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Vista de la plaza, con los jardines en su mitad.

El recuerdo de un noble

La plazuela del Conde Alpuente albergó la iglesia de San Román, derribada en 1866

elena rubio

Lunes, 13 de marzo 2017, 21:31

Está situada en el corazón del conocido como barrio de los Caballeros, nombrado así porque durante siglos esta parte de la ciudad era habitada por todo tipo de nobles y familias con impronta de la ciudad. Sus palacios, iglesias y sus fachadas blasonadas son el recuerdo vivo de aquellos siglos pasados que a día de hoy segovianos y turistas pueden admirar, simplemente, con pasear por esta zona de la capital, en el recinto amurallado.

Calles estrechas, con muchos recovecos y coquetas todas ellas, guardan en ellas una gran belleza. Uno de esos rincones singulares es la conocida como plazuela del Conde Alpuente, situada entre las calles de la Catorcena, Angosta, de El Idrisi, Jerónimo de Alcalá y Eulogio Martín Higuera.

La plazuela es sin duda un lugar tranquilo, que está enmarcada en todos sus lados por casas de apenas dos pisos de altura, que se alejan de esos edificios altos que se pueden encontrar en otros puntos de la ciudad. El ladrillo tampoco se ve por la zona, porque todas guardan una similitud en la fachada, algunas de ellas con el típico esgrafiado segoviano. En la plaza destaca un inmueble con un gran arco de granito, que hoy es un edificio residencial con un bonito patio interior. Era sin duda una casa noble, que también desempeñó tareas defensivas en la ciudad ya que «sirvió muchas veces de defensa y ataque en las muchas contiendas, encrucijadas y alborotos que en dicha parte de la ciudad sobre todo en los siglos XV y XVI, tenían frecuentemente los bandos y parcialidades de personajes y válidos», según recuerda el escritor Mariano Sáez y Romero en su libro Las calles de Segovia, de 1918. No sorprende que la fachada siga conservando un hueco que, recuerda a espacios propios de castillos o fortalezas por las que poder sacar algún arma. En su interior, estuvo también ubicado durante bastantes años el gobierno civil, hace décadas trasladado a la hoy denominada plaza de Adolfo Suárez.

Por este espacio, por sus aceras estrechas, pasan a diario muchos segovianos que transitan por esta zona para acudir a otros puntos de la ciudad, ya que apenas unos metros más allá existen administraciones públicas como la Junta de Castilla y León o la subdelegación del Gobierno. En el centro de este espacio se puede contemplar un bonito jardín, siempre muy bien arreglado de flores y con grandes árboles. Sirve, a modo improvisado, de glorieta para los coches, y para distribuir el tráfico para las dos calles por las que se pueden circular, ambas muy estrechas por las que apenas caben a la vez un vehículo y un peatón.

Pocos niños juegan hoy en sus calles, a diferencia de hace escasamente medio siglo, cuando en la década de los sesenta los pequeños de aquella época utilizaban esta zona para divertirse, tal y como recuerda, Miguel López. «Los niños usábamos las plazas del seminario, de Conde Alpuente y de los Espejos como circuitos de bicicletas», asegura. Eran otros tiempos. La escasa circulación por la zona permitía ese tipo de diversión, y otras muchas, como el escondite, así como dejar aparcados toda la noche y sin vigilancia los camiones que acudían al mercado de los jueves, que entonces se celebraba muy próximo a esta zona.

La iglesia

En la actualidad, la plazuela del Conde de Alpuente sigue siendo coqueta y singular, aunque con una edificación diferente y variada a la que tendría si siguiera existiendo la iglesia de San Román, de la que apenas unas láminas que ilustran el libro Segovia pintoresca, de José María Avrial y Flores recuerdan la importancia del templo y su porte. Según fuentes del Archivo Municipal de Segovia, la propuesta de derribo de la iglesia de San Román la realizó el arquitecto municipal Francisco Verea Romero en 1859 por «ruina inminente y peligrosa y para ornato de la población».

Hoy en día este tipo de decisiones supondría una autentica aberración contra el patrimonio. Pero a mediados del siglo XIX la mentalidad era completamente distinta, el pensamiento decimonónico que imperaba distaba mucho del actual y para que el progreso llegara a distintas zonas de la ciudad se tiró de piqueta desapareciendo monumentos que hoy tendrían un gran valor. No fue la única iglesia que recibió informes negativos, ya que también tuvieron esta calificación la iglesia de San Quirce, que por suerte se salvó, la de San Pablo y la de San Facundo. Finalmente, la iglesia de San Román fue derribada en 1866, desapareciendo para siempre de la ciudad de Segovia.

No obstante, una portada de esta iglesia parece que no se destruyó y podría ser la que «aún se conserva en una casa de la calle de Eulogio Martín Higuera», según afirma Juan Antonio Folgado en el libro Las calles y plazas de Segovia y sus barrios incorporados.

Esta portada está a apenas cinco metros de esta plazuela, donde se pueden observar unos detalles florales propios de épocas románicas. Precisamente en esa esquina de la plazuela, en los bajos de un local, donde hoy en día está un despacho de abogados. Sin embargo, hasta hace apenas unos años, ese local fue punto de encuentro de muchos universitarios segovianos, al ser sede de la desaparecida asociación Horizonte Cultural. Durante años, allí se gestionó el transporte en autobús para muchos jóvenes que cursaban sus estudios en las diferentes facultades madrileñas, además de realizar numerosas actividades y talleres en sus aulas, donde tenían cabida los cursos de fotografía, de masajes, de cocina o numerosas exposiciones.

La plazuela del Conde Alpuente debe su nombre al primer Conde de Alpuente, el valenciano Francisco Javier Azpíroz y Salón (1797-1868). El título nobiliario lo obtuvo por la rendición de Alpuente. Llegó a ser ministro de la Guerra un mes en 1841, durante la minoría de edad de Isabel II. Tras la revuelta liberal, fue encarcelado y llegó a combatir al regente y general Baldomero Espartero, aunque su caída hizo que Azpíroz y Salón ascendiera a teniente general, para después incorporarse al partido moderado. Además, fue director general de Artillería, capitán general de Valencia y miembro del consejo Supremo de Guerra y Marina.

Pero el primer conde Alpuente también fue un «entusiasta de Segovia, a la que representó en Cortes, interesándose por los asuntos de nuestra provincia», según relataba Sáez y Romero hace un siglo. Anteriormente, esta plazuela se denominada de San Román, por la desaparecida iglesia que se ubicaba en ella.

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