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1. BENAVENTE Nora, marroquí de 29 años, posa sin recato ante la cámara en una habitación del club Huracán. Aquí estará un mes. Después, «mi representante me buscará otro lugar donde bailar». :: GABRIEL VILLAMIL
La madrugada, territorio de copas y neón
24 HORAS EN CASTILLA Y LEÓN

La madrugada, territorio de copas y neón

VÍCTOR M. VELA

Miércoles, 23 de junio 2010, 02:53

La mujer del vestido negro y altísimos tacones deja el vaso de tubo en la barra, abandona la sala de bebidas noctámbulas, luces de neón y abrazos alquilados, y atraviesa la puerta que comunica el bar con la recepción del club Huracán, en Benavente. Cuarenta habitaciones. De 11 a 15 chicas entre semana. 34 los fines de semana. De ellas, seis españolas. Lo explica el portero, un bilbaíno, antiguo profesor de gimnasio -«aquí gano el triple»- que le tiende una llave a la mujer de negro. Habitación 105. Y subimos.

-¿Cómo te llamas?

-¿El de verdad o el de mentira?

-El que tú quieras.

-Me llamo Nora.

La mujer de negro acaba de ser bautizada. Es Nora. 29 años. Dos hijas. Marroquí. Vive en Salamanca y trabajará aquí, en Benavente, durante un mes. «Yo bailo, tomo copas y ejerzo la prostitución», dice sin tapujos. Antes trabajó como cocinera y mucho antes estudió «idiomas en Bélgica». Habla alemán, francés, árabe, portugués y español. Y en este último, que maneja con sinuosas eses, es en el que se confiesa: «Ojalá pudiera hablar al mundo sobre esto», asegura. Y mira sin reparo a la cámara. «Aquí te puedes encontrar a compañeras que son como tu hermana o tu madre, o que se convierten en tu peor enemiga. Me gustaría decirle a muchas esposas que se porten mejor con sus maridos. A los padres, que si tienen dinero, den una educación a sus hijas. A las madres, que deben apoyarlas y a las chicas que saben que su hermana es prostituta, que la quieran por encima de todas las cosas». «Éste no es un mundo fácil, pero tampoco difícil. Aquí suele venir gente buena, con ganas de hablar y que no tienen con quién hacerlo fuera. Y si te toca alguno malo, a la puta calle». Nora, la chica del vestido negro, de la habitación 105, estará en este cuarto -lleno de budas, «soy muy bruja y me gusta el tarot»- dos horas más. A las cuatro se paran los vientos del Huracán.

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