Cuéllar cierra unas 'no fiestas' vividas entre la tranquilidad y el descontrol
La ejemplaridad de las actividades organizadas ha chocado con el desfase y las aglomeraciones puntuales
Los cuellaranos cerraron ayer sus 'no fiestas' tras un intenso fin de semana de actividad que se ha vivido de formas muy diferentes, entre la ... tranquilidad y el descontrol. La primera ha sido la tónica dominante en 'Cuéllar de otra manera', la programación preparada por el Ayuntamiento para que vecinos y visitantes disfrutaran de la cultura de forma segura, aunque estos días también se han vivido escenas de desfase en distintos puntos.
Ya la misma noche del viernes la localidad vivió un altercado en la plaza de la Cruz en el que se vieron involucradas decenas de personas y que se saldó con un herido y una denuncia por agresión a varias personas indeterminadas. El lugar ha sido durante el fin de semana uno de los epicentros de actividad, donde se han registrado aglomeraciones de personas, la mayoría de ellas sin mascarilla e incluso un 'pregón' el sábado por la tarde, cuando los cuellaranos deberían estar viviendo la apertura de sus fiestas en una situación normal.
Esa imagen contrastaba con la tranquilidad que se vivía el sábado por la tarde en la Plaza Mayor, donde en torno a medio centenar de vecinos añoraba los momentos festivos con tranquilidad desde sus sillas en las terrazas de los bares del lugar. No faltaban los recuerdos e incluso se entonó el 'A por ellos', la jota convertida en himno de las fiestas para los cuellaranos, tema que algunos bailaron.
Mientras tanto, en la iglesia parroquial de San Miguel, situada también en la Plaza Mayor, la Virgen del Rosario se llenaba de flores ofrecidas durante todo el día por los vecinos. El templo acogió durante el fin de semana diversos cultos dedicados a la imagen, que por segundo año consecutivo no ha podido salir en procesión. Muchos cuellaranos no se resistieron a celebrar estas 'no fiestas' sin sus trajes de peña, aunque en contados casos se vieron los de las oficiales. La gran mayoría optó por las camisetas que se realizan los grupos de amigos, con algún dibujo o el nombre de cada uno. Atrás quedaron ya los diseños con los que cada año los cuellaranos realizaban sátiras sobre el curso político o lo más relevante ocurrido en la localidad durante el año. Tampoco faltaron los pañuelos rojos al cuello, un símbolo tradicional que forma parte de la vestimenta de las fiestas. Ya en la tarde del viernes, en la jornada previa a lo que habría sido el inicio de las fiestas, la estatua Hermanitos de Leche, instalada en una de las rotondas de la zona norte de la villa, junto al castillo, portaba ya este emblema de las fiestas.
En la noche del viernes previa a las fiestas también era tradicional que la corregidora y las damas subieran junto a la escultura-monumento a los encierros de Cuéllar y anudaran un pañuelo rojo alrededor de la figura del corredor. Se trata de otra de las imágenes que no se han podido ver este año, aunque el emblemático monumento sí ha sido centro de atención, pues los vándalos se han cebado en la figura del toro, donde realizaron una pintada antitaurina: «Taurinos asesinos».
Exceptuando algunas imágenes de aglomeraciones puntuales, la noche del sábado transcurrió de forma tranquila, con mucha gente en las calles y cientos de personas disfrutando de las propuestas municipales, que comenzaron con los monólogos de Coria Castillo y José Boto y siguieron con música, por un lado el concierto del música tradicional de Ruin Rapaz, que consiguió completar el aforo del patio de Tenerías, y por otro los conciertos de Fetén Fetén y Mafalda, en la Huerta de la Alegría y la explanada del castillo, respectivamente.
En todos los casos el comportamiento del público fue ejemplar, disfrutando de la cultura desde sus asientos, unas escenas que se repitieron la noche del domingo en los conciertos de Mr. Kilombo y Violin on the rock, que repitieron escenarios y éxito.
La del domingo fue la jornada destinada de forma especial para los más pequeños que pudieron disfrutar de un teatro musical para niños, a cargo de la compañía Toombawaia, con un cuento pedagógico en el que a través de la música se mostraron valores de amistad, compañerismo y respeto. Además, cientos de niños, pero también mayores vivieron durante todo el día 'La villa encantada', la quinta edición del festival internacional de magia, que regresó con una pequeña edición en la que no faltaron los trucos y la ilusión. Durante la mañana las plazas de los Coches y Mayor fueron el epicentro de los espectáculos, con la caravana A-sombras, del mago Héctor Sansegundo y la carpa El Arco de los Secretos, de la brujita Patri Zenner. Ya por la tarde el festival regresó con la magia, el humor y la ventriloquía del mago argentino Christian Miró, que arrancó carcajadas y asombro entre el público. Un asombro que se repitió en el espectáculo de Alejandro Revuelta y sus números de mentalismo mezclados con poesía.
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