A tortas con 'Imagine'

Cantar Imagine tiene sus riesgos, porque siempre puede haber alguien que te señale con el dedo y te llame inconsecuente: a ver quién lleva una vida que se ajuste a la pureza moral exigida por la letra. Le pasaba al propio John Lennon, que iba por el mundo entonando lo de «imagínate que no hubiese posesiones» mientras en casa, allá en el edificio Dakota de Nueva York, su esposa Yoko Ono almacenaba los abrigos de piel en un cuarto refrigerado. Y les ha ocurrido también durante mucho tiempo a los músicos callejeros que tocan en Strawberry Fields, la coqueta plaza de Central Park dedicada a la memoria del beatle asesinado. En su caso, el verso más controvertido es otro: «Imagínate a toda la gente viviendo la vida en paz», cantan con mirada angelical, mientras ellos andan a la gresca, enfrentados por llevarse las monedas de los turistas.

Strawberry Fields, un jardín de la paz, es un lugar tan agradable y tan bien diseñado que merece la pena visitarlo aunque se deteste a Lennon. La entrada está justo delante del Dakota y la manera de recordar al músico inglés no puede ser más discreta: en el suelo, un mosaico donado por la ciudad de Nápoles lleva la inscripción Imagine. La plaza, una hectárea triangular sombreada por olmos americanos, se inauguró en 1985 y Yoko Ono donó un millón de dólares para su mantenimiento: «Es el lugar donde John y yo dimos nuestro último paseo juntos. John habría estado muy orgulloso de que le regalasen esto», agradeció la viuda.

El lugar siempre ha funcionado como un imán para los músicos callejeros: la afluencia de fans de Lennon garantiza que canciones como Imagine o Working Class Hero estén acompañadas siempre del tintineo de los donativos. Y eso ha dado lugar a incontables broncas. Durante años, hubo un personaje singular que se las arregló para imponer cierto orden: Ayrton Ferreira dos Santos, más conocido como Gary, el alcalde de Strawberry Fields. Gary falleció en 2013 de leucemia, en el hospital donde trataron de salvar a Lennon tras el atentado. En cuanto faltó, los enfrentamientos entre músicos ganaron frecuencia y agresividad. Pero el espíritu de Lennon parece haber regresado a su plaza. Dave Muñiz, uno de los habituales, ha empezado a ocuparse de organizar un calendario con estrictos turnos de una hora y ha impuesto como norma básica la prohibición de las palabrotas, para satisfacción de los turistas.