Borrar
Alberto Reguera, esta semana en Segovia, en un intervalo durante el montaje de la exposición.

Alberto Reguera: «Los museos deben formar parte esencial de nuestro paisaje cotidiano»

El Esteban Vicente reúne, a partir del día 4, la primera retrospectiva que se hace en España del creador segoviano de prestigio internacional

César Blanco Elipe

Domingo, 31 de enero 2016, 20:36

Alberto Reguera (Segovia, 1961) no solo será profeta en su tierra, sino que también en España. La trascendencia internacional de su obra plástica bien merece que su cuna arrope la que será la primera retrospectiva que se hace en el país. Justa y necesaria. Residente entre Madrid y París, el creador entiende el viaje, tanto el exterior como el interior, como un modo de vida. Desde hace más de tres décadas sus proyectos expositivos, partiendo de la pintura, investigan la relación entre el espacio, la materia pictórica y la profundidad visual que trasmite al espectador.

Madrid, Washington, París, Hong Kong, Londres... el mundo se ha rendido a su evolución en la creación plástica. Sin embargo, a partir del 4 de febrero retorna a su Castilla natal que le mostró sus inmensos espacios abiertos, sus mares de trigo.

El Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente da cobijo a un nómada de la pintura, que expondrá hasta finales de mayo una selección de sus obras que viaja desde 1990 a 2015. La colección, agrupada bajo el nombre de El áurea de la pintura, enseña hunde sus raíces en la admiración de Reguera por los pintores representantes de la abstracción lírica francesa de los años 50, y también palpa una mirada hacia el expresionismo abstracto americano, especialmente hacia la corriente Color Field Painting, y a sus referencias estéticas a autores como Monet, Turner y De Lorena.

Dedicatoria emotiva

El segoviano vive con emoción los días previos a la inauguración. También con una cierta naturalidad porque «nunca perdí el contacto con Segovia y siempre estoy regresando allí». Prácticamente las últimas dos semanas ha estado yendo y viniendo para materializar el plan de trabajo de la exposición junto al equipo del museo, cuya dirección artística ostenta Ana Doldán. Mucha actividad, mucho trabajo y la vibración reconfortante de poner en marcha «algo que fluye».

«El reencuentro con Segovia significa revivir el recuerdo de mi infancia, los impactos visuales de una ciudad que transmite magia y belleza. No solamente por sus lugares emblemáticos, sino que también por todos sus rincones con esos singulares esgrafiados o esas bellísimas paredes desconchadas que nos muestran todos los estratos de los muros de su historia». El retorno de Reguera significa «el reencuentro con la memoria de mis padres. Yo les oía hablar con mucho amor de Segovia y de Castilla. Con ellos paseaba por la Fuencisla, Riofrío y La Granja. De hecho, esta exposición está dedicada a mis padres y a mi hermano», apostilla con un brochazo de pasión.

No es para menos, porque la última muestra individual que hizo en Segovia fue en 1996, «en la galería de los inolvidables Ángel y Jesús Serrano, La Casa del Siglo XV». También ha participado en algunas muestras colectivas en la ciudad, pero de las últimas destaca su intervención artística en Oxigenarte, un proyecto que pretendía integrar en el patrimonio histórico de la ciudad el arte contemporáneo y que solo tuvo una oportunidad.

Ahora le acoge el Esteban Vicente. ¿Es una responsabilidad a mayores, a sabiendas del giro que ha dado el museo en su dirección?

Para mí es un honor exponer en un museo de tanto prestigio nacional e internacional. Esto ya implica responsabilidad. Tendrías que oír lo bien que me hablan muchos franceses o americanos de este museo. La responsabilidad aumenta cuando expones en una institución que lleva el nombre de Esteban Vicente. Siempre admiré a este artista y me impresionó la colección del museo: sus pinturas con deslumbrante luz, sus collages, sus dibujos... Estos días que he estado en el montaje de la exposición he tenido el privilegio de admirar algunas piezas de la muestra permanente y me he fijado en la sutileza de sus dibujos a pastel y carboncillo. Agradezco mucho a Ana Doldán que me haya ofrecido esta oportunidad. Además, cuenta con un equipo muy cohesionado. Por todo ello, mi experiencia está siendo muy buena y me he sentido muy cómodo en este proyecto.

Conciencia colectiva

Habrá seguido los avatares del museo, a punto de cerrar por la falta de financiación. ¿Es ese el gran mal del arte en nuestros días?

Es evidente que la financiación es primordial para el mantenimiento y el desarrollo de proyectos en un museo. Pero para que se produzca esa financiación, antes tiene que existir el convencimiento de que un museo debe formar parte esencial del paisaje cotidiano de nuestros días. Y que ese convencimiento no ha de ser solamente de los que tengan más medios para financiar, sino también es extensible a la sociedad entera. Un museo tiene que ser entendido como un vehículo de transmisión de mensajes innovadores que enriquecen nuestra cultura. Esa conciencia colectiva siempre sumará a la hora de animar a los que pueden financiar con más fuerza. Quizás antes era más diferente el modelo de museos americanos respecto al europeo; pero todos ellos necesitan el apoyo económico. Está claro que en España cuanto más se potencie este apoyo, mejores resultados para la cultura y el turismo de la región y del país.

¿España, e incluso Segovia, cuidan a sus artistas?

Creo que sí, pero hay que dotar de más medios, por ejemplo a los museos, para que los artistas puedan desarrollarse. En segundo lugar, ampliar de manera continuada y no solo ocasional los respaldos a los artistas que desarrollan su labor en el extranjero, sobre todo a los jóvenes. Se están haciendo esfuerzos, pero en nuestro país hay que intensificar la visibilidad de nuestros creadores, tanto fuera como dentro de España. En este sentido, tengo la impresión de que Segovia cuida a sus artistas y, en general, se han realizado proyectos brillantes.

¿Piensa que se ha banalizado y desprestigiado la cultura por culpa del mercantilismo?

Quizás se han mediatizado demasiado las noticias sobre una venta millonaria de un determinado cuadro en el mercado. Esta práctica, continuada en el tiempo, ha invertido de manera perversa la percepción que se pueda tener sobre el conjunto del arte contemporáneo. Al final no se habla del cuadro o del artista o del contexto histórico en el que vivió. La mayoría de los profesionales son gente que se entrega con ilusión y con riesgo para poder llevar a cabo sus proyectos.

¿Cuál es el aura de la pintura y quién lo puede ver?

Es ese espacio intangible que rodea a la obra, que se extiende de manera imaginaria y sobrepasa sus límites físicos. Además, es esa sensación que nos alcanza y que nos transporta y trasmite tantas diferentes impresiones como diferentes miradas se dirigen hacia la obra. Si además la pintura es un paisaje abstracto lleno de materia y que diluye las fronteras entre la pintura, la escultura o la instalación, entonces la intención es aumentar el lado interactivo de la obra con el espectador. Cada uno de ellos puede interpretar o imaginar qué resonancias cromáticas se extienden fuera del cuadro. Yo también lo hago, e intento hacer físico ese momento pintando esas sensaciones, alargando la pintura fuera del cuadro y que la propia obra sangre. Expando la pintura en otro lienzo superpuesto, en el muro o en el espacio.

Parece que existe la percepción de que falta verdadera formación cultural desde etapas tempranas, y sin embargo hay una cantera de creadores impresionante.

Tienes toda la razón. La formación es fundamental desde los primeros momentos para luego saber canalizar esas emociones que nos trasmite una obra y ubicarlas en su debido contexto. A más apoyo, más formación, y sobre todo, más criterio para discernir. Es ejemplar y tonificante ver la fuerza que transmiten nuestros artistas en periodos tan duros y denostados para la cultura.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Alberto Reguera: «Los museos deben formar parte esencial de nuestro paisaje cotidiano»

Alberto Reguera: «Los museos deben formar parte esencial de nuestro paisaje cotidiano»