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Jueves, 19 de septiembre 2019, 22:32
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James Rhodes plantea una disyuntiva terrible. ¿Qué hacer con la obra de un artista virtuoso que, a su vez, es una persona horrible? El pianista inglés exhibe las curvas de una mente prodigiosa. Y, con todo, responsable. Porque en lugar de rehuir los abusos sexuales ...
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