. Es muy positivo encontrarse con el toro porque delante de él es cuando ves si puedes llegar a donde tú quieres y hacer lo que quieres con el toro».
Treinta plazas esperan a Aparicio en una temporada que afronta «muy ilusionado» y que le llevará a Vitoria, Marbella o Gijón.
Con los billetes agotados, el segundo festejo de la feria de la virgen de la Peregrina de Pontevedra supone su resurrección como torero y, por eso, asegura, «será una tarde muy especial», aunque confiesa que «no ha cambiado nada».
«Sólo tengo una motivación diferente, significa mucho para mí después de un accidente muy desagradable, ya olvidado», insiste Aparicio que quiere difuminar definitivamente la sombra de la tragedia y sólo recordarla como un momento terrible superado «gracias a Dios y las circunstancias».
De esos días en el hospital, el diestro rememora los cientos de llamadas y mensajes recibidos desde Nueva York o Alemania preocupándose por su salud.
«Fue algo espectacular que al principio no podía asimilar», dice todavía sorprendido.
Con la sensación de volver a nacer, el sevillano subraya que es «un privilegio» estar en la vida y trabajar en lo que siempre ha sido su vocación, el toreo entendido «como un arte en el que se pone el cuerpo, el alma y el corazón».
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