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El barrio de San Pablo acoge a la cofradía de Jesús Nazareno y los cofrades devuelven todos los años a estas calles la gratitud del ... cariño que les profesan los vecinos. Y lo hacen con una de las más bellas y singulares procesiones de la Semana Santa de Palencia, la del Silencio y Penitencia, un cortejo nocturno, que comienza a la una de la madrugada del Viernes Santo, en el que se representan las tres caídas en el camino del Calvario.
Partió la procesión en una plaza de San Pablo totalmente abarrotada, llena como si se tratase de unas fiestas patronales. Cientos de fieles dispuestos a ver la salida del Nareno, con otros tantos que se despedían tras la recogida de la procesión de la Oración del Huerto, que se había retrasado más de una hora. De tal forma que en la misma zona prácticamente se fundían ambas procesiones.
A la una se apagó el alumbrado público en el barrio de San Pablo, quedando totalmente a oscuras y eran cientos los móviles que encendían los fieles para encontrar el punto del recorrido más de su gusto para contemplar la procesión. Portaban velas que habían reapartido previamente los cofrades nazarenos, con lo que se creó en las más históricas calles de la capital palentina un camino para los penitentes de inusitada belleza.
Con la imagen del Nazareno más antigua, las más querida por los cofrades, aunque no la titular, a hombros, la procesión alcanzó la Catedral, donde se representó la tercera caída, para regresar de nuevo a casa, en la plaza de San Pablo.
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