El segoviano que desembarcó en Tabasco
México conmemora con la colocación de un busto la llegada del descubridor cuellarano Juan de Grijalva a las costas de Yucatán hace 500 años
José ramón Criado Miguel
Segovia
Domingo, 24 de junio 2018, 11:09
Las autoridades mexicanas del estado de Tabasco han erigido un busto al descubridor segoviano Juan de Grijalva de Cuéllar, en el quinto centenario de la llegada de dicho conquistador a las costas de la península de Yucatán. La noticia no ha trascendido en España, pero un amigo me manda un enlace para comunicármela, sabedor de mi interés por la historia de la Conquista, más cuando hay protagonistas relacionados con nuestra tierra:
'Villahermosa. México. Con el izamiento de la bandera monumental, un homenaje, develación de un busto y una placa conmemorativa, autoridades estatales y federales celebraron los 500 años de la llegada de Juan de Grijalva de Cuéllar a tierras tabasqueñas, festejos que llamaron: «Encuentro de dos mundos»'. El vocabulario propio de un medio mexicano da cuenta del hecho.
Sorprende este reconocimiento por parte de las autoridades del país hermano cuando sabida es la manera en que se estudia en México la llegada y conquista de los españoles. Se los presenta en los libros de texto como crueles con los nativos, a los que usaron como esclavos, y siempre ávidos de oro y riquezas. Se afirma que tampoco repararon en imponer la fe cristiana, con métodos expeditivos, para sustituir al politeísmo azteca. Como curiosidad diremos que los primeros alguaciles de la Inquisición, exportada como institución a la Nueva España en 1571, fueron otros cuellaranos: los Velázquez de Bazán.
El protagonista de este recordatorio en México es Juan de Grijalva, nacido en Cuéllar en 1490, que participó en la exploración y conquista de Cuba con el adelantado Diego Velázquez de Cuéllar. Conquistador por tanto de primera hora con su paisano, que no pariente, como afirman algunos historiadores. Pacificada la isla, donde fue lugarteniente del adelantado en la villa de Trinidad, Diego Velázquez, en 1518, puso a Grijalva al frente de la segunda expedición que exploró las costas de la península de Yucatán y Tabasco. El primer contacto con los nativos fue de conflicto bélico: tuvo un combate con indígenas en el lugar aún hoy conocido como Champotón. Lucha descrita minuciosamente por el soldado y cronista Bernal Díaz del Castillo, donde al cuellarano le quebraron tres dientes de un flechazo.
Continuando la navegación, los castellanos llegaron, en junio de 1518, hasta las costas de Ulúa, en pleno territorio mexica, donde Grijalva entró en contacto pacífico con los indígenas de esa zona, con los que intercambió presentes y en donde recibió a emisarios del emperador Moctezuma, teniendo así conocimiento directo los castellanos del rico imperio azteca, cuya conquista abordarían en los años siguientes.
Dejaba Grijalva el camino libre para la siguiente expedición que se le encargaría por parte de Diego Velázquez a Hernán Cortés. El historiador cuellarano del siglo XVIII Melchor Manuel de Rojas resume este pasaje con bastante ironía, tal como después se desarrolló la historia de la conquista de México: por ser Grijalva hombre comedido, liberal y devoto, siendo el primer descubridor de Nueva España, sería Hernán Cortés el que se comiese la pera (o sea, el que se llevará todo el mérito de la conquista de México, burlándose también de Diego Velázquez, patrocinador de la expedición). Por prudencia, que no por cobardía, no hizo Grijalva fundación de colonia alguna en las costas mexicanas, lo que le fue recriminado a su regreso a Cuba por Diego Velázquez y supuso el distanciamiento entre los dos cuellaranos, dejando de contar el adelantado con Grijalva para futuros proyectos lo que llevó a este a ponerse a las órdenes de Pedro Arias Dávila y embarcarse en otras aventuras.
Río Grijalva y Nueva España
Como descubridor, le corresponde el haber puesto su nombre al río Tabasco, que desde entonces se conoce como río Grijalva, y haber dado el apelativo de Nueva España a las tierras por él descubiertas en las costa mexicanas, pues la disposición de las casas de algunos de los poblados a los que arribó le recordaban a su tierra natal. Juan de Grijalva está bien considerado por el mismísimo Bartolomé de las Casas, tan duro con la mayoría de los conquistadores, que valora su bondad y buen carácter. El historiador de Cuéllar Balbino Velasco insiste en el olvido que se tiene de Juan de Grijalva, descubridor no suficientemente valorado, del que le atrae su persona y al que él estima a través del tiempo: soldado valeroso, enamorado de su fe y servidor de su rey.
En Cuéllar, y no se podría hacer con menos, solo una calle honra la memoria de Juan de Grijalva, como otra que se dedica al conquistador de Cuba Diego Velázquez. Oímos, y hemos leído, al propio Balbino Velasco que era escaso reconocimiento para personajes tan destacados. En bronce, en Cuéllar, solo se ha homenajeado en la vía pública a sus encierros. El primer busto del navegante cuellarano Juan de Grijalva ha sido colocado mirando hacia el río Grijalva, que atraviesa la ciudad de Villahermosa, en México. Elaborado en bronce y colocado sobre una pieza hecha a base de lava volcánica, obra del escultor mexicano Tomás Mejía que se ha inspirado en el retrato de Grijalva que recoge otra obra de un cuellarano: las Décadas del historiador Antonio de Herrera.