David Luguillano abre la puerta grande en La Flecha
JAVIER FERNÁNDEZ
Lunes, 14 de junio 2010, 11:40
David Luguillano, que no pudo celebrar el veinte aniversario de su alternativa en la feria de San Pedro Regalado el pasado mes de mayo en Valladolid, lo hizo ayer de una manera brillante con su triunfo en la plaza de toros cubierta de La Flecha en la que se lidiaron astados de la ganadería de Sepúlveda de Yeltes, justos de fuerzas y muy sosos y parados aunque con nobleza en líneas generales.
Luguillano empleó su toreo despacioso, armónico y de buen gusto en su primero -que fue el que tuvo más motor del encierro- al que antes había llevado al caballo con unas chicuelinas al paso cargadas de torería. Fue una faena muy sentida, con pasajes en los que, en ocasiones, salieron a relucir el arte y la hondura del vallisoletano. Remató la obra con un soberbio espadazo y el toro no tardó en caer.
De igual manera pasaportó a su segundo enemigo, con una estocada fulminante en todo lo alto, después de una faena con más pausas que la anterior, ante un toro que tenía poco gas y en la que también se pudieron ver muletazos de clase y ceñidas manoletinas antes de entrar a matar y redondear una actuación con la que se reencontró con el público de su tierra después de un tiempo de lesiones y de menos oportunidades en los ruedos.
La salida a hombros de Luguillano por la puerta grande, después de cortar una oreja a cada uno de sus enemigos, fue lo más destacado de una tarde en la que el pobre juego de los astados impidió un mayor lucimiento del resto de la terna.
Manolo Sánchez pechó con un lote con muy poca condición. Al que arrancó un apéndice lo cuidó mucho en todos los tercios y recurrió a las cercanías para sacar los pocos pases que tenía el animal, al que mató de eficaz estocada. Más complicado fue su primero, al que se sobrepuso con una faena más de pundonor que de brillantez.
El manchego Miguel Tendero estuvo vibrante en el recibo de capote aunque sus faenas fueron intermitentes y estuvo desacertado con la tizona. A pesar de todo, obtuvo un trofeo del que cerraba festejo, un toro incómodo para la lidia por su embestida descompuesta. Le pasaportó de media estocada.