«La lírica, la poesía, junto a la oración, reflejan a la perfección la Pasión de Cristo»
MARÍA jESÚS gUTIÉRREZ
Domingo, 20 de marzo 2016, 13:49
El teatro de Santa Ana fue testigo anoche del inicio de la Semana Santa de Macotera, que se abría con el pregón del escritor y poeta Toño Blázquez, cuyas palabras fueron acompañadas por un guitarrista mientras recitaba versos de distintos poetas. El acto concluyó con una muestra musical de los toques y sones de la Semana Santa macoterana a manos de los Dulzaineros del municipio, que pusieron el broche de oro al inicio de la Pascua macoterana.
El acto estuvo presidido, como no podía ser de otra forma, por el alcalde del municipio, Jacinto García, y por el párroco, Rafael Pascual, que dieron paso a Toño Blázquez, que inició su intervención presentándose y señalando que es «hijo de Virgilio Capucho y de Vitoriana Sargentilla», con raíces salmantinas, aunque reparte sus «amores-raíces, con Vitigudino por cariñosa adopción, si tengo que ser de un pueblo sin serlo por nacencia, que sí por sangre, es éste: Macotera».
A continuación, y tras destacar que quizás no fuese la persona más adecuada para el cometido encargado, «porque no soy ni profundo estudioso» de la Semana Santa «ni experto en su historia iconográfica», dijo, pasó a echar su pregón «esencialmente literario y poético», como él mismo afirmó.
De Macotera, señaló, «siempre he oído decir que fue pueblo de curas y monjas, donde arraigaba de forma intensa la vocación religiosa», la cual también arraigó en su familia, pues tres tías monjas tenía (Angelia, Teresa, ya fallecidas, y Juana, que vive en la residencia de Hijas de la Caridad de Alba de Tormes), con las que vivió momentos especiales en la infancia y adolescencia por ser unas «personas muy especiales al vivir una fe y un compromiso a través de una dedicación plena y concienciada».
Tras estos momentos de nostalgia, Toño Blázquez reconocía que lo que «de verdad me enamora y me invita a la reflexión, es la vida de Jesús, de la que solo se pueden aprender cosas buenas. Ser honrado, amar al prójimo, tener sentido de la caridad, ser comprensivo y tolerante con el diferente, respetar la vida de los demás».
«La vida de Jesús es apasionante, ustedes lo saben bien, todos lo sabemos. Yo siempre he creído que la lírica, la poesía, junto con la oración y las artes de la imagen como el cine, la pintura, la escultura han sabido reflejar admirablemente la Pasión de Cristo», manifestaba, para pasar a recitar unos versos de Teresa de Jesús.
Antes de proseguir con los versos, en los que estuvo acompañado por un guitarrista, Blázquez les hizo un guiño a los jóvenes y así señaló que «la vida y la muerte en la cruz de Jesús que, con su terrible tortura y agonía nos ofreció generosamente su vida. Esto sí que da buen rollo, como dirían los jóvenes de hoy, esto si que es guay, con mayúsculas: Dar la vida por los demás».
Y dicho esto pasó a recitar oraciones que recordaba de cuando era niño para continuar con escritos y «versos para ofrecer una Pasión de Cristo poética», haciendo de su pregón «una carta breve» donde relató «la vida de Jesús de Nazaret».