Avituallamiento para todos en Cuéllar
Cuéllar ·
Dentro de las fiestas de Cuéllar destacan los tradicionales almuerzos y las variadas citas gastronómicas que organizan las peñasmónica rico
Cuéllar
Miércoles, 30 de agosto 2017, 13:54
Alimentan los oídos con su música, la diversión con sus actividades y los estómagos con sus guisos. Las peñas de Cuéllar no cesan la actividad durante las fiestas y se encargan de que vecinos y visitantes no pasen desatendidos ni un solo instante a lo largo de estos días festivos.
Entre tanta actividad y los madrugones para los encierros, es obligado reponer fuerzas. Para ello, la tradición manda que, tras el encierro y la probadilla, es la hora de almorzar. La estrella es el almuerzo del segador, un clásico formado por uno o dos huevos fritos, una tajada de la olla o magra y un pedazo de chorizo. A ello se le añaden patatas fritas o ensalada. Pero existen muchas otras posibilidades en forma de guisos, raciones, bocadillos, embutido, carne a la parrilla o a la plancha… las posibilidades son infinitas. Son muchos los locales de peñas que acogen a sus peñistas durante estos instantes de descanso, entre ellos los de las oficiales.
Pero ahí no acaba todo. Las peñas oficiales también se suelen encargar de realizar bocadillos para los socios que van a los festejos taurinos de plaza durante las tardes, o bien sustituirlos por dulces (o añadirlos). No sólo sus peñistas son agraciados con ricos platos, pues algunas de las agrupaciones también incluyen en su programación distintas citas gastronómicas para el paladar y los estómagos de todos los vecinos.
Es el caso, por ejemplo, de la peña El Embudo, que bajo el nombre de ‘La noche amarilla’, celebra cada año un evento gastronómico ofreciendo a vecinos y visitantes unas ricas sopas de ajo. Con unos simples ingredientes como los dientes de ajo, rebanadas de pan duro, caldo, sal, pimentón, aceite de oliva y jamón serrano se consigue un guiso de primer nivel, al que se le puede añadir huevo, según los gustos.
La noche del pasado domingo El Embudo repartió cientos de raciones de estas tradicionales sopas de ajo, un plato que en las noches frescas de agosto fue muy agradable para muchos cuerpos. Además, la sopa se sirvió al modo tradicional, en cuencos de barro. Una escena similar se repite a diario en los corrales del río Cega, donde un grupo de vecinos voluntarios se encargan cada mañana de llevar los ingredientes necesarios y preparar el guiso para ofrecer un poco de calor al frescor que ofrecen de madrugada los pinares de la villa.
En la Panda El Soto cuentan con unos cocineros de excepción, un grupo de vecinos portugueses que cada año son fieles a las fiestas de Cuéllar, y que acercan hasta la localidad la gastronomía de su país a través de una caldereta de bacalao que este año elaboraron el pasado lunes. Pero no son los únicos que se ponen el delantal y se lanzan frente a los fogones. Muchos de los miembros de la panda se dedicaron la noche de ayer a freír cientos de huevos para ofrecer a todos los vecinos de la localidad y visitantes, durante la celebración de la tradicional ‘Verbenilla del huevo frito’, una cita que cuenta con muchos fieles que, además pueden ver en el momento cómo se fríen los huevos y degustarlos en la plaza de la Huerta Herrera, donde se celebra el evento cada martes de toros.
Entre comida y comida las peñas no paran y llenan de alegría y colorido las fiestas con actividades como la animación previa al encierro, concursos, la piñata infantil de la peña El Pañuelo, que también celebrará hoy, si el tiempo no lo impide, una nueva edición del descenso de San Pedro y que la noche del lunes celebró su segunda Blue Night con una gran acogida; el concurso de vehículos sin motor o el de bebedores en bota (suspendido este año), organizados por La Plaga, la fiesta de la espuma del Embudo y, por supuesto, la animación de los chateos, que mañana se convertirá en la celebración de la tronadera y baile de rueda, que estarán amenizados por todas las peñas.