La llegada de extranjeros supera el éxodo de población por primera vez desde 2011
La menor emigración no tapa la sangría poblacional: 600 vecinos menos en el primer semestre
César Blanco Elipe
Jueves, 10 de diciembre 2015, 06:58
Como en los chistes (aunque la despoblación no es precisamente un asunto para tomarlo a broma), hay una noticia buena y otra mala al desgranar los datos que ha publicado recientemente el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre los movimientos de la población. Una salvedad antes de bajar a la pelea de números y porcentajes: los últimos guarismos responden a la realidad de la provincia en el primer semestre del año en curso.
Así pues, empecemos con buen sabor de boca. Por primera vez desde el curso 2011, Segovia tiene visos de acabar el ejercicio en positivo en cuanto al saldo migratorio. Es decir, si se mantiene la tendencia que dibuja el periodo comprendido entre enero y junio, la proyección que se obtiene para el censo conjunto de la provincia va a registrar más altas que bajas de habitantes en lo que respecta al 'baile' de migraciones. Dicho de otra manera: la cantidad de ciudadanos extranjeros que vienen para asentarse en estas tierras castellanas, provisionalmente o con intención de permanencia, es mayor que el éxodo de población que continúa haciendo las maletas y dejando atrás Segovia.
Las matemáticas concretan los datos. A lo largo de los primeros seis meses de este año a punto de expirar, se fueron 237 ciudadanos en busca de un futuro mejor rumbo a otro destino o para reencontrarse con sus familiares en sus países de origen tras el fiasco de la aventura española. En sentido inverso circularon y han fijado su residencia en la provincia 320 personas procedentes de distintos rincones del planeta. La resta arroja un saldo a favor de la inmigración de 83 'nuevos' vecinos. En el argot sociodemográfico, un saldo migratorio positivo, algo desconocido por estas latitudes desde hacía un cuatrienio.
La mano de obra inmigrante ha subido el 48% en un decenio
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del 'boom' a la contención
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Aunque parezca que ha pasado un mundo, no es así. Lo que ha discurrido es toda una señora crisis financiera y económica que ha tambaleado los cimientos el mercado laboral y ha trastocado los códigos con una reforma que ha implicado sacrificios, para algunos demasiados e injustos, y para otros necesarios. De hecho, esa zozobra no se ha esfumado.
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El paraíso ya no lo es tanto. El azote de esa crisis ha dejado numerosas muescas, una de ellas en la culata de la demografía. La circulación de personas de otras nacionalidades se estancó y reculó. Desde 2008 hasta el año pasado, ha perdido fuelle la afluencia de inmigrantes que recalaron en la provincia para consolidar una vida más digna, con su residencia y su contrato de trabajo pensando incluso en traerse a su familia más pronto que tarde. Hace siete años, más de 1.800 ciudadanos foráneos llegaron a la provincia en busca de esa estabilidad y de una seguridad que no les ofrecían sus países de origen.
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El permiso de residencia y un empleo eran las prioridades para poder cimentar ese futuro en tierras segovianas. El boom demográfico vivido en la primera década del siglo llevó a Segovia a liderar el crecimiento del censo autonómico. Y buena parte de responsabilidad recayó en una población extranjera que rondó los 27.000 habitantes en situación legal con más de ochenta pasaportes de distintos países. Todo un mapamundi.
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El tirón forastero aflojó con la crisis, pero la semilla estaba sembrada años antes. Así que no es de extrañar que el mercado laboral provincial haya tenido que acostumbrarse a hablar y escuchar varios idiomas. Los datos recopilados por Radstad elevan Segovia como el territorio castellano y leonés donde más ha aumentado la mano de obra foránea en los últimos diez años. Ese porcentaje se sitúa en torno al 48%, cuando la subida media regional en ese mismo periodo fue del 20%. En cuanto a la edad, el mayor número de ocupados extranjeros está entre los 25 y 45 años. Por actividades económicas, el sector servicios ha sido el principal empleador de estos profesionales.
Acercamos la lupa para intentar ver mejor qué ha pasado. Y al agrandar el objetivo se descubre que el primer semestre no es más que la continuidad de una tónica que empezó a asomar ya el año pasado. Y es que 2014 cerró con un 11% más de población extranjera censada en Segovia que en 2013. En concreto, se registraron 69 foráneos más que en el ejercicio precedente.
Pero sobre todo, el curso pasado rompió la disminución constante que venía experimentando la afluencia de ciudadanos inmigrantes desde 2008. No es baladí, porque desde ese año hasta 2013 el contingente de otras nacionalidades había caído de 1.820 a 615 personas, prácticamente a una tercera parte.
Más centroamericanos
La pérdida de empuje a lo largo de ese lustro, en el que el menor flujo de inmigrantes fue una de las pesas que tiró hacía abajo de la demografía segoviana, vino motivado por un acusado descenso en la llegada de ciudadanos procedentes de África (de 399 a 82) y de Sudamérica (de 203 a 98). Por su parte, la circulación de extranjeros de Estados integrados en la Unión Europea también disminuyó sobremanera, pasando de los 686 llegados hace siete años a los 217 que lo hicieron en 2013. Ya en 2014, se produjo un repunte en el contingente proveniente de los países de la UE.
Un renovado, pero todavía leve impulso que nada tiene que ver con el apogeo del fenómeno de la inmigración vivido en Segovia en la primera mitad de la pasada década.
Si se acerca aún más la lupa al mapamundi de las nacionalidades que arriban a la provincia, la recepción de africanos y sudamericanos no se alineó con la curva ascendente de foráneos experimentada en 2014 y prosiguieron con sus particulares descensos. Los que el año pasado tiraron del carro forastero fueron las personas cuyos orígenes se localizan en países centroamericanos y caribeños, además de los vecinos de la UE. De hecho, uno de cada tres extranjeros que se asientan en Segovia poseen algunas de las nacionalidades que integran la Unión Europea, sobre todo búlgaros.
Y la mala...
Hasta aquí la buena noticia. La mala, que además ya empieza a ser costumbre, no es otra que un bocado más al censo de la provincia. A fecha del mes de julio de este curso, el INE contabiliza en sus estadísticas provisionales del año la pérdida de 600 habitantes en seis meses. La media es sencilla: cada mes se han dado de baja cien segovianos.
Entonces, ¿por qué disminuye la población si vienen más inmigrantes y la emigración parece estar más contenida? Pues además de que la fuga de ciudadanos persiste, se va a más funerales que bautizos. Pero eso ya es harina de otro costal.