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Una de las concentraciones de protesta en la localidad de Lastras de Cuéllar. El Norte
Lastras de Cuéllar, el pueblo sin agua potable, ha perdido el 22% de población en seis años

Lastras de Cuéllar, el pueblo sin agua potable, ha perdido el 22% de población en seis años

Los vecinos organizan manifestaciones todos los lunes, a las 20:30 horas, hasta que haya una solución definitiva

claudia carrascal

Segovia

Lunes, 13 de julio 2020, 11:54

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No pueden beber agua del grifo, tampoco lavar los alimentos o cocinar, muchos ni siquiera se arriesgan a regar el huerto con agua corriente porque la elevada cantidad de nitratos que contiene la convierte en no apta para el consumo humano. Esta es la situación que viven los vecinos de Lastras de Cuéllar desde hace seis años de forma cíclica, aunque cada vez es más grave, ya que en el último año apenas han podido consumir agua del grifo unos pocos días porque llega a superar en un 50% los límites de nitratos establecidos. «Estamos hartos de esta situación, en verano la población se multiplica y también el consumo de agua, pero seguimos sin soluciones·, lamenta el alcalde del municipio, Andrés García.

Primero fue la elevada cantidad de arsénico que contenía el agua, inconveniente que se solventó con un filtro que, sin embargo, no retiene los nitratos procedentes de los purines y abonos nitrogenados que se filtran en los acuíferos. Los vecinos han iniciado una serie de protestas y manifestaciones todos los lunes, a las 20:30 horas, para visibilizar su realidad, actos que cuentan con todo el apoyo de su alcalde porque «la situación es crítica y el Ayuntamiento no puede asumir una obra de tal envergadura. Hemos solicitado ayuda a la Junta de Castilla y León y a la Diputación de Segovia, pero de momento no se ha producido una respuesta positiva», asegura.

La opción más viable y que permitiría acabar con la falta de abastecimiento de agua en Lastras pasa por derivar el agua desde el paraje de Las Fuentes, en Aguilafuente, ubicado a poco más de cuatro kilómetros de la localidad. Este proyecto requiere un presupuesto aproximado de 350.000 euros, cantidad inasumible para un Ayuntamiento que no supera los 360 habitantes. García aclara que ya han iniciado los trámites con la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), organismo que considera factible el proyecto puesto que el caudal disponible en el manantial es de 650 metros cúbicos, por lo que se adapta a las necesidades de abastecimiento. La CHD ya ha emitido sus especificaciones, pero antes de seguir con los trámites es necesario lograr financiación.

Por su parte, el Consistorio continúa eliminando los posibles obstáculos contra los que se ha topado este plan, entre ellos, la sustitución de la anticuada red de abastecimiento de agua del municipio, una intervención que cuenta con un presupuesto global de 800.000 euros. La semana pasada salió la licitación de un nuevo tramo, con el que la renovación de la red alcanzará el 80%. El objetivo es, según García, concluir la obra en 2021; de este modo, se solventarán las notables pérdidas que triplicaban el agua consumida. El edil admite que era una objeción razonable, ya que traer el agua de Las Fuentes supone un elevado coste, por lo que no tenía sentido que se perdiera por el camino. Eso sí, considera que ahora ya no hay excusas.

Despoblación

Esta coyuntura está agravando el problema de la despoblación en Lastras de Cuéllar, que ha perdido el 22% de sus habitantes en los últimos seis años. «En el medio rural la calidad de vida es mucho más alta, hay menos estrés y más tranquilidad, pero un pueblo desabastecido de un bien básico como es el agua potable no es atractivo», asevera. Ni siquiera cuando el Consistorio se encarga de repartir, todos los lunes, seis botellas de 1,5 litros por vecino al simbólico precio de 30 céntimos. Una acción que se financia con el Convenio de la Sequía para el que la Junta de Castilla y León aporta el 50% del presupuesto, la Diputación el 25% y el Ayuntamiento el 25% restante.

María José Díez es una de las vecinas que conviven con esta problemática a diario y asegura que es imposible acostumbrarse. Ella y su marido viven en Lastras de marzo a diciembre y considera vergonzoso que en pleno siglo XXI haya municipios que como el suyo no disponen de abastecimiento de agua potable. Al respecto, critica que las administraciones dediquen ingentes partidas presupuestarias a ferias, festivales y actos culturales cuando muchos pueblos siguen sin agua. «Nos hacen la vida demasiado difícil, los vecinos estamos intentando revitalizar el pueblo con libros y documentales para que la gente se anime a crear su proyecto de vida en Lastras de Cuéllar, lugar libre de la covid-19, pero todos los esfuerzos caerán en saco roto si no se consiguen unos servicios mínimos», asegura.

En su opinión, lo peor es la enorme cantidad de plásticos que se generan. «En mi vida cotidiana evito emplear productos embalados con plástico, así como bolsas, pero es terrible el volumen de este tipo de desechos que producimos en el municipio todas las semanas», critica. Por otra parte, asegura que es una incomodidad tener siempre una garrafa de cinco litros al lado del fregadero para poder lavar las frutas y verduras. Aquellos que no viven en el pueblo, pero van los fines de semana, optan por llevarse el agua de la ciudad. «En la tienda sale muy caro, por lo que prefieren traérselo de casa y vienen cargados con garrafas para satisfacer sus necesidades básicas».

Los nitratos son uno de los contaminantes más habituales de las aguas subterráneas en zonas rurales y su consumo continuado puede provocar el trastorno sanguíneo conocido como Metahemoglobinemia, que impide que el oxígeno transportado en la sangre se libere de forma correcta en el organismo. No obstante, los vecinos de Lastras trataron de hacer un estudio para determinar la incidencia que el consumo de agua contaminada estaba teniendo en la población porque «era alarmante la cantidad de muertos que había por determinadas enfermedades como el cáncer», explica María José Díez. Sin embargo, su intento fue en vano porque «en muchos certificados de defunción no ponía la causa de la muerte o era una referencia tan somera que no servía para un estudio fiable», señala.

Carmen Escribá, que vive junto a su marido y sus tres perros en el municipio, reconoce que ignoran los efectos que puede tener en su salud el hecho de haber consumido agua con arsénico y nitratos. Eso sí, insiste en que no es un capricho y que en cualquier caso si la legislación no permite niveles tan elevados de estas sustancias, es porque «es nocivo para la salud». Su efecto lo compara con el del veneno o sustancias tóxicas y es que «esto es como si consumes dos gotas de lejía todos los días. No notas el daño de inmediato, pero el cuerpo y los órganos se deterioran», comenta.

Carmen detalla que el inconveniente que supone poder utilizar el grifo tan solo para limpieza e higiene es enorme. En cuanto al agua que proporciona el Ayuntamiento todas las semanas, admite que es una ayuda muy importante y cree que el equipo de gobierno «hace todo lo que está en su mano» para buscar una solución definitiva. Sin embargo, nueve litros de agua por persona a la semana son «insuficientes para consumo, cocinar y lavar los alimentos»·. En su caso, la necesidad se multiplica porque tampoco puede dar agua del grifo a sus tres perros, ya que también es perjudicial para ellos. Asegura que la mala calidad de esta agua se nota en el sabor e incluso «al fregar los cacharros deja un olor desagradable».

Para paliar esta escasez Carmen y su marido van todas las semanas a Las Fuentes. «Llenamos doce garrafas de cinco litros cada una. Para nosotros no es demasiado problema porque tenemos coche y nos podemos desplazar, pero hay gente que no dispone de medio de transporte o son mayores y no pueden cargar con las garrafas». Este recorrido, de algo más de cuatro kilómetros, lo realizan con frecuencia la mayor parte de los vecinos. En este manantial, «hay agua para todos porque tiene un caudal muy grande y es de calidad», afirma.

Aunque reconoce que el coste de la obra para derivar el agua de este manantial al municipio es elevado, Carmen insiste en que las ayudas a la España vaciada tienen que comenzar por abastecerla de los servicios básicos.

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