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Francisco Hurtado de Amézaga se puso a la vanguardia de la tecnología en Rueda con la bodega que abrió en 1972. :: FRAN JIMÉNEZ
«Hay que apostar por la imagen, la calidad y un precio ajustado»
CASTILLA Y LEÓN

«Hay que apostar por la imagen, la calidad y un precio ajustado»

En 1972, Marqués de Riscal levantó la bodega que modificó la forma de elaborar los blancos en la comarca Francisco Hurtado de Amézaga Impulsor de los verdejos de Rueda y de la DO

N. CABALLERO

Lunes, 1 de marzo 2010, 02:04

Representa a la quinta generación de bodegueros de Marqués de Riscal. Francisco Hurtado de Amézaga emuló en los años setenta del siglo pasado en Rueda la misma gesta que abanderó su tatarabuelo, Guillermo, cuando fundó la bodega Marqués de Riscal en la localidad alavesa de Elciego (Rioja) en 1860. En 1970, fue el impulsor de la elaboración en Rueda de vinos jóvenes, frescos y afrutados con la variedad verdejo, en lugar de los antiguos amontillados y olorosos; construyó la primera bodega moderna y se puso a la vanguardia de la tecnología; ya en 1980, logró que arrancará la DO.

-¿Por qué eligió usted Rueda para elaborar vinos blancos?

-Mi padre, Luis, que se ocupaba de todo en la bodega Marqués de Riscal en Elciego muere muy joven, en 1966, yo tenía 18 años. Estudié profesorado Mercantil en España y después enología en Burdeos durante dos años (1969-71) con Emile Peynaud, entre otros. El consejo de administración de Marqués de Riscal me encargó que buscara una zona de vinos blancos. Busqué por Cataluña, Galicia, Castilla-La Mancha, pero no me convencía ninguna zona. Si no es por mi madre (Carmen) nunca hubiera venido a Rueda. Un día recordó que mi padre hablaba siempre de unos vinos de Valladolid que jóvenes estaban muy bien pero que se los cargaban porque los criaban en velo flor para amontillarlos. Javier Martín Artajo, consejero de la bodega, contactó con su amigo José María Luelmo, de quien decía que era el único escritor que vivía de la pluma, porque tenía granjas de gallinas. Luelmo me puso en contacto con Adrián Barrero, que había sido presidente de la Cooperativa Agrícola Castellana de La Seca. Fue la persona que me introdujo en Rueda.

-Pero tampoco la Cooperativa hacía entonces vinos jóvenes.

-No, en aquella época hacía un vino que se llamaba el 61, un vino amontillado. El panorama aquí era desolador, se traía vino de La Mancha y Montilla y se mezclaba con los mostos de esta zona.

-¿Cómo reaccionaron en la zona cuando usted propuso elaborar el vino de otra manera?

-La mayoría reaccionaron con expectación, y alguno con desconfianza. Incluso nosotros no elaborábamos como se hace ahora, empezamos con vinos blancos en barrica. El gusto de aquella época se decantaba por los vinos criados y los jóvenes no se entendían.

-¿De que año habla?

-Del año 1972. Empezamos a construir la bodega de Marqués de Riscal en Rueda, el 26 de enero de 1972. Ese año recogimos la peor cosecha de toda la historia de la bodega porque se helaron las viñas en mayo. Todo el mundo se compadecía de mí. Pero un año antes, en la vendimia del 71, cogí un camión con mil barricas que llené con el mosto de los diferentes cosecheros. En la tolva había una mezcla de variedades tremenda (palomino, viura y verdejo, garnacha blanca, prieto picudo, etcétera). El verdejo era muy antiguo y tenía muchos problemas de cultivo y una baja producción. Después de la filoxera no se encontró un patrón adecuado para injertar el verdejo. De hecho, entre los años 70 y 80 desaparecieron prácticamente todas las viñas viejas.

-Eso significa que las actuales plantaciones tienen menos de cuarenta o treinta años.

-Excepto alguna viña de antes de la filoxera. Hice el vino y me fui con las muestras a Burdeos para probarlas con mi profesor. Comprobamos que había alguna barrica que merecía la pena, como una de Claudio Ampudia, había buena materia, un vino con cuerpo, aroma, equilibrio y estructura. Era noviembre y, en enero, empezamos la bodega.

-¿Cuándo salen los primeros vinos de Rueda jóvenes, frescos y afrutados?

-Nosotros variamos el estilo del vino paulatinamente para no hacer un cambio brusco. Fuimos reduciendo el tiempo de barrica y, a finales de los 70, ya obteníamos vinos como los actuales.

-¿Usted fue uno de los impulsores de la DO?

-Hablé con el director general de Agricultura, que era Luis Delgado Santaolalla, y le dije que si quería que la comarca tirase para adelante había que proteger la producción, porque los principales beneficiados de una DO son los viticultores. Se hicieron una serie de charlas, algunos eran favorables y otros no.

-¿Qué otros nombres son claves en ese momento, aparte del suyo?

-Estaba César Prieto, gerente de la Cooperativa; Antonio Sanz; Basilio Sanz y Arturo Arias (Nava del Rey); los hermanos Lorenzo Cachazo (Pozaldez); Ángel Rodríguez (La Seca), que fue el gran impulsor y salvador de la uva verdejo. Entre 1974 y 1978 se hicieron un montón de plantaciones experimentales, se utilizaron muchos patrones (portainjertos) diferentes y se plantó en espaldera. Se demostró que aquello producía y se hizo una buena selección masal de la verdejo (se eligen las mejores cepas; lo contrario es la selección clonal). Todas las viñas de Rueda han arrancado de una selección masal (entre ellas las 225 hectáreas de Marqués de Riscal). Hay que decirlo muy alto y muy claro, Ángel Rodríguez ha tenido en esta zona una importancia capital.

-¿Cuantos bodegas y hectáreas había en los inicios?

-Había muy pocas viñas. Los primeros años fueron muy pausados, nada de las locura de las plantaciones de ahora. Era un desarrollo muy limitado porque no había consumo de vinos blancos. La gastronomía ha influido de forma extraordinaria en su incremento.

-¿Cómo valora la evolución de Rueda en los últimos 30 años?

-Ha tenido tal crecimiento, sobre todo en los últimos siete u ocho años, que todo el mundo mira a Rueda. A pesar de estos tiempos de crisis, Rueda es la única DO que sigue creciendo, el 5%, mientras Rioja ha bajado el 9%.

-¿Se ha puesto de moda?

-Sí. Hay que tener en cuenta tres aspectos. Hay muy pocos vinos blancos de calidad en España y sí muchísimos tintos. Han cambiado las costumbres, el consumo de vino blanco aumenta cada vez más y las mujeres cada vez beben más vino y optan por los blancos. Y luego, el precio, el vino blanco tiene un precio estupendo, muy atractivo y asequible para todo el mundo.

-Hay cinco nuevos proyectos anunciados para Rueda, ¿Cree que la DO ha tocado techo?

-Ni mucho menos. No se puede decir que un vino del que se venden 56 millones de botellas ha tocado techo. El techo está mucho más allá. Rueda tiene que salir al exterior y buscar los mercados importantes. Eso sí, creo que se están plantado demasiadas viñas, algunas en lugares poco adecuados (los mejores terrenos son los cascajos). En estos momentos sobran entre 8 ó 10 millones de kilos de uva en Rueda.

-¿De ahí, los nuevos proyectos?

-No creo. Los nuevos proyectos surgen porque desde fuera se ve que Rueda sigue pujante. Tengo que hacer una crítica, hay que tener muchísimo cuidado con los precios. nosotros hemos apostado siempre por la imagen y por la calidad de los vinos, ese es el valor añadido de la zona. No sirve de nada vender vino a euro y medio porque eso provoca una bajada en el precio de la uva. Al final, no gana dinero ni el agricultor ni el bodeguero. Hay que apostar por la imagen, la calidad y un precio ajustado al producto. Hay una serie de bodegas que se dedican a bajar los precios a niveles irrisorios. Para la imagen de los vinos de Rueda es fatal y para el bodeguero, una trampa.

-¿Cuál es entonces el futuro?

-Rueda, sí o sí, tiene que mejorar la calidad porque las viñas irán cumpliendo años, ahora estamos bajo la presión de mucha viña joven. En La Mancha hay más de 4.000 hectáreas de verdejo plantado, que está preparado para salir al mercado.

-Treinta años después, ¿se arrepiente de los cambios que propuso en la zona de Rueda?

-Yo creo que no, creo por el trabajo que se ha hecho en Rueda se puede dormir tranquilo. Esta es una DO pujante y bestial, somos la envidia en España.

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