El jurado declara desierto el Trofeo a la Mejor Ganadería de los Encierros de Cuéllar

Que el ciclo de encierros de Cuéllar de este año no ha sido de los mejores ya era patente, después de haber vivido algunas carreras en las que un solo toro hizo su entrada en las calles de la localidad y otras en las que la manada ha entrado disgregada. Esta realidad se puso de manifiesto durante la votación del Trofeo a la Mejor Ganadería de los Encierros de Cuéllar, que ha quedado desierto después de que los diez miembros del jurado presentaran su voto en blanco.

El galardón lo pone en marcha cada mes de agosto la Asociación Encierros de Cuéllar y tiene por finalidad la mejora de la organización de los ancestrales encierros que se celebran en la villa, además de premiar la mejor selección del ganado bravo utilizado en los mismos, es decir, a la ganadería que aporte el mejor encierro de toros bravos dentro de cada ciclo anual.

En esta ocasión participaron en el jurado Manuel Blanco Verdugo, presidente de la reunión, en nombre de la Asociación Encierros de Cuéllar; Cristina Sancho Gómez, de Radio Cuéllar; Mónica Rico de Benito, de El Norte de Castilla; Chantal Núñez Tejero, de El Adelantado de Segovia; Pablo González Medina, de Televisión Segovia; Nuria Pascual Mayo, de escuellar.es; Ignacio Montalvillo Montalvillo, de cuellar7.com; José Luis Escudero Martín, de la peña Taurina El Encierro; Ernesto Fernández Magdaleno, en representación de la Asociación Cuellarana Amigos del Caballo; José Fernando Verdugo Martín, en representación de la Asociación A Caballo, que no estuvo presencialmente pero realizó su adhesión a lo decidido en la reunión; y Abel Montero Verdugo, representante del colectivo de Jóvenes Corredores Locales.

También participaron en la reunión, con voz y sin voto, Antonio Salamanca Ortega, que actuó como secretario; Félix Sanz Sanz y Alfonso Rey Senovilla, miembros de la asociación organizadora.

Antes de la votación, los asistentes realizaron un amplio análisis de todo lo acontecido durante los encierros del ciclo, comenzando por las expectativas que se habían creado durante la presentación de las ganaderías y destacando algunas de ellas, aunque los miembros del jurado concluyeron finalmente que no dieron el juego esperado.

Público cansado

Algunas voces también señalaron que el público de las calles se está empezando a cansar, ya que quieren ver el encierro después de 360 días de espera. Al respecto se recordó la manifestación que se convocó en el año 1993, cuando no entró en el tramo urbano ninguno de los astados del encierro.

Así, algún miembro del jurado expuso que habría sido necesario o conveniente haber soltado toros desde el corral del embudo durante el encierro del lunes, aunque desde la Asociación Encierros de Cuéllar recordaron que son contrarios a esta medida y que se opusieron, en su momento, incluso a la preparación del lugar como corral.

A lo largo del encuentro se puso también de manifiesto la necesidad de una unión y un análisis pormenorizado de todo lo ocurrido y para resumir el ciclo se utilizaron calificativos como «desastre», «lamentable» o «espectáculo bochornoso».

También surgieron voces críticas ante el gran número de caballos existente en el recorrido por el campo, pero también por el exceso de vehículos y público. Este año, las quejas sobre el excesivo número de caballistas han llegado incluso desde los propios jinetes, algunos de los cuales han señalado la existencia de participantes a caballo que no ayudan con el traslado y que incluso se niegan a colaborar. En este sentido, se señaló la posibilidad de contar solo con una treintena de caballistas especializados y una segunda fila de apoyo.

Aunque la mayoría del análisis se centró en el recorrido por el campo, puesto que poco había que destacar del encierro en las calles, sí se puso de manifiesto que los encierros habían sido muy deficientes, con toros sueltos, más corredores que astados y, una vez más, gran número de bueyes. Además, en esta ocasión los mansos manifestaron el cansancio del movimiento por el campo, quedando incluso sueltos y descolgados de la manada, creando situaciones peligrosas y desafortunadas, con consecuencias como un herido en el encierro del jueves.

Descoordinación

Una de las cuestiones en las que prácticamente la totalidad del jurado estuvo de acuerdo fue la desorganización en el campo y calles y la falta de comunicación entre unos y otros, así como la falta de una persona que sea el máximo responsable visible y el encargado de la coordinación de todo el encierro.

Muy criticado especialmente fue el encierro del lunes, cuando se abrieron las puertas de acceso al recorrido del encierro a un camión de ganado que iba hacia los corrales del embudo, mientras en la ladera los caballistas intentaban aún meter dos astados en el encierro y los pastores señalaban que el encierro había terminado. El caos reinaba en las calles y salió de nuevo a relucir la necesidad de que se redacte un protocolo en el que puedan basarse los organizadores cuando ocurran determinadas circunstancias, siempre teniendo en cuenta que pueden surgir problemas que no aparezcan en el documento, pero que se pueden ir incluyendo en el mismo y así aprender de los errores. También se criticó que el concejal de Festejos no estuviera presente en el traslado por el campo.

«Ha fallado todo»

Cabe destacar que este año, después de la desgracia ocurrida el domingo, en la que una persona perdió la vida por una cornada, desde el exterior y distintos sectores se buscaba el mínimo error en los encierros, y «este año ha fallado todo». Una cuestión que preocupa sobre todo de cara al exterior, ya que los encierros de la localidad aspiran a convertirse en fiesta de Interés Turístico Internacional. Respecto al nuevo recorrido, en la reunión del jurado sse puso de manifiesto que puede haber influido en el desarrollo del traslado por el campo.

De hecho, los caballistas habitualmente utilizaban el claro existente en el pinar para parar los toros. Al ser éste de propiedad privada, se ha realizado un nuevo camino y en el mismo, en muchas ocasiones, ha sido imposible hacerse con los astados, que la mayoría de los días cruzaban el paso de Las Máquinas entre diez y quince minutos después de la salida de corrales.