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Yolanda Villalmanzo muestra las camisetas de las ediciones de la Marcha de Mujeres de Segovia en las que ha participado. A. de Torre
Esta marcha no la hay en Marbella

Esta marcha no la hay en Marbella

Desde hace diez años, Yolanda Villalmanzo viaja desde la capital de la Costa del Sol hasta Segovia solo para participar en la caminata de mujeres

césar blanco

Segovia

Martes, 8 de mayo 2018, 11:52

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Su acento la delata. Aunque no sea de estos lares, demuestra un cariño por Segovia casi tan monumental como el Acueducto. Yolanda Villalmanzo nació en Suiza, reside en Marbella, y parte de su corazón late en la ciudad castellana. Sus raíces agarran en esta tierra y se hunden en la fascinación que la profesa. «Mi madre es de Segovia y mis tíos, que son como mis padres, y mis primos, también», comenta esta gestora inmobiliaria. Así que los vínculos sanguíneos y las ramas que crecen del tronco de su árbol genealógico acreditan las razones poderosas que arropan el afecto por Segovia que expresa en cada palabra y gesto. Incluso, está pensando en adquirir una segunda residencia en la tierra que fue la cuna materna.

«En rojo en el calendario»

El enamoramiento de Yolanda con la ciudad del Alcázar y de la dama de las catedrales tiene una cita «marcada en rojo en el calendario». Desde hace diez años, el primer fin de semana de mayo, coincidiendo con el día de la madre, lo tiene reservado para dejar atrás durante unas horas la cálida y soleada Marbella y venir a la siempre sorprendente Segovia. Y es que «cada vez que vengo descubro algo nuevo». No le cuesta coger el coche o el tren y hacerse los casi 700 kilómetros que separan la capital de la Costa del Sol de la del Acueducto. Ida y vuelta. Llegar el sábado y regresar el domingo.

Esa cita ineludible que no se pierde por nada es la Marcha de Mujeres, que este pasado domingo cumplió su undécima edición. Yolanda solo faltó a la primera. La segunda ya no la perdonó. Y a tenor de la firmeza y convicción con la que ratifica su declaración de intenciones, volverá en 2019, 2020, 2021... siempre que se pueda. Como las muescas en la culata del arma de un pistolero, colecciona las camisetas que le recuerdan cada una de las caminatas en las que ha sumado sus pasos a los de cientos de personas.

¿Pero cómo empezó todo? ¿Qué ocurrió para que rindiera esta fidelidad a la Marcha de Mujeres de Segovia? Yolanda explica que fue su prima, una de las responsables de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Segovia, Anabel de Pedro, la que «me metió el gusanillo». De hecho, es socia y paga su cuota anula, además de colaborar con la causa de otras maneras, comenta mientras muestra un original ambientador que vende el colectivo para recaudar fondos.

Lo asume como «un deber»

Una causa llevó a la otra. La lucha contra el cáncer de mama guió su voluntad y sus pasos hasta la marcha segoviana. Afirma que la implicación para combatir esta enfermedad «no es tanto una obligación, sino un deber» para ayudar a las personas que cada día ponen su granito de arena en combatir el cáncer.

A lo largo de estos diez años, Yolanda ha vivido en primera persona, junto a su marido, cómo ha evolucionado la marcha. Se congratula de que cada año se unan más personas. El pasado domingo participaron unas 3.500. Una de las cuestiones que más le gustan es que «se ven muchos niños con sus madres». Ese ambiente familiar le ha cautivado, por no hablar del recorrido de la caminata. Y es que «Segovia es una ciudad pequeña donde se conocen todos». «Cada vez que vengo descubro algo, por ejemplo este domingo estaban las montañas nevadas, que no es habitual», comenta.

En Marbella no es así. Y aunque camina con su marido por el paseo que va hasta San Pedro Alcántara, con el mar de fondo, sus pasos y su corazón le impulsan a Segovia. Por ahora, cada vez que asoma mayo.

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