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En la imagen superior, Víctor Barrio sale a hombros de la plaza de toros de Segovia, tras la corrida de San Pedro de 2015.

Reconocimiento al torero castellano

El presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, entregará a los familiares del diestro un galardón que reconoce su trayectoria y todo lo que hizo por el toreo

Carlos Álvaro

Lunes, 19 de diciembre 2016, 11:23

El torero segoviano Víctor Barrio recibe hoy, a título póstumo, el Premio Tauromaquia Castilla y León. Será el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, quien entregue la distinción a la esposa y los padres del diestro fallecido el pasado 9 de julio en el ruedo de Teruel. Esta es la segunda edición de un premio que el Ejecutivo regional creó en 2015 para reconocer la trayectoria y la labor en favor de la tauromaquia que realizan los profesionales de la comunidad autónoma.

El jurado del premio, reunido el pasado 1 de septiembre, decidió conceder el premio a Víctor Barrio «por su trayectoria como matador de toros». Para el tribunal, la trágica muerte de Barrio en la plaza, en plena faena, «encarna la esencia más profunda y dramática, pero a la vez más real, de la fiesta», aunque también se tuvo en cuenta su calidad humana pues Barrio fue «ejemplo de joven que hizo del toreo su pasión y su profesión» y su actividad «en promoción de la tauromaquia entre los más jóvenes». De hecho, el Premio Tauromaquia Castilla y León reivindica «la profesionalidad del torero y de todos los profesionales del mundo del toro, frente a la ofensa, la deshumanización y la falta de calidad moral de algunos comentarios públicos».

Verdaderamente, Víctor Barrio personificaba todos estos valores. En los ruedos brilló por la indudable calidad de su arte, pero también por el amor y la pasión que siempre puso en la promoción y difusión de la tauromaquia, especialmente entre los más pequeños. «Porque yo fui niño y me aficioné a los toros junto a mi abuelo viendo la televisión», solía decir cuando enseñaba a torear a los niños, muleta en mano, en aquellas capeas de salón que organizaba en los pueblos. Valiente y humilde, Víctor vivía el toreo con intensidad y pasión verdadera. No es difícil recordarlo, guiando a los niños con el capote, en pueblos como Riaza, Ayllón, Cantalejo, Cuéllar, El Espinar o la propia Segovia. Si alguien merece un premio así, independientemente de las circunstancias que rodearon su trágico final, es Víctor Barrio, ejemplo de torero castellano, de raza, que llevó con íntimo orgullo los nombres de Grajera, Sepúlveda, Segovia y Castilla en todas las plazas donde toreó.

«Búsqueda de la verdad»

«Lo bonito y esencial del toreo es que nada está pactado. Puede haber aire, caer agua... También influye el estado anímico del matador ese día, sus miedos, y luego el juego que dé el toro, al que te tienes que adaptar [...] Se torea como se es. Creo que soy serio en la plaza, fiel a mi personalidad; no intento imitar a nadie. Mi toreo está basado en el temple y en la búsqueda de la verdad».

Así se expresaba Víctor Barrio en El Norte de Castilla en 2015, pocos días después de un sonado triunfo en la feria de Valdemorillo que le abría de par en par las puertas de Las Ventas. Fue la del año pasado su mejor temporada: salió a hombros de muchas plazas, entre ellas la de Segovia, y recogió el aplauso unánime de la crítica. Tenía el segoviano un prometedor porvenir.

Víctor cumplió el último 29 de mayo veintinueve años. Había nacido en 1987, en plena Feria de San Isidro. Era de Grajera, un pueblecito del nordeste segoviano cercano a Sepúlveda, a su querida Sepúlveda. Debutó como novillero sin picadores el 13 de julio de 2008 e inició una meteórica carrera que lo llevó a presentarse en Las Ventas apenas dos años después, la tarde del 13 de junio de 2010, con una novillada de Rehuelga. Barrio gustó en la exigente Madrid: cortó una oreja en su primero y dio una vuelta al ruedo en su segundo.

La alternativa le llegó en 2012. El 8 de abril, Víctor Barrio se vistió por primera vez de luces para convertirse en matador de toros, precisamente en Las Ventas, la plaza más importante del mundo, con El Fundi como padrino y Juan del Álamo como testigo. Saludó una ovación en su primer toro, y tras matar al sexto, pasó a la enfermería para ser operado de la cornada que le había inferido el astado de su alternativa. Pero ya era matador. Y prometía, porque había torero.

La entrega del Premio Tauromaquia Castilla y León será, pues, muy especial. Un vídeo elaborado para la ocasión recordará todos los buenos momentos que Barrio dejó en los ruedos. El acto se verificará esta tarde, a las siete, en la sede de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, en Valladolid.

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