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Nicolas Sarkozy, expresivo, durante una conferencia de prensa. :: AFP
MUNDO

Las elecciones regionales evalúan a Nicolas Sarkozy

ANJE RIBERA

Domingo, 14 de marzo 2010, 02:40

Nicolas Sarkozy parece resignarse al cataclismo que los sondeos le auguran para las elecciones regionales que hoy, en su primera vuelta, convocan a las urnas a 45 millones de franceses. Las distintas proyecciones confluyen en cifras similares: la derecha gobernante en el vecino del norte deberá conformarse -en cálculos optimistas- con acercarse al 40% de los sufragios, frente al 52% previsto para la resurgida izquierda. Eso se traduce, en términos de gobiernos zonales, en que el presidente y sus aliados quedarán en minoría en veinticinco de las veintiséis asambleas francesas, incluidas las dos de ultramar.

Pero al comparar este dato con su precedente de las homónimas de hace cuatro años no resulta tan malo. En el 2006, la derecha sólo obtuvo victorias en Alsacia y Córcega, plaza que también perderá ahora. Sin embargo, la interpretación sí eleva los motivos de preocupación.

El 'pequeño Napoleón' atraviesa su momento de popularidad más bajo desde que accedió al poder en el 2007 y ello, por mucho que el Elíseo trate de negar, se traslucirá a la hora de acudir a votar. Los colegios dictaminarán hoy cómo supera o cae en el último examen antes de las presidenciales de dentro de dos años. Su formación -Unión por un Movimiento Popular- ha intentado a última hora revertir la desfavorable situación con una mayor presencia de sus principales líderes en la batalla. Incluso, el propio presidente, reacio hasta el final, cerró la campaña con un mitin en Marsella y una entrevista concedida al periódico 'Le Figaro'.

Pero todo indica que los franceses se preparan para castigar a Sarkozy, a pesar de que la abstención que se anuncia favorece sus intereses.

La crisis -aunque los galos navegan con ella con mejor suerte que otros europeos-, el polémico giro con el debate sobre la identidad nacional y la exhibición de la mano dura con los jóvenes o la lucha contra los símbolos islámicos; los viajes como turista sexual de su ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand; el escándalo del 'príncipe Jean' por las prematuras ambiciones políticas de su hijo, o la derrota judicial ante Dominique de Villepin en el 'caso Clearstream'... todavía revolotean en las mentes de los votantes.

Descontento creciente

El descontento y los movimientos sociales no dejan de crecer. Con un porcentaje de paro (10%) que no se registraba desde hace once años, Francia mirará hacia la izquierda en las regionales. El Partido Socialista (PS) -liderado de nuevo por una mujer, la lánguida hija de Jacques Delors, Martine Aubry- cree que desde las asambleas zonales no logrará cambiar la política de Estado, pero sí «servir de contrapeso, de equilibrio democrático», según afirmó el alcalde de París, Bertrand Delanoe. Su optimismo es tal que hasta la 'caída' Ségolène Royal parece reverdecer con un augurado triunfo aplastante en la región de Poitou-Charentes.

También crece el movimiento verde 'Europe-Ecologie' para reforzar su tercera posición en el espectro político nacional y el Frente de la Izquierda (Partido Comunista y La Izquierda). Más a la derecha de Sarkozy, el Frente Nacional (FN) parece que vivirá una resurrección.

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