Segovia
El campo prevé una cosecha de récord con hasta 4.000 kilos de cereal por hectáreaLos agricultores miran al cielo después de que las tormentas de granizo hayan arrasado la mitad de la producción en algunas comarcas
Primero fueron los años de sequía los que provocaron una drástica merma de producción de cereal, hasta anotar algunos de los registros más bajos del ... presente siglo. Después, las abundantes precipitaciones imposibilitaron la siembra al inundar y anegar las tierras. Los agricultores no pudieron sacar adelante las toneladas esperadas en ambos casos. Las condiciones climáticas por fin se han alineado en esta campaña de cosecha de cereal en Segovia, que se prolongará hasta agosto y arroja previsiones esperanzadoras sobre los rendimientos. Incluso mejora los resultados de 2020, que se constituye como uno de los ejercicios más provechosos para el campo. Sin embargo, estos pronósticos no han supuesto una buena noticia para los profesionales agrarios, quienes lamentan los bajos precios de cotización del producto y los cada vez más elevados costes de producción.
Todo apunta a que el campo vivirá un año de récord por los resultados de la campaña de siega de cereal, que es la más importante en la provincia por el número de empresarios que están dedicados a este sector y que ya ha sido inaugurada en muchas áreas de la provincia, como son Cuéllar, Vallelado o Cantimpalos. El trigo, la cebada, el centeno o la avena ocupan miles de hectáreas en la provincia, ya que las lluvias no han impedido en esta ocasión unas labores de siembra que en 2024 tuvieron que aplazarse por varias semanas. Algunos se vieron obligados a optar por otras alternativas, como es el girasol, para salvar la temporada.
Las organizaciones agrarias vaticinan que la temporada de cereal que ahora comienza concluirá con unos datos muy positivos, pues se prevé una producción media de hasta 4.000 kilos por hectárea -dependiendo de la comarca y la variedad-, lo que supera con creces el umbral que define una campaña «normal», que se sitúa en unos 2.500 kilos. Los resultados de 2024 quedaron por debajo de este límite, aunque no tiene nada que ver con los ejercicios previos, cuando apenas se llegaron a los 2.000. A día de hoy, la situación de la que disfruta el campo segoviano es totalmente diferente e indica que se superará con creces esta cifra.
Las estimaciones realizadas por las asociaciones agrícolas arrojan ligeras variaciones, pero todas ellas mejoran el promedio de la última década y del presente siglo. La Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja) de Segovia considera que, dependiendo de las zonas de la provincia, el rendimiento será aceptable -lo que se cifra en 2.800 kilos por hectárea- o bueno -con hasta 5.000 kilos-. La Alianza Upa-Coag pronostica el aumento de la producción en un 30% respecto al año pasado, por lo que se acerca a los 3.000 kilos. Por su parte, los representantes provinciales de Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) son más optimistas y calculan una media de 4.000 kilos, aunque el recuento final depende de la comarca.
El tiempo ha acompañado en gran medida. «Este año se ha sembrado todo el cereal que se ha querido», especifica el presidente de UCCL en Segovia, César Acebes. Es por ello que el primer avance de superficie cultivada publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación visibiliza un importante repunte de las hectáreas que se han dedicado a la cebada, con 10.000 más respecto al mismo periodo de 2024 hasta apuntar las 60.000; al centeno, con cerca de 2.000 más, e incluso el trigo, que gana medio millar de hectáreas y ronda las 63.000.
Caída progresiva
Ninguno de estos incrementos logra frenar la caída progresiva que ha experimentado en los últimos años la cantidad de tierras que están sembradas de cereal en la provincia. Tan solo la avena y el triticale, un cereal reforzado resultante del cruce entre trigo y centeno, logran revertir esta tendencia, pues ya suman más de 11.000 hectáreas. «Los agricultores están tendiendo más a alternativas que no son tan exigentes; ya se han dado cuenta de que el cultivo de trigo o cebada no es sostenible para las explotaciones», matiza Acebes.
Los trabajadores agrarios actualmente apuestan por otras opciones de cultivo que no requieren un suelo tan fecundo. Todo ello con el objetivo de asegurar una mayor producción, lo que permite a su vez ahorrar costes sobre todo en productos fitosanitarios. De ahí las flutuaciones al alza que han caracterizado la evolución de algunas variedades de cereal. «Con el centeno o la avena, aunque la tierra sea mala, sacas algo de producción. Lo cierto es que el precio de venta es algo más bajo pero, al tener más rendimiento, no pierdes tanto dinero», subraya el presidente de UCCL.
63.000 hectáreas
de la provincia han sido sembradas con trigo, lo que supone una disminución del 12,5% de la superficie cultivada en apenas cinco años.
750 euros
es el coste medio de la producción de una hectárea de cereal en Segovia por la subida de los precios.
El regadío también lamenta un descenso de hectáreas, como sucede con la remolacha o zanahoria. Al contrario, se disparan la colza y especialmente los guisantes, cuya superficie se ha triplicado en tan solo cinco años, hasta superar de forma general las 3.000 hectáreas. El girasol ha disminuido debido a la rotación de los cultivos, pero mantiene una tendencia estable, en alrededor de 35.000 hectáreas. Las labores de siembra en este caso han entrado en la fase final, lo que ha coincidido con el inicio de la campaña de cereal, cuyas primeras jornadas han estado protagonizadas por las elevadas temperaturas. Por el momento, no han supuesto el aplazamiento de los días de cosecha.
Las tormentas de las últimas semanas sí que «nos han retrasado un poco; hay parcelas con exceso de agua», relata el responsable provincial de Upa-Coag, Pedro Matarranz. Este es uno de los inconvenientes que las explotaciones han tenido que afrontar, a lo que se suma el granizo que ha acompañado a las recientes precipitaciones. Los daños que ha provocado este fenómeno todavía se encuentran en peritación, pero las organizaciones agrarias calculan pérdidas de entre un 30% y hasta un 50% de la cosecha en algunas zonas de la provincia. El pedrisco fue muy intenso en Fuentesaúco de Fuentidueña y Sacramenia, según detalla UCCL; y también alcanzó el entorno de Cabezuela o Losana de Pirón, especifica Asaja. «No ha habido daños de mucha relevancia pero siempre causan cierto perjuicio», ecxplica esta última entidad.
Baja rentabilidad
Por tanto, la preocupación esencial este año no es tanto la producción, sino más bien la rentabilidad. Los costes necesarios para sacar adelante una hectárea son elevados, pues ascienden hasta los 750 euros y se acercan a los 800 en algunos casos. Pero la cotización del cereal se mantiene baja, con precios inferiores a los 200 euros la tonelada y similares a los que había hace quince años.
Esto significa que los agricultores tienen que cosechar un mínimo de 3.500 kilos para obtener ganancias. «Ni siquiera se pueden compensar los gastos«, sostiene el presidente de Asaja, César Monjas. «Los precios deben evolucionar igual que lo hacen los costes de producción para hacer viable nuestra actividad económicamente», remarca. De modo contrario, »así es muy difícil trabajar», critica Acebes.
La lonja agropecuaria de Segovia decidió no cotizar el último jueves el cereal en un intento de combatir esta coyuntura económica. Es una decisión que también ha sido respaldada por otras entidades de la comunidad autónoma y los representantes del campo han aplaudido esta decisión. «En la de Salamanca la cebada bajó la pasada semana 15 euros de golpe», advierte Acebes.
El gremio agrícola no es ajeno a las recientes amenazas de conflicto a escala internacional, que puede repercutir en el precio de los insumos, como pasó con los primeros meses de la guerra en Ucrania. Los hidrocarburos penden de un hilo y lo mismo sucede con otros gastos relacionados, como son los fertilizantes o las semillas, que se han disparado desde la pandemia más de un 40%.
«Es incomprensible esta situación que hace inviable la actividad empresarial», lamenta Asaja Segovia. Por ello, insisten en la necesidad de cumplir con la ley de la cadena alimentaria para que ningún agricultor se vea obligado a vender por debajo de los costes de producción; y la urgencia de poner en marcha ayudas directas para compensar las pérdidas. Son reivindicaciones que alentaron las tractoradas que se sucedieron hace poco más de un año, pero que por el momento siguen sin dar los frutos esperados.
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