El adiós a la latencia y al arte en diferido
José Luis Gutiérrez anhela que en 5G favorezca a su gremio a la hora de poder realizar ensayos conectados en directo, algo que a día de hoy es más bien una quimera
El confinamiento alteró la vida normal del mundo en general, y los artistas, aunque intentaron 'darse' a los demás, a través de actuaciones en redes sociales, por ejemplo, se vieron afectados en ensayos y en actuaciones, tal y como recordó José Luis Gutiérrez en el Congreso R-evolución. Si bien la tecnología juega a favor de la cercanía y en contra de las distancias, ensayar con compañeros no resultaba sencillo por la dichosa latencia, ese desajuste temporal en las conexiones que hace que imagen o sonido lleguen retardados con respecto al directo entre los participantes en una conversación digital. «Es una forma de que las emociones lleguen en diferido», lamentó, el artista multidisciplinar, aguardando que el 5G termine con ese dislate y ayude a que la conectividad entre artistas –como él, músicos– pueda ser más efectiva que durante ese periodo de la pandemia.
Hablando de emociones, José Luis Gutiérrez las provocó en sus las dos actuaciones en las que dio cuenta de que ni la latencia evita esa emoción cuando uno intenta transmitir. Simulando ser un pastor, llenó el suelo de la hemeroteca de El Norte de Castilla de cuencos de colores, en su gran mayoría de color blanco. Representaban a las ovejas a las que imitaba con su voz, acompañadas del perro pastor y con un lobo aullando a lo lejos.
Como dirigiéndose a ellas, empezó a repetir los nombres del rebaño y a tranquilizarlas mientras –metafóricamente hablando– las sacrificaba. Las tranquilizaba de viva voz, mientras un taladro les atravesaba la cabeza. Realmente no había ni ovejas ni sacrificios, sino que era un trozo de madera lo que atravesaba con la herramienta. En un abrir y cerrar de ojos, construyó una flauta con la que interpretó una de sus melodías.
Ritmos africanos
Una vez abandonada la flauta, dos bastones sirvieron para conectar al público con músicas de otro continente, el africano. Los dos batían contra el sueño, con cantos que parecían propios de allí. Y como la cosa iba de emoción, una vez acabada la danza dibujó un corazón en el aire y en el suelo con la parte superior de ambos bastones.
Quizás de haber querido interpretar una canción con algún otro músico la dichosa latencia se lo habría impedido; no así el directo 'físico'. Si José Luis Gutiérrez reconocía a Antonio G. Encinas, periodista de este periódico y presentador del evento, que para que un ensayo con alguien en Nueva York sea efectivo tiene que haber un envío 'enlatado' previamente sobre el que trabajar, la compañía de su saxofón le permitió llegar a los domicilios de los participantes en el Congreso tan rápido como fueran sus conexiones. Como despedida, interpretó varias piezas de la música popular en un 'medley' que sirvió como colofón a una segunda jorada del Congreso R-evolución 5.0 que, como se pretendía, se cargó de emociones.