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Los niños saharauis disfrutan de una merienda en un bar de Segovia a base de chocolate con churros. Antonio Tanarro

Trece niños saharauis cambian las jaimas y el desierto por Segovia

Segovia ·

Los participantes en el programa solidario reclaman más hogares para acoger en verano a los menores refugiados

susana castillejo

Segovia

Domingo, 29 de julio 2018, 21:46

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Trece niños saharauis procedentes de los campos de refugiados del Sáharapasan el verano con familias de la provincia de Segovia gracias al programa solidario Vacaciones en Paz. Esta iniciativa permite a los pequeños refugiados abandonar durante dos meses sus jaimas y las casas de adobe, las abrasadoras temperaturas del desierto, mejorar su estado físico, cuidar su salud y subsanar carencias en su alimentación, además de conocer otra realidad lejos de los campos de refugiados.

Muchos repiten experiencia y este es su segundo o tercer año en España. Otros son novatos y vienen por primera vez, por eso escuchan expectantes, con asombro y también algún que otro temor, los consejos y experiencias de sus compatriotas más veteranos que llevan más años veraneando en paz.

«Me gusta mucho España, me lo paso muy bien en verano aquí», comenta Mohamed, uno de los menores que participan en el programa. «Me gusta venir e ir al parque de atracciones, son unas vacaciones divertidas», añadía su compañero, Ali.

«Están todo el día pensando en los suyos, hablan consus padres y les mandan fotos»

linda, madre de acogida

Aunque dejan atrás a sus padres y hermanos por unas semanas, disfrutan de esta oportunidad que no tienen todos los refugiados. Los afortunados han podido acercase a otra cultura y forma de vida. «Están todo el día pensando en los suyos, hablan con sus padres todos los días y les mandan fotos», comenta Linda, madre de acogida. «Pensamos que allí están muy mal; pero ellos dicen que tienen de todo menos una piscina, que incluso les gusta más el agua de sus cisternas y cuentan los días para volver», añade.

Varios hogares de acogida viven esta experiencia por primera vez y dicen que en ningún momento se arrepentirían de hacer algo así. «Yo viajo por allí bastante y siempre me gusta ver los pueblos pequeños para ayudar en lo que se puede, cuando vimos el anuncio no nos lo pensamos», explicaba María García, madre de acogida de Abdala.

A pesar de sus costumbres diferentes y su religión, estos niños se amoldan muy bien a la convivencia con sus familias españolas y con el resto de la sociedad. «Le cuesta más el idioma, a veces tiene calor y dice frío, pero poco a poco lo va aprendiendo. Por el resto todo bien, no tiene ningún problema», añade María. La organización del programa vacaciones en Paz pone a disposición de los hogares diferentes actividades para que acudan con los niños y se relacionen entre ellos, se conozcan y «se sientan como en su casa», explica Antonio Matesanz, padre de acogida de Jueira. «Saben que se van a reunir y es algo que les encanta», añade.

«Le cuesta el idioma, como cuando tiene calor y dice que tiene frío, pero aprende poco a poco»

maría, madre de acogida

La sociedad española está poco informada sobre la necesidad y la importancia que entraña poder traer a un niño saharaui durante dos meses. «Faltan familias, lo que hace que haya muchos niños que no pueden venir... y es una pena», comentan los representantes de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui y los padres de acogida. Para Antonio Matesanz, hasta que no te decides y no indagas en qué consiste «nadie nos informó antes». «Es nuestro primer año, pero estamos muy contentos y estamos pensado al año que viene repetir», añadía Linda.

Miseria en los campamentos

Algunos de los padres de acogida dicen apoyar esta causa en parte por la situación política que se vive en los campamentos saharauis. «Nos gustaría que se hiciera algo, que se dé un poco de luz al tema», añade Antonio Matesanz. También precisan que, «aunque se tratase de otro país, también apoyaría esta causa», pone de relieve María.

Las asociaciones en defensa del pueblo saharaui, que lleva más de cuatro décadas viviendo en el exilio desde que en 1975 Marruecos ocupara su territorio, trabajan para hacer visible la realidad de estos refugiados, que padecen una larga hambruna que afecta principalmente a los niños.

Con su trabajo, a través de la organización de distintas actividades, tratan de concienciar e implicar a la población sobre la necesidad de un cambio urgente que ofrezca un futuro a estas y futuras generaciones de saharauis, ya que más de 150.000 personas viven en los campamentos dependiendo de la ayuda humanitaria y sin ninguna perspectiva de futuro.

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