Jack Sparrow pierde esta vez
Johnny Depp y su esposa graban un vídeo a cara de perro en el que piden perdón por no declarar a sus chuchos al entrar en Australia. Intentan zafarse así de una pena máxima de diez años de cárcel
Icíar Ochoa de Olano
Martes, 19 de abril 2016, 21:06
Pistol y Boo, los famosos yorkshire terrier sin papeles que estuvieron en el disparadero del Ministerio de Agricultura de Australia por entrar al país de manera ilegal, tienen estos días a papá y a mamá muy lejos, frente a un juez, intentando salir airosos del rocambolesco entuerto perruno en el que llevan inmersos desde hace cosa de un año. Johnny Depp y su esposa, la también actriz Amber Heard, se encuentran, en concreto, en Southport, en el estado austral de Queensland, donde estos días se les enjuicia por haber entrado a ese continente pasándose por el forro las severas leyes de bioseguridad nacional, que obligan a someter a las mascotas a un protocolo de diez días de cuarentena antes de andar por allí como Cocodrilo Dundee por su casa.
El asunto se había puesto tan feo para la pareja que se ha avenido a difundir un vídeo de lo más bizarro: a cara de perro, el alter ego de Jack Sparrow y su mujer piden perdón por saltarse a la torera la normativa de entrada de los animales, en un intento de zafarse de una pena de hasta diez años de cárcel, o bien, de una multa de 67.400 euros. «Los australianos son gente cálida y directa a la vez. Si no respetas su ley, te lo dirán a la cara. Declara todo cuando vayas a Australia», masculla desganado durante la grabación el pirata del Caribe, como si tuviera el cañón de un arcabuz apoyado en la nuca .
El estrambótico episodio de las desventuras de Pistol y Boo en las antípodas se desencadenó en abril del año pasado, precisamente, con motivo del rodaje, en el remoto país de los wombats, de una nueva entrega de la pentalogía cinematográfica de Walt Disney Pictures. Dispuesto a interpretar de nuevo al traicionero capitán de La perla negra, allí se presentó mister Deep a bordo de su jet privado, acompañado de su esposa y de sus peludas mascotas. Al parecer, la entrada canina no fue detectada en los controles rutinarios de seguridad del aeropuerto los mismos, en teoría, que se aplican a los vuelos comerciales, pero sí horas después, cuando un empleado de la familia trasladaba a Pistol y a Boo a una peluquería de animales autóctona para una sesión de lavado y marcado suponemos tras la larguísima travesía aérea.
La imagen saltó a las redes sociales e, inmediatamente, puso en pie de guerra al titular de la cartera de Agricultura, Barnaby Joyce, quien, presto, telefoneó al dueño de los canes para informarle personalmente de que había violado la ley y de que tenía tres días para sacar a los chuchos del país. De lo contrario, agregó inmisericorde, serían sacrificados. «Es esencial que mantengamos nuestro estado único, libre de plagas y de enfermedades. No podemos dejar que las estrellas de cine entren en nuestro país saltándose nuestras leyes», argumentó entonces el político ante la prensa.
La amenaza letal del Gobierno australiano desató una oleada de solidaridad y, en paralelo, otra de chistes tanto en Twitter como en Facebook, para, llegado el caso, tratar de salvar la vida a Pistol y a Boo. No fue necesario. Presa de un cabreo monumental ante las palabras de «ese sudoroso hombretón visceral» el ministro de Agricultura visto por el capitán Sparrow, el actor optó por coger a su señora y a sus perros y salir de allí como llegó, volando.
Psicosis a las plagas
Acatar a regañadientes aquella orden sirvió para salvar el cuello a los yorkshire terrier, pero no para ablandar a la justicia, que ha seguido implacable su curso. Tras dos plantones al magistrado de turno, la pareja ha decidido ahora acudir a la vista oral, que comenzó el lunes y se prolongará durante cuatro días, al objeto de cerrar cuanto antes el asunto. En la primera sesión, Amber Heard se ha declarado culpable por falsificar los documentos de cuarentena para sus dos perros y ha expresado su arrepentimiento en un vídeo en el que aparece junto a su marido. «Australia es una isla maravillosa, con una variedad única de fauna y vegetación, que debe ser protegida», dice solemne la actriz durante la grabación. Parece que este acto público de contrición, más una suma de 1.000 euros, serán suficientes para que los jueces den carpetazo a las tribulaciones australes de Pistol y Boo.
Difícilmente los chuchos se las hubieran arreglado para propiciar un desorden ecológico en esa descomunal isla en la que cabe Europa y sin embargo sólo habitan la mitad de los habitantes de España. Pero los australianos no quieren exponerse a más plagas destructoras las han tenido de sapos, dingos, conejos o gusanos voladores, entre otras especies invasoras, que les obliguen a levantar más kilómetros de verjas de las miles que ya cruzan todo el país. El aislamiento es su tesoro. Por algo el 80% de sus mamíferos y reptiles, y el 90% de sus peces, anfibios e insectos son únicos. Como Sparrow.