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Cuéllar se transforma en un poema musical con la 'Noche en Blanco y Negro'
Diez agrupaciones musicales y casi una veintena de artistas convirtieron las calles de la villa en un concierto sin paredes
La villa de Cuéllar vivió este sábado una de esas noches que dejan huella. La octava edición de la 'Noche en Blanco y Negro', impulsada por la Diputación de Segovia, convirtió el casco histórico del municipio en un gran escenario al aire libre, donde la música se fusionó con la arquitectura, la historia y la emoción compartida. Desde las 20:30 hasta bien entrada la madrugada, los acordes de cinco pianos resonaron en enclaves patrimoniales cargados de significado, como el convento de San Francisco, la plaza de Santa Marina, Las Tenerías, la iglesia de San Andrés y el Ábside de Santiago.
Esta cita, ya consolidada en la agenda cultural del verano segoviano, volvió a superar expectativas gracias a un formato que apuesta por la calidad artística y la diversidad de estilos. Más de treinta actuaciones, protagonizadas por una decena de agrupaciones, ofrecieron un viaje musical que transitó desde la copla al jazz, del klezmer al pop, de la música latina a las bandas sonoras. Una propuesta cultural pensada para todos los públicos, que hizo de la alternancia de escenarios una experiencia dinámica, íntima y cercana.
Entre los asistentes se encontraba el vicepresidente primero y responsable de Cultura, Juventud y Deportes de la Diputación, José María Bravo, que no quiso perderse una velada que define como «un escaparate de talento y una forma brillante de descentralizar la cultura, llevándola al corazón de nuestros pueblos».
Los músicos no solo ofrecieron interpretaciones memorables, sino que convirtieron sus actuaciones en auténticas vivencias artísticas. Fue el caso de Maestro Moriles y Luisa Pérez, que emocionaron con su espectáculo 'Delirio fino', donde el duende andaluz se alió con el jazz en un repertorio de copla elegante y sofisticada. O de Magia Sonora, que sedujo al público familiar con adaptaciones de Disney y pinceladas de jazz latino, arrancando sonrisas de pequeños y grandes.
La Lucera Rodante llevó los sonidos de Europa del Este a Las Tenerías, un lugar cargado de memoria y agua, que vibró con ritmos klezmer y balcánicos. En la cercana Iglesia de San Andrés, el público se rindió ante la riqueza sonora del carismático Miguel Ángel Recio, embajador de músicas del mundo.
Uno de los puntos más concurridos fue la Plaza de Santa Marina, convertida en un ágora sonora donde la propuesta vanguardista de Helena Fernández e Íñigo Anzasti elevó la música a lo sublime en un diálogo entre cuerdas y teclas. Allí mismo, la fusión de sensibilidad y técnica de Celia Pastor y Daniele La Torre creó una atmósfera acogedora que se fundía con el murmullo de la fuente y la calidez de las luces tenues.
La noche tuvo también su dosis de energía con las versiones de pop rock de Daniel Romano, y momentos de recogimiento emocional con la segoviana Teresa Cantalejo o la delicadeza de Marina Sierra, cuyas notas encontraron eco en el marco incomparable del Ábside de Santiago, joya mudéjar que parecía palpitar al compás de cada melodía.
Más allá del talento de los artistas, el evento volvió a demostrar su capacidad para dinamizar el tejido social y turístico de Cuéllar. Cientos de personas recorrieron las calles, redescubriendo su historia a través de la música, compartiendo espacios y emociones. Una «poesía musical bajo las estrellas», como lo definió uno de los asistentes, que resume a la perfección el espíritu de esta noche tan especial.