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Carmina, viuda de Ángel Gracia, con el ramo de flores.

Ángel Gracia en el recuerdo

El Ilustre Colegio de Médicos de Segovia evoca la figura del prestigioso traumatólogo, fallecido el pasado 30 de diciembre

Carlos Álvaro

Viernes, 13 de febrero 2015, 11:36

El Ilustre Colegio de Médicos de Segovia vivió ayer una entrañable jornada en la que se rindió un merecido homenaje al médico traumatólogo Ángel Gracia Moreno, fallecido el pasado 30 de diciembre. Fue, como bien se encargó de subrayar el presidente de la corporación, Enrique Guilabert, un homenaje extensivo a todos aquellos profesionales de la medicina que han tenido un papel relevante en la provincia. «Ángel Gracia aglutina ese reconocimiento general porque, además de ser un médico prestigioso, fue segoviano de pro, una persona muy querida por sus paisanos y un hombre importante en esta casa, pues ejerció como vicepresidente del Colegio durante doce años», señaló Guilabert.

Al acto acudieron la esposa del galeno fallecido, Carmina, así como sus hijos Ángel y Blanca. La proyección de imágenes de Ángel Gracia y la entrega de un ramo de flores a la viuda constituyeron los momentos más emotivos del homenaje a un segoviano inolvidable.

Además del presidente del Ilustre Colegio, intervinieron el secretario general del Consejo de Médicos de Castilla y León, José Ramón Huerta, que habló del homenajeado, y el exjefe del Servicio de Traumatología del Hospital General de Segovia Antonio Gimeno Matobella, que centró su exposición en el paso de Gracia por el hospital segoviano. Todo concluyó con una conferencia a cargo del catedrático emérito de Traumatología y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, Miguel María Sánchez Martín.

Ángel Gracia Moreno nació en Otero de Herreros en 1930. Era hijo de maestros, pero apenas pudo disfrutar de la presencia y la ayuda de sus progenitores. Su padre murió en la guerra cuando él tenía 7 años de edad y un cáncer segó la vida de su madre pocos meses después. No obstante, cursó la carrera de Magisterio y consiguió empezar a trabajar como instrumentista en el equipo del cirujano Alfonso Gila. Los comienzos de Gracia como instrumentista coincidieron con el desarrollo de la radiología y la anestesia, y en la clínica de Gila fue labrando su porvenir: «Vivía interno en la propia clínica, donde trabajaba duramente en jornadas de sol a sol, impensables hoy en día, lo que no fue obstáculo para que decidiera comenzar la carrera de Medicina. Con un esfuerzo sobrehumano, consiguió licenciarse en Cádiz, mientras realizaba el servicio militar, y donde entró como ayudante en el Hospital Militar», recordó Guilabert citando un esbozo biográfico realizado por Juan Manuel Garrote.

Gracia comenzó su actividad como traumatólogo en Segovia el año 1958. «Se dejó la piel, literalmente, pues su celo profesional, por una parte, y la escasez de medios por otra, le llevaron a un exceso de exposición a la radiación que, pasados los años, lo inhabilitaría para la cirugía». La clínica Gila, el Hospital de la Misericordia, el Policlínico (antiguo Hospital 18 de Julio) y el Hospital General (antigua Residencia Licinio de la Fuente) fueron los centros de trabajo testigos de la dedicación y la humanidad que Gracia siempre dedicó a sus pacientes. «En vida recibió innumerables muestras de cariño y admiración por parte de sus paisanos, tal y como se ha podido comprobar en el momento de su despedida. Segovia ha perdido a uno de sus hijos más queridos», destacó Guilabert.

Según el representante de los médicos segovianos, a Gracia le caracterizaba la «continuidad asistencial» que tenía con sus pacientes, de quienes seguía preocupándose hasta su recuperación definitiva. «Tras la cirugía, hacia un seguimiento muy cercano, muy próximo, de la evolución del paciente, y esto es algo muy importante porque suele contribuir de manera decisiva a que los resultados sean mejores». El cariño que le profesaban sus pacientes bien podía hundir sus raíces en esta preocupación que el traumatólogo mantuvo toda su vida. «Ibas con él por la calle y no dejaba de pararle la gente. Era un hombre muy reconocido», apuntó Guilabert.

También hubo palabras de reconocimiento para la familia del médico fallecido. «Era un hombre entregado a su profesión y a su familia. Aún así sacó tiempo para preocuparse por la situación del colectivo de médicos y participar activamente en la gestión de este Colegio. Inevitablemente, eso se hace a costa de su vida personal y familia, lo que engrandece más su figura».

Por todo ello, la junta directiva del Ilustre Colegio de Médico de Segovia acordó por unanimidad, en el transcurso del pleno que celebró el pasado 22 de enero, rendirle el homenaje de ayer, en presencia de su familia, y con el fin de evocar su trayectoria profesional.

El 'asienta huesos'

La velada concluyó con una interesante conferencia, El asienta huesos, antecesor del cirujano ortopédico, que corrió a cargo del doctor Miguel María Sánchez Martín. El catedrático emérito de Traumatología y profesor de la Universidad de Valladolid recordó una figura curiosa, la del asienta huesos, «que desde tiempos remotos se dedicaba a cuidar de las personas y resolver sus problemas lo mejor que podía; eran gente habilidosa, pero legos, al fin y al cabo, que actuaban de forma natural y trataban lesiones, fracturas, luxaciones haciendo chascar y poniendo el hueso en su sitio, cosas que a día de hoy, pero de otra manera, se siguen haciendo», explicó el doctor, que trazó un viaje por la evolución de esta figura, hasta llegar al actual cirujano ortopédico.

El público llenó el salón de actos del Colegio de Médicos para expresar su reconocimiento hacia la figura de Gracia y de todos los profesionales que entregan la vida en beneficio de los demás.

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