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La primera procesión, suspendida. La previsión se cumplió. Se venía vaticinando en los últimos días pero más en las horas previas con una atmósfera revuelta ... y los pronósticos nada claros. Lo cierto es que estuvo pinteando durante toda la tarde pero según se acercaba la hora del comienzo la lluvia era más intensa. Las precipitaciones aguaron la mayoría de las procesiones de la pasada edición de la Semana Santa y este año las cosas han comenzado del mismo modo.
Así, la Cofradía de la Sagrada Cena tuvo que renunciar a su salida ante la falta de seguridad de mantener un claro de varias horas para realizar su acto penitencial en la Catedral y su homenaje a los cofrades fallecidos. La Junta Directiva tomó esta decisión aún con todo el dolor de no poder salir en lo que significaba el estreno procesional propio y de la capital vallisoletana en 2025.
Inicialmente había esperanza, pero lo cierto es que podía más la ilusión que el desánimo por lo que acordaron aplazar la decisión y una hora después determinaron no salir, tal y como anunció, emocionado, el presidente de la hermandad, Carlos Sanz, quien insistió a los presentes en que no decayese el ánimo y a participar en el resto de desfiles de la semana.
Numerosos devotos y vecinos del barrio Hospital-San Pedro además de muchísimo público se congregaron en los accesos del templo parroquial de San Pedro, la sede canónica de esta sacramental, desde donde debía haber partido esta procesión de Perdón y Esperanza. Éste es un estreno que siempre atrae el fervor y la curiosidad de los vallisoletanos en la noche del Viernes de Dolores para ver aunque sobre todo acompañar a esta hermandad en su camino desde la confluencia de Madre de Dios y Real de Burgos hacia el casco histórico.
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Un comienzo truncado, aunque la cofradía realizó un emotivo acto penitencial en el interior del templo con la presencia de numerosos cofrades, revestidos con sus hábitos. Y Jesús de la Esperanza, en el medio del templo, centrando las miradas. Se trata de una de las imágenes más queridas de la hermandad y con mucha devoción también entre la feligresía, pero que se quedó en casa en lo que significó también un encuentro con sus vecinos, con los devotos… porque estaba preparado para la salida, dispuesto en sus andas y en el medio del templo hacia el presbiterio ofreciendo la oportunidad a todos de acercarse desde cualquier perspectiva y contemplar una imagen que, en principio, según el programa oficial, y cual deseo que rezaban muchas personas in situ, saldrá a las calles vallisoletanas tanto el Jueves como el Viernes Santo en las procesiones de la Sagrada Cena y la General de la Pasión, respectivamente.
Un pesar que vuelve otra vez a escena con numerosos rostros compungidos, de tristeza e incluso de lágrimas porque son muchos los que llevan detrás muchas horas de ensayos en especial la sección musical y los propios porteadores del paso que, además, contaban con la novedad que era la de estrenar por las calles sus nuevas andas procesionales donde los cofrades ahora llevan a hombros el paso desde el interior del mismo, en vez desde el exterior como es lo habitual en la capital vallisoletana, y además con la particularidad de hacerlo a doble varal, es decir, de cargar con los dos hombros en vez de con uno solo.
Fue una cancelación entristecida pese a ser casi esperada. Pero la esperanza es lo último que se pierde, comentaban dentro y fuera del templo, desde los mismos bancos donde pacientemente esperaban los hermanos de la Sagrada Cena y los cofrades de otras hermandades, así como los apostados a las puertas de la iglesia, pero lo cierto es que no pudo ser ante las constantes nubes amenazantes que descargaban agua ininterrumpidamente. Un riesgo que la directiva prefirió no asumir ante lo que significa sacar a las calles el valor patrimonial y humano de una procesión. Es más, una decisión comprometida ante lo que también suponía, por ejemplo, la contratación de una banda de música ajena a la propia hermandad, la Agrupación Musical La Expiración, que habían venido desde Salamanca.
Una vez suspendida la procesión se abrieron las puertas del templo para permitir el acceso a las numerosas personas que esperaban fuera a la salida del Jesús de la Esperanza. Entraron admirados por el adorno floral y la disposición de la imagen con velas rojas encendidas en todos los faroles y, a continuación, el Coro Joven de Valladolid de la Asociación de Voces Blancas puso la nota musical dirigidos por su director, Valentín Benavides.
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