Los cuellaranos desafían al frío para despedir en procesión al Niño de la Bola
Decenas de personas ponen fin a la última celebración destacada de la Navidad de Cuéllar
Mónica Rico
Sábado, 7 de enero 2017, 13:02
Con el sonido de las campanas de San Esteban, los cohetes y las dulzainas y tamboriles, todo ello girando en torno a la procesión del Niño de la Bola, los cuellaranos pusieron el Día de Reyes el punto y final a la Navidad, en una jornada marcada por el frío, en la que las temperaturas apenas ascendieron a un grado durante la tarde. Sin embargo, la baja temperatura no amedrentó a decenas de vecinos de Cuéllar y su comarca, que un año más se mantuvieron fieles a una tradición con la imagen del Niño de la Bola como protagonista para cerrar con una nueva procesión los actos en su honor, que comenzaron el 1 de enero.
Imagen ytradición
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La imagen del Niño de la Bola es una talla de madera de cuerpo entero y sexuada de un Niño Jesús, de estilo barroco, fechada a mediados del siglo XVII, con policromía en brazos y cabeza, que se cubre con una peluca de cabello natural, largo, rubio y con rizos, sobre la que porta una corona de rayos. En la procesión de ayer vestía un traje celeste. La talla recibe su nombre por llevar en su mano izquierda una bola del mundo rematado con una cruz, mientras que en la derecha porta una rama, a la vez que parece encontrarse en acto de bendición.
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La cofradía del Niño de la Bola tiene su origen hace siglos y poco a poco se ha ido adaptando a los cambios. Por ejemplo, hace años eran únicamente ocho los danzantes que participaban en la procesión y lo hacían con un traje especial, formado por amplias blusas, pantalones bordados en colores verdes y naranjas, polainas verdes y sombrero de ala ancha. Es una tradición que se perdió y dio cabida a que hoy todo el mundo pueda sumarse a esta peculiar celebración, a sus danzas y a su seguimiento. En el momento en el que suena la música, la procesión detiene su camino, los danzantes se sitúan en parejas y bailan siempre de cara a la imagen del Niño, costumbre que se mantiene desde hace cientos de años y que ayer se volvió a repetir.
Este viernes, el Niño de la Bola presidió la eucaristía de la Epifanía del Señor durante la mañana, en una misa en la que, como es habitual, participaron miembros de su cofradía. Ya por la tarde, desde las 17:00 horas se desarrolló la tradicional procesión, que comenzó en la puerta de la iglesia de San Miguel, donde los hermanos Ramos tocaron la primera de las danzas que van unidas a este rito y que fue bailada por apenas una decena de bailarines, a los que se fueron sumando varios más a lo largo de todo el recorrido, que se prolongó durante más de dos horas.
El rito procesional continuó por la calle Colegio hasta su llegada a la plaza del Mercado del Pan y, durante todo el trayecto los fieles fueron aumentando, y las danzas se fueron sucediendo, siempre tal y como manda la tradición, es decir, mirando de frente la imagen del Niño, que fue portada en andas por miembros de la cofradía.
En esta ocasión también portaron la talla el alcalde, Jesús García, y varios de los concejales, que no faltaron a las procesiones, pues este año la Corporación Municipal ostenta el título de Mayordomo honorario de la misma, concedido por su labor por acercar la exposición Las Edades del Hombre a la localidad este año, y por su apoyo a esta tradición secular.
El trayecto continuó ascendiendo hasta la iglesia de San Esteban, templo que albergaba la figura en su origen, y de la que fue desplazada hasta la parroquia por el deterioro del templo. Tras su rehabilitación, la iglesia no guarda culto, por lo que la imagen del Niño sigue situándose en San Miguel durante el año.
En este punto, fieles a la tradición, los asistentes realizaron el canto de un villancico, para después realizar la oración del Niño de la Bola y despedirse con un nuevo villancico, para después continuar la procesión, que, una vez más, realizó numerosas paradas en las que los asistentes ejecutaban las tradicionales danzas, acompañadas también del sonido de las tejoletas, las tradicionales castañuelas cuellaranas, que salen a la calle en algunas de las procesiones más populares de la localidad y su comarca.
Con más bailes, la procesión descendió hasta la plaza Mayor, donde se tocaron y bailaron las últimas danzas, con las que se despidió la imagen del Niño de la Bola hasta el próximo año. Será el 1 de enero de 2018 cuando la talla regrese de nuevo a las calles de la localidad.