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Martes, 16 de abril 2019, 08:54
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Quédense con este nombre, bastante largo por cierto. Stirling Square Capital Partners. Esta compañía paneuropea (como se define en su web oficial) se dedica a las inversiones privadas en el mercado medio, en el que, según presume, ostenta un puesto de liderazgo. Esto significa que el valor de sus operaciones oscila entre los 50 y los 500 millones de euros. Pues bien, este grupo inversor británico se ha hecho con la totalidad del negocio de Verescence. Y todo es todo: desde sus oficinas hasta sus plantas de producción, incluida la industria vidriera del Real Sitio de San Ildefonso.
¿Qué supone esta operación? Además del cambio en la propiedad, un horizonte de proyección en positivo. Es lo que opina el alcalde granjeño, José Luis Vázquez, quien se felicita por la llegada de una compañía inversora «que no son fondos buitre, sino un fondo de crecimiento» para insuflar más actividad. Sin entrar en detalles financieros, el regidor sí tiene claro que el impulso se traducirá en más empleo.
El plan previsto consiste en que la fábrica de Verescence pase de los 450 empleos directos que tiene a día de hoy a disponer de una plantilla conformada pormás de medio millar de personas en tres años, a tenor del «crecimiento sostenido» que mantiene, añade el director del centro, Mario López. Por ejemplo, este curso está prevista la ampliación del personal con veintidós nuevas incorporaciones. A estos puestos directos hay que sumar los indirectos y las subcontrataciones que firma la vidriera, como el mantenimiento, reciclaje, carretilleros, embalajes de cartón o los proveedores exclusivos. Si se suman todos, trabajos directos e indirectos, es posible que la empresa alcance los mil empleos dependientes de su actividad en 2022, coronándose como la mayor compañía de la provincia en cuanto a empleo generado, según cálculos del alcalde.
Tanto el Ayuntamiento como fuentes sindicales coinciden en apuntar que la nueva propiedad no ha de interferir en el funcionamiento de la planta y en los objetivos en los que viene trabajando, que no son otros que los dirigidos a afianzarse en otros mercados, en exportar y encontrar nuevos nichos más allá de las fronteras europeas.
Al igual que el alcalde, representantes de la plantilla confirman también que las negociaciones empezaron a cristalizar a finales del año pasado. El acuerdo entre Stirling Square Capital Partners y Oaktree (otro fondo privado estadounidense) ha sido raudo. Ambas partes apenas han tardado tres meses el culminar la operación, cuyo valor puede estar entre los 300 y 400 millones de euros, según fuentes cercanas.
La diferencia con respecto a la entrada de Oaktree en 2010 en el capital de la compañía de origen francés es que ese tipo de fondos de inversión son de riesgo. Se dedican a comprar empresas que se hallan en una situación financiera precaria, las inyectan recursos y las sanean con el objetivo de verderlas a posteriori a un precio mayor al que las consiguieron. Según la información que se ha facilitado al personal de Verescence en La Granja, el grupo inversor británico que se ha hecho con la titularidad tiene, en principio, otras intenciones.
Para empezar, el horizonte temporal con el que trabaja Stirling Square Capital Partners es diferente. Sus miras viajan a más largo plazo que los fondos buitre. Mientras éstos se dan un tiempo máximo de entre cuatro y seis años para exprimir el jugo de la rentabilidad de la compañía en la que entran como principal capital, empresas como la británica alargan esos plazos de una futura venta hasta los doce años, lo que favorece la estabilidad de la actividad y de la plantilla, explican fuentes sindicales.
La nota de prensa emitida por el grupo de inversión británico recoge las declaraciones del director general de Verescence, Thomas Riou, quien expresa su confianza en el equipo de Stirling para «continuar el viaje de la compañía hacia la excelencia operativa». En ese mismo comunicado, el directivo también tiene palabras de agradecimiento para Oaktree, que en los últimos años ha prestado «su apoyo incondicional» a la firma francesa, líder mundial en la fabricación de frascos para perfumes y cosmética, fundamentalmente, aunque también produce e investiga en otros ámbitos, como en el campo de los aisladores de vidrio para las líneas eléctricas de alta tensión, como bien saben en la planta de La Granja.
Thomas Riou pone de relieve en la nota publicada por Stirling Square Capital Partners que la nueva etapa que se abre con la participación del nuevo fondo de inversión «nos permitirá acelerar nuestro despegue internacional y lanzar nuestro nuevo proyecto corporativo 'Verescence 2022-Formando el futuro', que irá acompañado de un plan de inversión de 122 millones de euros, en el que están incluidos los centros de producción como el de La Granja, asegura López.
En el caso de Stirling, la información que manejan los representantes del personal de la fábrica granjeña es que «los beneficios los recoge con lo que produce», por lo que, en cierto modo, no se inmiscuyen en los procesos de producción. Por esa misma razón, los organigramas de dirección apenas sufrirán cambios, prevén portavoces sindicales.
La llegada del nuevo fondo consolida el cierre de un capítulo de incertidumbre y zozobra por el que atravesó la planta segoviana, como evoca el alcalde del Real Sitio de San Ildefonso. En 2009, hace casi diez años, el exceso de remanente de piezas sin salida en el mercado hizo tambalear el futuro de la fábrica. La escasez de pedidos suficientes para mercantilizar y comercializar la producción sobrante de la línea uno, la de los envases de perfumería, farmacia y cosmética, fue uno de los detonantes que derivó en la propuesta de un ERE temporal de seis semanas que iba a afectar a 180 trabajadores, es decir, a más de la mitad de la plantilla.
«Se ha pasado muy mal», subraya el alcalde al saludar la entrada de la nueva propiedad. En los años más fieros de la crisis financiera generalizada, la fábrica de La Granja anduvo titubeante sobre el alambre de los números rojos. Fue en 2010 cuando el fondo de capital riesgo Oaktree se convirtió en el dueño principal de la sociedad vidriera al adquirir el 80% de su accionariado. Aún así, los resultados antes de impuestos acumulados entre 2009 y 2011 arrojaban un saldo negativo de 12,4 millones de euros. Por desgracia, «entonces hablábamos de despidos y no de crecer, como ahora», apostilla José Luis Vázquez. Ante aquellas cifras, la empresa planteó despidos de operarios, prescindir de contratos temporales, bajadas salariales y suprimir la línea de producción de bloques de vidrio.
«2013 fue el año de inflexión», destaca López. Desde entonces se han recuperado los 27 puestos damnificados por aquellos recortes y se han generado 85 más. El directivo insiste en que esta nueva etapa traerá consigo «mejoras en la productividad y, por consiguiente, un incremento de la facturación». De momento, para este curso la previsión de la empresa es de facturar 84 millones de euros, o lo que es lo mismo, siete millones más que en 2018.
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