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Miguel Díez, ante los logotipos diseñados por sistema de visualizaciones

El diseño gráfico regional reivindica su sitio

El Palacio Quintanar de Segovia inaugura una exposición con una selección de las creaciones de tres profesionales de Castilla y León: Miguel Díez, Alfonso Pérez y Pablo Guerrero

César Blanco Elipe

Sábado, 13 de febrero 2016, 15:58

Cada uno con su librillo, como el maestrillo del dicho, pero los tres son exponentes de que en el diseño gráfico de Castilla y León abunda el talento, aunque aún muchos no lo sepan. Las bombillas se encienden, brillan y deslumbran más de lo que se puede pensar. El Reino Unido, Estados Unidos o Japón, mercados internacionales mastodónticos, saben del valor de las ideas que se cuecen y se plasman en la comunidad.

El espacio del Palacio Quintanar de Segovia nació hace casi cinco años precisamente como adalid divulgador de la cultura del diseño en sus más variadas disciplinas, motivaciones y expresiones. Como señala su director, Gianni Ferraro, la entidad, dependiente de la Junta de Castilla y León, ha tratado de mostrar a lo largo de este lustro lo que él denomina «las dos realidades del diseño». Por un lado, la perspectiva del profesional; y por otra, la mirada del cliente que apuesta por este modo de comunicación para vender más, mejor y más bonito. Al fin y al cabo, se busca la rentabilidad en cada microcosmos competitivo.

«Desamparados»

«La situación del diseño en Castilla y León es complicada porque creo que es la única comunidad autónoma de España que no tiene, por ejemplo, una asociación regional dedicada a ello», bosqueja Ferraro con cierto tono de lamento. Esa orfandad hace que los profesionales se sientan «desamparados», añade para justificar el rol que ha de jugar una institución como el Palacio Quintanar. Este centro «puede erigirse en un referente» para estos creadores de ideas.

Una buena manera de poner la teoría en práctica es mediante la exhibición del trabajo que hacen diseñadores gráficos de la denominación de origen castellana y leonesa. El Palacio Quintanar ha abierto sus puertas este sábado a tres temáticas de las muchas en las que encuentra acomodo el diseño gráfico. Cada una de ellas, encarnada por un autor.

El vallisoletano Miguel Díez se encarga de dar visibilidad en las paredes del la muestra a la parte de la elaboración de la identidad corporativa y de la imagen empresarial. Es decir, los logotipos que son la tarjeta de presentación de una marca, producto, institución... Para Díez, el diseño gráfico es una herramienta estratégica en los planes de comunicación de una empresa y aporta además un valor diferencial e innovador.

Este ejemplo de talento castellano y leonés trabaja con empresas de todo el país y también con clientes internacionales, como un centro dedicado al aprendizaje avanzado del lenguaje en Japón y con una compañía de equipo de alta fidelidad y aparatos electrónicos radicada en el Reino Unido.

Argumentar bien para convencer

Una de las claves que da es que «hay que argumentar muy bien lo que haces» para convencer al cliente. Hacer solo algo que te gusta «es indefendible». Su sistema de trabajo se articula en tres fases. La primera es conocer a fondo la empresa, el problema que tiene, en qué mercado se mueve, su competencia, etcétera. En un segundo paso, Miguel Díez aborda la «conceptualización», que es como el diagnóstico que hace un un médico cuando examina a un paciente. Y por último, la parte más creativa, donde la bombilla se enciende para formalizar el producto.

Al igual que otros colegas de profesión, no se siente artista aunque una selección de sus trabajos cuelguen ahora en una exposición. También habla del oficio en clave de versatilidad. «Tienes que ser camaleónico para adaptarse a las necesidades que te plantea el cliente»; una capacidad de la que da fe también el abanico de sectores de actividad y negocios que llaman a su puerta en busca de una identidad corporativa eficaz: desde la hostelería o un productor de aceite de oliva hasta un dentista.

Díez también enseña en el Palacio Quintanar lo que llama «un paso más en el diseño de logotipos». Se trata de los sistemas visuales, un trabajo muy llamativo y con una demanda creciente. Más laborioso y donde la creatividad se exprime para alumbrar un mosaico de la misma imagen empresarial vista de diferentes maneras. Así, hay una parte constante, que es el logotipo; y otra variable que «permite experimentar gráficamente, añadir riqueza, diversidad y convertirlo en algo dinámico». Este sistema de visualizaciones permite infinidad de variaciones «para que nunca nos aburramos sin que se pierda la identidad».

Aperos, vino y Chicago

El leonés Pablo Guerrero es otro ejemplo del «alto nivel» que posee el diseño gráfico que se hace en la comunidad, ha elogiado el director del Palacio Quintanar. El autor se ha centrado en la creación de marcas y de etiquetados para vinos y en proyectos de identidad visual para industrias agroalimentarias de calidad. «Dotamos de atributos y personalidad» a los productos, ya sean bodegas o una envasadora de nueces que opera en Valladolid, apunta Guerrero. Normalmente son pequeñas empresas que hacen un producto de calidad. Agricultores o viticultores con los que el leonés y su estudio interactúan para que «no vean que el diseño gráfico es algo extraterrestre en el campo».

Para ello, hay mucho diálogo e incluso ayudan en las bodegas a hacer vino para entender la idiosincrasia, extraer los valores y definir hasta dónde quiere llegar el cliente. Una de las criaturas de la que más orgulloso se siente Guerrero es 'Armas de guerra', una imagen y un nombre que han triunfado en un certamen celebrado en Chicago. El estudio se presentó sin saber si el público estadounidense iba a comprender el juego que proponía en las botellas en las que figuran aperos de labranza como esas 'armas de guerra'.

Sin embargo, la idea gustó y mucho, tanto que se alzó con el segundo galardón entre cientos de presentaciones de todo el mundo. «La etiqueta es el primer elemento de placer para catar un vino», sentencia el leonés.

El «milagro» soriano

El tercer diseñador gráfico con el que el Palacio Quintanar ha contado para esta primera muestra del trabajo que se lleva a cabo en la región, y que Gianni Ferraro confía en extender con otras exhibiciones similares, es Alfonso Pérez. El soriano presenta en Segovia la faceta más artística y cultural del diseño. Una veintena de obras revelan esa versatilidad del oficio: desde carteles, catálogos, ilustración editorial, anuncios publicitarios, imagen de marca o 'packaging' (o cómo envolver el producto de forma atractiva y bella).

Piensa que el hecho de que pequeños estudios que operan en también pequeñas urbes como Soria sean referentes del diseño gráfico en sus múltiples disciplinas y especializaciones es «milagroso». Pérez explica que no existen grandes industrias ni empresas como en Madrid o Barcelona, por lo que aún tiene más valor. El soriano es uno de los que no considera el diseño gráfico como un arte, sino un «oficio que se aprende». Si además se poseen unas destrezas artísticas, mejor que mejor.

Por su experiencia, señala que «las empresas, y también las instituciones, han ido poco a poco abriendo los ojos y se dan cada vez más cuenta de la necesidad de comunicar bien y de forma eficaz». Da igual que sea un producto, una idea o un servicio público. Alfonso Pérez coincide con el director del Palacio Quintanar al echar en falta un mayor reconocimiento y valor al trabajo que desarrollan los diseñadores gráficos de la región.

La exposición estará abierta hasta el 13 de marzo.

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