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Moisés Migueláñez
Viernes, 2 de junio 2017, 21:26
Fue exactamente un 4 de junio de 1863 cuando en el pequeño pueblo de Miguel Ibáñez acaeció un hecho prodigioso del que dieron constancia los que personalmente lo vivieron, parientes de los más viejos ahora, y que se vino nido recordando de forma festiva con la denominación de la fiesta del rayo hasta aproximadamente 1984.
Ese día se celebraba el Corpus Christi y, según mandaba la tradición, el Santísimo permanecía expuesto en la custodia durante todo el día, estableciéndose entre los feligreses turnos de vela. Hacia el mediodía se oscureció el cielo y se desencadenó una fuerte tormenta. En ese momento había tres personas en la iglesia dos mujeres y un hombre, cuando un rayo impactó en la torre y penetró por el lateral izquierdo del retablo. Actualmente, se puede observar el hueco por donde penetró, en la parte izquierda del campanario, que el pueblo ha querido conservar como recuerdo del suceso. En aquellos tiempos, sin luz eléctrica , la iglesia estaba iluminada con velas colocadas en los distintos altares, y por el impacto del rayo todas las velas se apagaron, excepto las dos situadas a ambos lados de la custodia .
Las personas que observaron este hecho se lo comunicaron a todos los vecinos, quienes emocionados acordaron celebrar todos los años, el 4 de junio, la fiesta del rayo, en recuerdo del suceso, saliendo el día del Corpus en procesión con el Santísimo bajo palio por las calles. En 1963 se celebró el centenario, según consta en un cuadro que se encuentra en la sacristía, pero a partir de mediados de los años ochenta del pasado siglo, por no haber sacerdote en el pueblo es compartido con otras tres localidades, la fiesta dejó de celebrarse.
Por impulso del párroco actual, Edwing Anaya, este año se hará el jueves 15 de junio, Corpus Christi, una celebración especial en recuerdo del suceso. Se ha elegido esa fecha porque el 4 de junio, Pentecostés, Miguel Ibáñez celebra la romería de la Virgen de Prados, muy arraigada en el pueblo. El municipio tiene pocos habitantes, pero contará con la ayuda de miembros de la Cofradía de Corpus y Vera Cruz de Migueláñez, localidad cercana en distancia y sentimiento, pues ambos pueblos, de nombre tan similar, siempre han gozado de una perfecta sintonía. Además de celebrar una comida de hermandad, se preparará el segundo encuentro de hermanamiento.
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